La bióloga marina Chabeli Iglesias Escabí mantiene su cruzada para que las ciencias marinas sean parte de la educación en las escuelas del país desde la primera infancia.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé


Chabeli Iglesias Escabí, bióloga marina

El mar ha guiado muchos de los pasos que ha dado Chabeli Iglesias Escabí en su vida. Lo conoció en los frecuentes viajes a la playa con su familia y le impresionó lo suficiente como para reunir firmas con sus compañeros para que brindaran como electiva la clase de biología marina en escuela superior. Después se convirtió en su tema de estudio; cuenta con un bachillerato en biología marina costanera de la Universidad de Puerto Rico en Humacao y una maestría en oceanografía de la Universidad de Valparaíso, en Chile.

Eventualmente Iglesias quiso lo que parece lógico en una isla, pero no lo es en nuestro país: que el estudio de los océanos sea parte integral del currículo en las escuelas puertorriqueñas. Así que estudió otra maestría en el Programa de Literatura Infantil de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras y se ha insertado en la corriente denominada “educación azul”, para interesar a estudiantes de todas edades en las ciencias marinas.

La joven presentó múltiples recomendaciones de actividades educativas para la primera infancia durante la celebración del Día de la Iniciativa Preescolar 2024 de la Fundación Ángel Ramos, que tuvo lugar el sábado 20 de abril en Ponce.


La bióloga marina compartió la historia detrás del concepto conocido como la educación azul.

“En los veranos mis amistades iban a campamentos, pero mi mamá me llevaba a la playa. Me crie en la playa, aprendí a nadar en la playa y me dije ‘este es mi lugar’”, recuerda la trujillana el comienzo de su relación con el mar.

Iglesias lamenta que tanto la sociedad como el gobierno compartan desinterés por el tema, al punto de que las ciencias marinas no se discutan en los salones de clases, más allá de algún día en la clase de ciencias. Y el mar es fuente vital de vida, puntualiza la bióloga marina quien enumera algunas de sus aportaciones: brinda alimento, impulsa la economía, regula el clima, propicia la recreación, la transportación y, en una isla, se convierte en nuestro hogar. Si necesitas otro dato, aquí va: los océanos cubren el 71% del área de la Tierra.

¿Estamos a tiempo de educarnos en el tema y actuar acorde?, le preguntamos.

“Más que si estamos a tiempo, es que tenemos que hacerlo”, dice convencida la especialista, “no hay de otra, de esto depende nuestra supervivencia, lo estamos viendo todos los días con los calores que sentimos. Tenemos que hacerlo sí o sí. Tenemos que aprender a nadar, eso es fundamental, pero también tenemos que saber qué hay ahí debajo. Hay diferentes formas de informarse, ahora mismo no hay excusa para no estar educados y no saber que hay que hacer algo para cuidar los océanos”.

LOS PEQUEÑOS Y EL TEMA

"Este día se trata de compartir conocimiento, de disfrutarnos nuestra naturaleza isleña y de salir de aquí con las manos llenas para seguir multiplicando los saberes con los más pequeños. Esa es nuestra ilusión".
Laura López
Directora ejecutiva
FAR
 

Quien piense que los niños y niñas en edad preescolar nada más comprenden dibujos animados sobre la vida marina, debe conocer las experiencias de la bióloga marina con esta población. Cuanto antes los expongamos a la vida bajo el agua, mejor.

“Les interesa el tema y mucho”, afirma Iglesias.

“Yo estaba haciendo una lectura con unos niños de kínder, abrí ese libro de peces y los niños empezaron a acercarse y me decían ‘este es tal pez’, los identificaban y preguntaban. Todos terminaron tocando el libro. Me pasó también con otra nena que me pedía siempre el libro de las ballenas, un libro que es en inglés, informativo, mucho texto y ella seguía ‘el libro de las ballenas’, yo se lo daba y ella lo abrazaba. Ya las conocía y me decía ‘esta es mi favorita’ y cuando le preguntaba el nombre me decía ‘la orca, esa es mi ballena favorita’. Ese interés no se puede dejar caer”.

Durante su presentación en el evento de la IP en Ponce, Iglesias recomendó incluir literatura infantil, giras educativas, vídeos, invitados profesionales, experimentos, arte y hasta juegos dramáticos para instruir el tema marino desde que los futuros estudiantes asisten a centros de cuido. Los docentes aprendieron formas de enseñar a diferenciar el agua dulce de la salada, a crear una caja sensorial con texturas similares a las pieles de los peces, a crear mosaicos y mostrar vídeos que recogen los sonidos del mar, entre otros recursos.

“Pasé de estudiar biología marina a educación con la pregunta de cómo yo puedo enseñar la biología marina para la niñez. Había pasado un simposio de Latinoamérica y el Caribe sobre alfabetización oceánica, pero el tema se venía hablando así que entré a la maestría en Educación pensando en cómo traer el tema de las ciencias marinas a la niñez de manera sencilla, sin que deje de ser biología marina. La profesora Ruth Sáez me trajo el nombre de ‘educación azul’ y de ahí partimos. Espero que las personas y que el Departamento de Educación lo acojan y se haga parte del currículo escolar. Si no, espero seguir llevando el mensaje a través de las organizaciones sin fines de lucro”.

Los cambios climáticos imponen que dejemos de dar por sentado el mar que rodea nuestra isla, ya es requisito conocerlo y protegerlo. “Como isleños es algo natural interesarnos por estos temas, quizás pensamos que el océano siempre va a estar ahí, no importa cuánto daño le hagamos, y esa es una idea bien equivocada. Quizás por eso no nos importa lo que hay debajo del agua”, acaba Iglesias.

Ya es hora de prestar atención.

Fotos / Javier del Valle

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