Una visita a la YMCA de San Juan comprueba que sus participantes de todas edades encuentran oportunidades de desarrollo y, también, amistades a largo plazo.
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
“Llegueeeeé”, saluda una mujer en el vestíbulo de entrada de la sede de la YMCA en San Juan, ubicada en el comienzo de la Milla de Oro en Hato Rey. Atraviesa el portón con cerradura electrónica luego que recibe efusivas respuestas a su saludo, y pasa al área de la piscina donde tomará clases. Ahora que la tarde cae, nadie teme a la temperatura del agua, pues su calentador la mantiene cálida.