Mari Mari Narváez
OENEGÉ
Aquella noticia había impactado a una buena parte del País. Casa Julia, esa institución social que durante tanto tiempo se había responsabilizado por albergar a sobrevivientes de violencia doméstica y sus hijos, tenía que cerrar sus puertas. Como muchas otras veces, faltaban los recursos. Pero esta vez la situación se hacía aún más crítica, llevándolos al borde del cierre. Los directores de la organización acudieron al Colegio de Contadores Públicos Autorizados (CCPA) a pedir ayuda administrativa. El Colegio rápido activó a sus miembros voluntarios para ayudar en la supervivencia de la Casa Julia. Entre ese y otros muchos esfuerzos, las cosas empezaron a mejorar. Pero aquella situación de emergencia sirvió para que un grupo de esos contadores se diera cuenta de que el problema no era solo en Casa Julia. Eran muchas las Organizaciones Sin Fines de Lucro (OSFLs) que ofrecían servicios sociales vitales para el País pero sufrían de una serie de problemas administrativos que no les permitían ser exitosas. Desde presupuestos inexistentes o mal diseñados hasta insuficiencia de fondos, exceso de gastos, problemas estratégicos, de contabilidad, recursos humanos, entre otros. Fue ahí cuando nació el germen, la primera idea de lo que más tarde ese mismo año de 2007 se convertiría en Asesores Financieros Comunitarios (AFC).
Mari Mari Narváez
OENEGÉ
Toda la vida, Miguel Soto Class observó el País desde lugares distintos. De pequeño vivió en Aguadilla, donde su papá era pastor en una iglesia. Allí fue a una escuela pública. Más grandecito se mudó a la ciudad, donde lo enviaron a un colegio muy exclusivo. Su padre, aguadillano, venía de una familia pobre. Su madre, hija de un empresario, era de una familia sanjuanera con recursos.
"Tengo los dos mundos", dice en entrevista con OENEGÉ a propósito del 15 aniversario del Centro para una Nueva Economía (CNE), que él ideó y fundó. El CNE es el primer y único laboratorio independiente de ideas en Puerto Rico, y se dedica a producir investigación y propuestas de política pública sobre asuntos de desarrollo económico.
"La familia de mi papá era bien estadista y por el lado de mi mamá eran bien populares. Así que también tengo esa dicotomía política. También tuve unas experiencias interesantes con la diáspora. Primero con mi abuelo, porque tenían una fábrica en Nueva York y habían vivido allá. Era bien común hablar de esa comunidad puertorriqueña como que 'estos no son puertorriqueños, estos son de allá'. Pero yo tuve una experiencia distinta porque desde chiquito ya yo sabía que había una gente allá. Tenía muchos tíos que se habían ido. Así, toda mi vida ha sido una dicotomía entre posturas políticas, ricos y pobres, puertorriqueños de aquí y de allá, San Juan y la Isla".
15 años del Centro para una Nueva Economía
Mari Mari Narváez
OENEGÉ
Observar cómo se mueve el mundo. Inspeccionar en detalle el rastro que va dejando ese flujo universal de los recursos en la vida de la gente. Pensar en los efectos de las cosas, imaginar una vida distinta, proponer caminos concretos para llegar ahí.
Parecería una tarea, a lo sumo, abstracta. Pero en el Centro para una Nueva Economía (CNE), se trata de una labor diaria, concreta, planificada.
“Todo empieza con una buena idea”, dice Deepak Lamba Nieves, director de Investigaciones en este laboratorio de ideas, al cual ha estado vinculado casi desde sus inicios. “Pero es más difícil de lo que uno piensa porque, no porque tengas una buena idea, eso va a tener el grado de recepción que tú estimas. Tienes que cabildear, persuadir con un mensaje claro y una serie de ejercicios a un público más amplio”.
Mariana Emmanuelli
OENEGÉ
“Nosotras sabíamos que algo tan lindo tenía que existir”. Estas fueron las palabras que despertaron en Carmen “Ñañi” Irene Sein de Santoni, un sentimiento de responsabilidad moral por educar a los jóvenes y niños del País.
Sein de Santoni, representante de la Junta de Directores de la Fundación Puertorriqueña de Zarzuela y Opereta, cuenta que había llevado a unos jóvenes a ver el ensayo general de una zarzuela, ya que ellos no tenían los recursos para ir al concierto. Entonces le preguntó a dos de las jóvenes qué les había parecido. Jamás pensó que se iban a disfrutar el concierto de esa manera. Los mismos jóvenes decían que lo que les gustaba era escuchar rock y salsa, entre otros géneros.
Sein de Santoni se dio cuenta de lo mucho que puede influir la música en los jóvenes. “Los puede llevar a crear un estilo de vida mucho más bonito”.