Inspirados en la Semana de la Niñez Temprana, organizaciones integrantes de nuestra Iniciativa Preescolar compartirán en Oenegé guías y actividades para procurar el bienestar de los niños en casa. Continuamos la serie con APRENDO, programa de Fondos Unidos de Puerto Rico.

Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé

Si le da una rabieta, si está más callado de la cuenta, o si no puede dormir, las emociones de tu pequeño podrían estar alertando que la cuarentena ya le está pesando. Olvidar los sentimientos de los menores de la casa es un grave error. Si los adultos se sienten agobiados en este periodo de incertidumbre, ¿por qué ellos no podrían sentirse igual?

“Una de las cosas más importantes que los padres puedan identificar son los cambios en conducta. Si están llorando o más ansiosos, puede haber algún tipo de regresión a etapas del desarrollo que habían trabajado, como la rutina del toilet training, y a lo mejor vuelven a hacer pipi en la cama. Esas son señales de angustia y se deben cotejar los indicadores de algún conflicto emocional, ya que son parte de lo que estamos viviendo”, expone Bárbara González, directora del programa APRENDO de Fondos Unidos de Puerto Rico.

El cambio de patrones que hemos experimentado, también, puede hacerlos susceptibles a alteraciones en el ciclo del sueño. “Hay que crear nuevas rutinas con ellos y tener una conexión diferente y lo más positiva posible”, insiste González.

Para eso hay que estar atentos a las emociones. No importa la edad. La actividad que propone APRENDO fomenta el desarrollo de las habilidades emocionales. Se trata de dibujar con los niños diez caras que demuestren la diversidad de sentimientos: la alegre, la triste, la enfadada o la curiosa, entre otras.

“A lo mejor pueden dejarse llevar por los emoticones”, sugiere González. “Al discutir cada emoción ellos van aprendiendo a identificarlas y su vocabulario. Después los nenes pueden imitar la carita, se les sacan fotos y hacen un ‘Libro de las emociones’. Es bastante cómico, una actividad divertida que ya hemos hecho”.

Pero luego del juego, la dinámica familiar puede pasar a repasar emociones recientes: ¿qué sentiste cuando lloraste ayer?, ¿por qué no querías jugar esta mañana?, ¿por qué gritaste? Menores y adultos pueden conversar sobre sus sentimientos y cómo manejarlos.“Los niños no solo aprenden sobre sus emociones, sino que luego pueden transferir ese conocimiento para que las identifiquen en otros y, en este momento, eso es bien importante, ya que hay unos límites: si mamá está enfadada o papá está deprimido necesita un tiempo, a lo mejor una hora en otro cuarto haciendo alguna actividad de autoayuda. La actividad de las caritas se convierte en un modelaje para manejar las emociones de una manera positiva”, asegura González.

La directora subraya que, además, es importante “darles aliento a los niños”. Igual que le decimos a los adultos: ‘todo estará bien’, ‘saldremos fortalecidos’, ‘mañana estaremos mejor’, debemos reafirmarles esas premisas a los pequeños. ¿Qué podemos decirles? “Que esta es una situación pasajera, que aprenderemos mucho de ella y saldremos hacia adelante”, culmina González.

 

*Busca en las próximas ediciones de Oenegé más recomendaciones de actividades para trabajar en casa durante este periodo de distanciamiento físico.

 

Web Analytics