Indagamos sobre los aspectos que deben atender los centros de cuido infantil ante la posibilidad de que reanuden operaciones a partir del 1 de julio.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé

Piensa en una matrioshka, esas muñecas rusas que al abrirlas están huecas y tienen en su interior varias versiones más pequeñas. Pues el ejemplo funciona a la perfección para ilustrar el dilema que representa la apertura de los centros de cuido de niños en el país en medio de la pandemia.

El problema evidente es decidir entre, abrir los centros a tono con la nueva fase de reactivación de la economía o evitar el riesgo de contagio entre infantes y menores. Cuando analizas mejor, le siguen otros como proteger a los cuidadores o mantener prácticas apropiadas de enseñanza en edad temprana, puesto que la mayoría son contrarias a los protocolos para prevenir contagios de COVID-19.

“Yo tengo una gran preocupación”, confiesa la especialista en educación Gloria de Llovio, “porque tenemos la salud pública versus la economía, ese es el dilema”.

“Estamos abriendo los cuidos porque hace falta para que los trabajadores regresen a trabajar y bajo la premisa de que los niños no son tan vulnerables como los adultos y bajo la estadística de que en Puerto Rico los contagios son mayores en grupos de 50 a 59 años y las muertes en los grupos mayores de esos y de que es más bajo el contagio en niños. Sin embargo, eso no quiere decir que son totalmente invulnerables a la pandemia, porque la investigación nos dice de enfermedades inflamatorias pediátricas que están relacionadas y los más vulnerables son niños menores de 5 años y los que resultan hospitalizados son menores de 1 año, porque son los que menos fortalecido tienen su sistema inmunológico. Ahí está la gran preocupación, cómo al abrir los centros podemos proteger a los niños, entendiendo que podrían contagiarse o ser portadores del virus”, examina Llovio.

Según datos de la Asociación Puertorriqueña de Centros de Cuidado y Desarrollo del Niño (APCCDN), antes de comenzar la cuarentena, en la isla había 557 cuidos certificados para menores que atendían más de 28,000 infantes y empleaban a 3,500 cuidadores. El Departamento de la Familia regula los mismos.

Antes del COVID-19, existía un protocolo usado en los centros de cuido cuando se identificaba un brote de alguna infección contagiosa. Llovio describe que se cierra el centro para detener el contagio adicional, se limpia y desinfecta el espacio, se hace rastreo de casos para conocer qué otros niños se han contagiado y se contacta a la familia de los niños enfermos para seguir de cerca el desarrollo de la enfermedad. “Y el centro no se abre hasta que no se detiene el contagio”, insiste.

Pero estos son tiempos urgentes que requieren nuevas guías que no olviden la salud de los niños ni de sus cuidadores.

UN NUEVO PLAN

Junto a la Cooperativa de Servicios Integrados a la Niñez (COSIANI), la Asociación Puertorriqueña de Centros de Cuidado y Desarrollo del Niño (APCCDN) incentivó la creación de un plan con recomendaciones para la apertura apropiada de los centros de cuido infantil.

El protocolo fue diseñado con la experiencia de padres, maestros y médicos y contempla las guías propuestas por autoridades federales como los Centros para el Control y Detección de Enfermedades (CDC en inglés). Se entregó al secretario del Departamento de la Familia, Orlando López Belmonte, y se compartió con los miembros del sector en las redes sociales donde Oenegé tuvo acceso al documento.

“Los niños en esa edad aprenden a través de los sentidos y si no pueden relacionarse con los adultos y compañeritos, si prevenimos ese contacto social para evitar el contagio de coronavirus, esto de alguna manera estará afectando la posibilidad de su desarrollo óptimo”.

El plan es abarcador y atiende recomendaciones como medidas para el distanciamiento social hasta procedimientos de entrada y salida de niños y personal, consideraciones de horario escalonado o manejo de bultos y loncheras. Es específico en las reglas de higiene y en el manejo del equipo de protectores personales para todos, así como en las rutinas de limpieza y desinfección de áreas, juguetes, materiales educativos, ropa de cama, cunas o áreas al aire libre.

Contempla, además, sugerencias para procesos de aseo como el cambio de pañales o el cepillado de dientes, además de las rutinas de preparación de alimentos o los niveles de ventilación ideales en el espacio.

“Luego de un arduo trabajo colaborativo, hoy le compartimos a todos nuestros afiliados el plan sugerido de apertura. El mismo les servirá de guía para que puedan redactar el protocolo para sus centros”, anunció en un comunicado Vilmarie Esquilín Mangual, presidenta de APCCDN.

En entrevista con el diario El Nuevo Día, Esquilín mencionó que una encuesta realizada entre integrantes del sector de cuidos de niños arrojó la preferencia de estos de retornar a la acción en agosto, en vez del 1 de julio como anunció la gobernadora. Aludieron a la necesidad de tiempo para acondicionar sus espacios a la realidad que impone la pandemia.

LIMITACIONES DE APRENDIZAJE

Evitar contagios con COVID-19 se logra con distanciamiento físico, con protección facial, con el uso exclusivo de objetos. Justo lo contrario que proponen las prácticas apropiadas de aprendizaje para la niñez temprana. Tocar libremente es parte importante de aprender.

“Esa es la otra parte de la preocupación”, acepta Llovio.

“Los niños en esa edad aprenden a través de los sentidos y si no pueden relacionarse con los adultos y compañeritos, si prevenimos ese contacto social para evitar el contagio de coronavirus, esto de alguna manera estará afectando la posibilidad de su desarrollo óptimo. Claro, muchos centros han hecho un gran esfuerzo para mantenerse en contacto con los niños a través de Zoom, las maestras los han visitado para llevar materiales de arte, se han preocupado porque ese desarrollo continúe en el hogar”.

Otra interrupción en el desarrollo ocurre con el uso de mascarillas. Por ejemplo, el estímulo del lenguaje, señala Llovio, ocurre no solo con el sonido sino además con el movimiento de labios. La expresión de emociones incluye el rostro y el cuerpo. “Obviamente hay una limitación en términos sensoriales de la experiencia completa con los adultos y otros niños que tengan mascarilla”, puntualiza.

La especialista en Educación resalta que los niños deberán tener acceso a materiales educativos que no se compartan, lo que limita sus posibilidades de selección y el proceso de aprender a compartir. Y los equipos de patio serán usados por grupos pequeños en horarios alternos y serán desinfectados antes de cada tanda de uso.

“Todo eso tendrá un impacto en el desarrollo”, vaticinó Llovio para culminar la plática.

 

 

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