Ahora que el aislamiento social por coronavirus se impone, repasamos el impacto efectivo de la labor ciudadana en las recientes crisis que precedieron la pandemia: el huracán María y los terremotos de principio de año.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé

Ayudar a otros no es una experiencia aislada. Días después del huracán María, la consigna entre la población parecía ser “me afectó, pero puedo dar la mano a otros”. Así miles de boricuas en la isla y en el exterior generaron esfuerzos variados para auxiliar a comunidades que el gobierno no alcanzó a atender. Cuando vivimos los terremotos que mayormente afectaron la zona sur del país a inicios de año, nuevamente se activó la ciudadanía para ayudar de la manera que entendieron posible.


El geólogo Pedro Israel Matos Llavona orienta comunidades en el sur de la isla
sobre la actividad sísmica que experimentaban. Foto / Suministrada

Comprobado quedó que ese voluntariado comunitario que surge de manera espontánea ante situaciones críticas en Puerto Rico llegó para quedarse. La empatía y el deseo de recuperar normalidad a la mayor brevedad encienden los esfuerzos. Las redes sociales les ayudan a convocar, a visibilizar y a registrar su labor. Están vivos y alertas.

El tercer sector ha buscado cómo aprovechar esa noción de empatía y responsabilidad en programas como Ciudadanía Activa PR, que capacita a las organizaciones sin fines de lucro para incluir a ciudadanos en sus filas de servidores. Pero la nueva costumbre de voluntariado que estamos atestiguando, ya ha marcado a una generación de puertorriqueños. No necesariamente es el vecino de al lado el que te da agua, es un boricua desconocido quien se ocupa.

“Lo que ya aprendimos es el principio de la participación ciudadana: que a todos y a todas nos toca aportar para solucionar los problemas sociales que vive nuestro país, y que eso no es un asunto únicamente del Estado, como hasta antes del huracán María nos habían vendido”, expresa Astrid Morales, consultora en desarrollo organizacional.

Expertos en el tema, como Morales, describen el interés como un aumento en el capital social, definido por ésta como la capacidad de conocerse, conectarse, confíar y resolver sus necesidades. Y la lección parece haber sido aprendida. Vamos a algunos ejemplos.

CONECTAR CON EL QUE NECESITA


Entrega de lámparas solares enviadas desde Maryland a través de la
iniciativa Historias de camino. Foto / Suministrada

La periodista Yomaris Rodríguez y el fotógrafo Ángel Vázquez, fundaron en el 2015 “Historias de camino”, una iniciativa para aliviar la pobreza que encontraban en sus viajes fuera de la isla, la cual se activó aquí tras el ciclón María.

Su modo de actuar es ir a la zona e identificar las necesidades de individuos, familias y comunidades. Cuando retornan a ellos, les entregan la ayuda específica. Para rendir cuentas a los donantes, documentan todo con vídeos, fotos de recibos de compra y entrega de mercancía. También guían a otras personas que quieren adoptar “casos” de familias necesitadas.

“Vamos directamente dónde la gente, preguntamos, averiguamos, no vamos a los refugios porque mucha gente les lleva cosas. En María íbamos a la montaña y así, en el camino, encontramos la necesidad. Siempre buscamos ir más allá del líder comunitario”, explica Rodríguez.

“A nosotros lo que nos interesa es qué pasa luego de esa primera visita, porque si de verdad tú quieres hacer la diferencia debes dar algún seguimiento. Nos mueve esa mirada de esperanza de quienes reciben la ayuda que te dice ‘wao, las cosas van a cambiar’; eso nos llena el alma, es una satisfacción que no la paga nada porque es del corazón. Aquí ya estamos acostumbrados a dar la mano, lo vimos de nuevo en el terremoto”, declara Rodríguez.

Marietta Matos Llavona también ha repetido ejercicios de donación, contando con aliadas como Juliana Llavona y Yeiniz Nevarez, entre otros. A pocas semanas del huracán María, lograron llevar una cena caliente a un sector necesitado en Comerío y dos médicos de una organización sin fines de lucro en Nueva York establecieron mini clínicas y orientaron sobre maneras de purifricar el agua que escaseaba.


Labores de apoyo en una organización en Vega Alta. Foto Archivo FAR / Javier del Valle

Tras los sismos de este enero, acudieron a comunidades en Yauco, Guánica, Guayanillas, Peñuelas y Lajas a llevar artículos de superviviencia y para acampar, mientras su hermano Pedro, que es geólogo, educó sobre conceptos como magnitud, intensidad y profundidad para entender los movimientos telúricos.

“En María nos dimos cuenta que había muchas personas teniendo la misma iniciativa y decidimos unir fuerzas para llegar a más gente. ¿Qué los movió? Que no toleraban no hacer nada dentro de toda la situación, porque ellos tuvieron suerte de estar menos afectados”, describe Matos Llavona, quien se desempeña como contadora pública autorizada.

“En los terremotos las necesidades eran distintas y había que averiguar, también había mucha incertidumbre porque no paraba de temblar. Mucha gente canalizó su deseo de ayudar con nuestro esfuerzo porque no querían estorbar o tenían miedo de ir al sur. Primero fuimos en una ruta exploratoria, buscábamos al que tuviera una libreta y lápiz en mano porque ese era el líder de la comunidad para saber qué necesitaban y luego regresamos a entregar; llevamos 9 pickups llenas. Este esfuerzo comunitario es más común de lo que la gente piensa”, relata Matos.

DE SELFIES Y VÍDEOS

Pero el cielo no puede taparse con la mano; también hay personas que convierten la oportunidad de ayudar en un espectáculo en redes sociales. Rodríguez, de Historias de camino, reconoce que “la gente está dada a dar”, aunque en ocasiones se percibe “el fenómeno de ‘vámonos de trip a llevar cosas y a hacernos fotos’”.


Entrega de suministros en la comunidad Punta Santiago en Humacao.
Foto Archivo FAR / Javier del Valle ...

Sin embargo, es justo decir también que las redes sociales han ayudado a maximizar los esfuerzos de voluntariado.

“Con sus luces y sus sombras -y las sombras son no entregar una bolsa de alimentos sin tomarme el selfie en algunos casos- las redes sociales han puesto sobre la mesa que la ciudadanía está acitvada, movilizada y dispuesta a aportar lo que puede y lo que tiene para minimizar el impacto de los momentos históricos que vive el país”, sostiene Morales.

La especialista recuerda que antes de esta revolución digital, si las comunidades alternas querían tener un espacio para visibilizar sus dilemas debían esperar por el Estado o por los medios de comunicación tradicional.

“Lo que nos trae esta época es que cualquiera puede levantar la voz, visibilizar y concretar, eliminando el intermediario que a veces diluía la capacidad y la respuesta inmediata”, advierte Morales. “La invitación es a que esa energía hay que seguir capitalizándola”.

Y exhorta también a desmitificar la noción de que el desarrollo comunitario solo ocurre en condiciones de pobreza.

“Está comprobado que las comunidades que tengan esa capacidad (para el desarrollo comunitario) van a estabilizar sus necesidades más rápido, lo que permite que la vida vuelva a la normalidad lo más pronto posible y que la educación y la economía no se detengan. Al final del día, ese es el principio encapsulado de la participación ciudadana”, dice Morales.

“A ese ciudadano que se movilizó quiero agradecerle su capacidad de respuesta que nos recordó el deber ciudadano de aportar, servir y atender nuestros problemas sociales”, culmina la consultora en desarrollo organizacional.

 YA AYUDASTE…
¿AHORA QUÉ SIGUE?

Repasa críticamente tu forma de ayuda -aciertos y desaciertos- y fortalece tu red de amigos y familiares dispuestos a apoyar en situaciones críticas.


Evalúa cómo puedes insertarte en esfuerzos de colaboración que se mantienen. Por ejemplo, puede ser a través de una comunidad o una organización sin fines de lucro con la que desarrollaste afinidad.


Identifica dónde tu tiempo puede ser más útil y eso va desde espacios geográficos hasta áreas de interés, como atender poblaciones específicas: niños, jóvenes o ancianos, entre otras. 


Fuente: Astrid Morales, especialista en voluntariado  

Fotos: Archivo FAR / Javier del Valle y Suministradas

 

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