Este acto performático fue el plato principal del evento Noche de las buenas voluntades que significó el cierre de la primera etapa de lucha de un movimiento que nació hace seis semanas y que logró aglutinar 140 organizaciones sin fines de lucro. Muchas de estas salieron del anonimato desde el cual por años han ofrecido servicios de educación o salud, entre otros, para reclamar al Gobierno que no recortara los fondos que en ellas invierten. Se celebró el último día del año fiscal. La mañana siguiente amanecerían con un nuevo presupuesto que confiaban, como mínimo, se mantuviera como el del año anterior.

La Noche de las buenas voluntades tuvo lugar el martes en una noche que regaló brisa fresca y luna llena. La cúpula de mármol del Capitolio regaló luz. Los tambores que tocaban Cecilio Paula y María Burgos, de la organización Crearte, marcaron el paso en los momentos de solemnidad y, cómo no, en los de alegría.

"Esto no es un cierre, yo creo que esto es el inicio de un gran proyecto, de algo que todos hemos hecho hace muchos años desde nuestras organizaciones. Ahora hemos descubierto que el país nos necesita juntos", afirmó Brenda Santos, directora ejecutiva de Crearte, en su intervención para luego exhortar a los asistentes a abrazarse y celebrar la lucha en compañía.

"Esa es la alegría de hoy, que aquí hay mucha gente, que nos tenemos que acercar porque somos más los buenos. Hay mucha gente buena en el país que no se conoce, las comunidades que están con nosotros son de esa gente buena. Todas esas voluntades son nuestra misión, nuestra meta, nuestra alegría, nuestro alimento de todos los días. ¿Dónde está la alegría de nuestra lucha?", preguntó Santos.

A juzgar por las intenciones y las voluntades leídas en voz alta al entregarse, esa alegría radica tanto en el poder servir como en el sentirse servido. Wilfredo Damiani, de Boys & Girls Clubs guiaba la lectura y exhortaba a que estas fueran compartidas en las redes sociales bajo los hashtag #mibuenavoluntad y #Una SolaVoz.

"Los seres humanos que se mantienen luchando juntos en la vida son los imprescindibles", compartió Damiani un pensamiento en el que cree.

Entonces el público, integrado por unas 250 personas, se acercó al pebetero de cinco pies de diámetro y cuatro de alto construido en madera, acrílico y aluminio por los artistas Garvin Sierra, Miguel Torres, Félix Meléndez y Carlos Fábregas en el Museo de Arte de Puerto Rico. Sus deseos se escucharon.

"Que la dignidad humana sea prioridad en la toma de decisiones del país". "Que niños y jóvenes tengan un sitio donde encuentren pensamientos positivos". "Mi buena voluntad es que no falte el pan en ninguna mesa puertorriqueña".

"Que nadie en Puerto Rico se quede sin hogar". "Que cada persona tenga un techo y a nadie le falte un plato de comida caliente". "Que cada deambulante y adicto pueda superarse como lo hice yo". "Que cada habitante de Puerto Rico sea luz para los demás". "Que los gobernantes desarrollen sensibilidad hacia la comunidad de edad avanzada". "Que haya acceso a tratamientos con igualdad, respeto y equidad". "Que los usuarios de sustancias controladas tengan un lugar donde sean escuchados y recibidos con amor".

"Que nuestros viejos no sean olvidados". "Que creamos en la dignidad del ser humano". "Que las organizaciones sin fines de lucro sigan siendo esperanza para las familias de Puerto Rico y sabiduría para nuestros gobernantes". "Que el Gobierno busque soluciones reales: no más cuentos de camino". "Que la juventud pueda ser tratada con igualdad". "Que el dolor se convierta en alegría, la esperanza en horizonte y la noche la podamos convertir en un nuevo amanecer". "Que los partidos se unan y apoyen nuestras artes y nuestra cultura porque sin cultura no somos nada".

Cada persona en el espiral tuvo su momento de acercarse al pebetero y de expresarse. Los tambores de Crearte acompañaban suavemente el rito.

AIRES DE COMIENZO

"La vida nos ha juntado", puntualizó Santos, de Crearte, al final de la actividad. Junto a José J. Oquendo, de PECES, ésta fungió como portavoz del movimiento Una sola voz que se ha distinguido por no descansar en un solo rostro al dirigirse públicamente.

"Somos poderosos porque estamos juntos. Somos más fuertes que los que están ahí dentro", agregó Santos aludiendo a los legisladores.

"¿Dónde está ese compromiso? Esto no acabó hoy, esto comienza.... Nuestro espíritu se tiene que juntar para transformar nuestro país y construir una nueva civilización de amor para que nuestros niños, jóvenes, viejos y los que viven en la calle tengan una vida buena, sana y de calidad", insistió Santos.

Oquendo, por su parte, pidió que cesaran de sonar los tambores. Reunió nuevamente al público disperso en la plazoleta que se tomó de las manos en un gran círculo. Agradecieron a Dios y a los compañeros que laboraron sin descanso para dejar saber al Gobierno, no solo que el Tercer Sector existe sino lo que sucedería en la isla si no existiera.

"Unión de propósitos fue lo que definió un papel en la vida de nosotros", reflexionó Oquendo de PECES en su participación final, "un papel que dijo que iba a atentar contra nosotros, contra nuestra gente, la que hemos atendido eficazmente por muchos años y de esa crisis surgió ese junte que es histórico no solo por lo que logramos, es por lo que vamos a lograr".

Oquendo enfatizó que la misión de defender los mejores intereses del Tercer Sector no culminaba esa noche para el colectivo.

"Tenemos que empezar a mirarnos solidariamente y a construir un Puerto Rico distinto. Ya se acabó la oportunidad de mirar cada uno de nosotros para el lado protegiendo nuestro espacio, es momento para construir un Puerto Rico juntos. Nosotros le demostramos la mejor cara de nosotros que son nuestros participantes, y tú y yo (demostramos) que juntos podemos cambiar a Puerto Rico, eso lo hemos venido haciendo hace mucho tiempo", insistió el líder de PECES.

Sin embargo, Oquendo identificó el gran desafío que enfrentan como colectivo: evitar desintegrarse arrastrados por la cotidianeidad.

"Nosotros dejamos de ser uno y ese es el reto ahora. Somos muchos y ahora nuestro reto es que bajo el manto de la confianza nos encerremos en nuestros entornos y esto se acabó, ése es un gran riesgo. Así que el ruego de hoy es que mantengamos el espíritu de unidad que nos unió. Hubo que sacrificar muchas cosas pero rindió frutos y el reto es que sigamos caminando juntos", pidió Oquendo.

Para sellar la promesa, el grito distintivo del colectivo fue exclamado fuerte y al unísono. "¡Una sola voz!".


 

Este reportaje es parte de la serie especial de Oenegé “Tercer Sector: Aquí está la huella”.

 


Fotos por Juan Carlos Álvarez Lara

 

 

 

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