La psicóloga Myriam Pérez, profesora de la Universidad Albizu, comparte herramientas que nos permiten alcanzar un estado de bienestar inmediato.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé

Sabemos de sobra lo que nos puede causar infelicidad en estos tiempos. Lo que quizás desconocemos, son las herramientas que poseemos para procurar nuestra felicidad en cualquier circunstancia. ¿Existen? Claro que sí. Para conocerlas tocamos la puerta de la psicóloga y profesora de la Universidad Albizu (UA), Myriam Pérez.

“Hay un refrán que me gusta mucho, de un filósofo francés, que dice que todo hombre puede ser feliz, pero para llegar a serlo habría que comenzar sabiendo qué es la felicidad. Cuando nosotros hablamos de felicidad, muchas veces el término puede sonar un poco pueril o superficial, cuando en realidad lo que nos dice la neurociencia es que, a través de las técnicas de neuroimagen, nosotros podemos llegar al cerebro y observar qué actividades pueden provocar cambios a niveles fisiológicos, anatómicos y funcionales”, explica la especialista.

“Las estrategias que voy a compartir están validadas científicamente”, agrega Pérez, quien fue el recurso en el taller Estoy determinado a ser feliz y positivo, ofrecido recientemente a organizaciones sin fines de lucro como parte del ciclo La salud mental es parte de tu bienestar, iniciativa compartida por la Universidad Albizu y la Fundación Ángel Ramos.

Los investigadores que estudian ramas como la psicología positiva y la meditación destacan los cambios en nuestro cerebro cuando realizamos actividades como hacer ejercicios, cuyos beneficios llevamos escuchando hace largo tiempo. Esas mismas rutinas de ejercicios físicos también inciden en nuestro bienestar emocional y nos hacen más felices.

“¿Por qué? Por una hormona que se segrega cuando estamos haciendo ejercicios, la serotonina, que es la famosa hormona llamada o vinculada con la felicidad. Así que, treinta minutos de ejercicio diariamente contribuyen a nuestro bienestar y a nuestra felicidad, algo tan simple como eso”, dice Pérez.

Vamos bien en este camino hacia sentirnos mejor. ¿Habrá otras acciones sencillas que nos procuren un estado de contentura?

“Otra estrategia que funciona muchísimo es la conexión con otros seres humanos. Por eso, en esta coyuntura en la que nos encontramos, el distanciamiento físico genera mucho malestar porque nosotros somos seres relacionales y seres interconectados que dependemos el uno del otro para poder subsistir. Los alimentos que llevamos a la mesa no podrían estar ahí si no es porque hubo una persona que los cosechó, un cajero que los cobró, es decir cada una de las actividades que llevamos a cabo están íntimamente relacionadas con unos y otros, así que las conexiones también fortalecen nuestro bienestar”, comparte la especialista.

Pérez agrega que otra hormona importante que se segrega cuando estamos “en resonancia y en conexión con otros” es la oxitocina. “Esto es como un coctel bien interesante porque cada una de estas actividades que te he mencionado de alguna manera u otra ayudan en la liberación de ciertas hormonas que están vinculadas con eso. Otra de esas actividades es la meditación. Cada vez son más los estudios que han encontrado cómo beneficia el que nosotros podamos separar cinco minutos mínimos diarios para hacer ejercicios de atención plena o el famoso mindfulness”, señala Pérez.

EL HOMBRE MÁS FELIZ DEL MUNDO

La especialista menciona una investigación realizada en el 2004 y capitaneada por Richard Davidson, en la Universidad de Wisconsin, en la que se estudió el cerebro de Matthieu Ricard, considerado el hombre más feliz del mundo. Se trata de un monje budista que además es biólogo y lleva más de 25 años meditando.

“Encontraron que sus zonas del cerebro vinculadas a la felicidad y al bienestar subjetivo estaban demasiado activas, él rompió el barómetro de la felicidad, estaban súper estimuladas. A partir de ahí, la ciencia comenzó a interesarse más sobre lo que ocurre en el cerebro de un meditador experimentado, se han escrito muchos libros interesantes sobre eso”, aseguró.

El centro negativo del cerebro también ha sido objeto de estudio. Pérez afirma que, desde una perspectiva evolutiva, los seres humanos estamos orientados hacia lo negativo porque desde tiempos ancestrales ello está asociado al instinto de supervivencia y a prevenir el peligro. Aunque es apropiado que funcione, la realidad es que gravitamos hacia el aspecto negativo de las situaciones con demasiada frecuencia. Por ejemplo, si nueve personas te ofrecen comentarios positivos sobre tu gestión y una ofrece uno negativo, cuando llegues a casa es muy probable que solo recuerdes ese.

Cuando dicho aspecto está en desbalance tenemos problemas. “La investigación dice que si nuestro cerebro tiene esa parte que nos ayuda a percibir la amenaza y también conocemos los datos que nos da la neurociencia (sobre las hormonas), sabemos que vamos a necesitar poner más esfuerzos en prestarle atención a elementos vinculados con el bienestar”, dice Pérez. También, agrega que investigaciones concluyen que un 40% de la felicidad está determinado por acciones que hacemos deliberadamente para sentirnos mejor.

Entonces la receta es: separar un tiempo todos los días para llevar a cabo actividades que nos generen felicidad. Además de los ejercicios y conectar con otras personas, llevar un Diario de gratitud es altamente recomendado. ¿En qué consiste? Cada mañana o noche -escoge el momento- debes dar gracias por tres actividades o cosas en tu vida. Esto te ayuda a enfocarte hacia lo positivo.

¿Y quién no quiere ver la vida color esperanza?

El segundo ciclo del taller Estoy determinado a ser feliz y positivo dirigido a adultos, será el 23 de octubre.

Foto / Javier del Valle

 

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