Narices, ojos, bocas fueron creadas en papel durante el taller de escultura “Papel en tres dimensiones” que ofreció la artista Naimar Ramírez.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé

Llegó la hora de hacer la máscara. La artista Naimar Ramírez, cuya obra fotográfica exhibida en nuestra Sala de Exposición de Arte Fundación Ángel Ramos (SalaFAR) parte de máscaras confeccionadas en papel, ofreció un taller gratuito en el que sus participantes siguieron su método creativo.

Titulado “Papel en tres dimensiones”, el encuentro permitió al público el sábado 25 de agosto manipular plantillas para lograr, mediante dobleces, rostros variados en dicho material. Talleres como este forman parte del programa educativo, abierto a público de todas edades y con acceso gratuito, que propone cada muestra nueva en SalaFAR.

Luego de realizar un recorrido guiado con la artista por la exposición “Máscaras o más caras”, los asistentes vieron un vídeo que muestra paso a paso cómo se realizan las máscaras de papel; los muchos cortes que unidos por esquinas logran solapes y dobleces que forman gestos y rasgos. Después apreciaron el vídeo con la entrevista a Ramírez creado para la muestra en SalaFAR.

La artista trajo plantillas con cortes hechos para que los participantes crearan ojos, narices, bocas y entonces pasar a la gran prueba: la máscara. Las máscaras serían creadas en papeles de revista.

“Tranquila, lo puedes doblar, el papel perdona…a veces”, dice Ramírez a una participante para darle confianza.

La dinámica así transcurre; la artista brinda instrucciones, da demostraciones, ayuda individualmente a cada participante y hasta celebra cuando de esa hoja de papel brota una nariz, un ceño fruncido o una media sonrisa.

“Yo les estoy diciendo a ustedes lo que a mí me tomó un año descifrar”, decía. “Créanme, yo he hecho máscaras muy feas, muy, muy, muy feas. Es algo que ha ido evolucionando y que ha tenido muchas facetas, es entretenido, es eternamente cambiante”.

La camaradería se impuso en el taller. Los participantes bromeaban, se apoyaban y celebraban hasta el más pequeño logro.

“Ahora no lo ven, pero esto se convierte en otra cosa cuando están todas las piezas juntas”, indicaba la creadora mientras practicaban primero con partes del rostro.

Las destrezas debían pulirse para cuando trabajaran la máscara entera. Enfrentarse a esa hoja de papel con cortes de la que saldrá la máscara es un reto. Parecería que solo Ramírez puede imaginar el resultado final.

“Gran parte de mi trabajo es prestarle atención al papel…; revivir esa cosa tan normal y de diario que es el papel y convertirlo en algo más allá que puede ser hermoso, que puede tener unas capacidades estructurales que nadie se imagina, que tiene una fuerza como un poder inesperado”.

 

“Yo sé que es un proceso bien largo, y sé que la gente se estresa y yo vivo en un mundo muy diferente en el que esto me da paz en vez de estresarme, pero me siento bien, me gusta que la gente lo haga, que lo participe. Yo lo traté, no se crean tampoco que a mí me salió perfecto la primera vez que lo hice. Llevo hace muchos años haciendo esta misma cosa, perfeccionándola o tratándola de llevar al sitio donde está ahora”, dice la artista en un aparte con Oenegé.

Ramírez afirmó que el papel es “caprichoso”, pero justamente esa cualidad “es lo chulo de trabajar con él”.

“El papel es algo normal, algo que ignoramos, lo usamos todo el tiempo y no le prestamos atención. Gran parte de mi trabajo es prestarle atención al papel, no solo con las máscaras sino en todo mi trabajo; revivir esa cosa tan normal y de diario que es el papel y convertirlo en algo más allá que puede ser hermoso, que puede tener unas capacidades estructurales que nadie se imagina, que tiene una fuerza como un poder inesperado. Casi siempre estoy construyendo cosas sólidas, grandes, pesadas, de algo que supuestamente es débil”.

Ramírez, quien posee un grado en Diseño Ambiental de la Universidad de Puerto Rico, y en Fotografía, de Savannah College of Art and Design, en Savannah, Georgia, afirma estar satisfecha de que, al compartir sus técnicas de trabajo en papel, es posible “llegar a más personas”. “Y cada persona tiene una mirada diferente del trabajo y se abre a más preguntas”, señala la artista.

Al final, los participantes mostraron lo que lograron hacer y se llevaron de tarea las plantillas que llevó Ramírez para seguir experimentando en sus casas.

Nuevas máscaras deben seguir apareciendo. En SalaFAR nacieron.

Fotos: Javier del Valle

 

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