Un estudio realizado por el Instituto de Desarrollo de la Juventud define las circunstancias económicas que ha provocado la pandemia por COVID-19 en los menores que viven en nuestra isla.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé

El sentido común se impone. Lo que antes era débil ahora estará más vulnerable luego de que la pandemia se instaló en nuestras vidas. Pero la suposición no es suficiente. El Instituto de Desarrollo de la Juventud (IDJ) realizó un estudio a inicios del verano para verificar el impacto de la cuarentena y detener el avance del COVID-19 en la seguridad económica de la niñez y sus familias en la isla. El panorama no parece haber cambiado mucho.

En el resumen ejecutivo de la investigación se define la pandemia por COVID-19 como “el desastre natural de mayor alcance vivido por los puertorriqueños en los últimos años”. Destaca entre sus características que “todas las personas están en riesgo de contagio, el virus está en todas partes del mundo y las fronteras no pueden clausurarse, el enemigo es invisible y puede persistir por meses y aún años”.

“Como ha sucedido en los desastres naturales anteriores, la alta tasa de pobreza es la vulnerabilidad patente. Un total de 343 mil niños y niñas de Puerto Rico, 58%, viven en la pobreza, según definida por los estándares federales. Múltiples estudios han demostrado que las familias con niños que viven en la pobreza son las más afectadas por los desastres ocasionados por fenómenos naturales”, puntualiza el estudio.

El Puerto Rico en que viven estos menores tiene una mayoría poblacional de envejecientes, todavía arrastra los estragos del paso del huracán María en el 2017 y de los terremotos en el suroeste que comenzaron en enero de este año.

Como resultado, las familias enfrentan inseguridad económica y alimentaria, pobres condiciones de salud y un alto porcentaje de trabajadores está en riesgo de perder el empleo por las órdenes de cierre de la cuarentena. Destacan los hogares monoparentales y la falta de tecnología dificulta los procesos.

Cabe señalar que tanto familias como trabajadores han tenido acceso a recibir entre $5.4 y $5.9 mil millones en ayudas estatales, directas en efectivo y mediante el desempleo federal por pandemia. El impacto de la pandemia en la pobreza y las familias con niños varía según los escenarios.

A continuación, te mencionamos dos tipos de impactos inmediatos, según consigna la investigación.

  • Si una familia está 4 meses sin empleo el aumento en la pobreza infantil fluctuaría entre un 58 a 65%, mientras que con las ayudas el porciento disminuiría a 34%. 43,000 menores caerían en el renglón de pobreza.
  • Si el desempleo se extiende por 6 meses en un año sin recibir ninguna ayuda gubernamental, el estimado de pobreza infantil se eleva de 58% a 62% lo que provocaría 23,000 niños y jóvenes entrarían en el espectro de pobreza. Con las ayudas locales y federales, la pobreza se mantendría en 48%.

Todas estas cantidades lo que nos confirman, resalta el resumen del estudio, es la efectividad de las ayudas gubernamentales en reducir la pobreza que provoca el COVID-19 si llegan a tiempo a las personas y si las personas pueden reinsertarse al trabajo entre cuatro y seis meses luego de perderlo.

“Sin embargo, las ayudas son temporeras. Cuando la pandemia se aplaque, si no se toman las medidas podemos volver a la “normalidad” de una pobreza infantil de 58% o tal vez más alta”, se destaca en la investigación.


Fuente: Instituto Desarrollo Juventud

En la investigación se destaca que estas proyecciones son aproximaciones hechas bajo supuestos e incertidumbre.

“Por ejemplo, suponen que todas las personas reciben las ayudas para las que son elegibles. Si no se reciben las ayudas, la reducción de la pobreza sería menor. Igualmente, aunque se hicieron esfuerzos por asignar las ayudas a las personas elegibles, es posible que debido a la falta de información, se estén asignando ayudas a algunas personas que no son elegibles, lo cual exageraría las reducciones en pobreza. Aún con las ayudas de la pandemia hay un segmento de niños que continúa bajo la pobreza, especialmente bajo la pobreza extrema, para estos es necesario desarrollar otro tipo de asistencia que reduzca su vulnerabilidad”, puntualizan.

Reconocen, de igual modo, que el escenario de ayudas ante la pandemia evoluciona a diario. “No se conoce si habrá otros tipos de ayudas en los próximos meses o si los beneficios federales de desempleo se extenderán luego del 31 de julio del 2020. Por lo tanto, la reducción en la pobreza puede ser temporera y, cuando la pandemia se aplaque, Puerto Rico puede volver a las tasas de pobreza infantil ‘’normales’’, de 58 % o aún mayores. Este sería el escenario a menos que se adopten políticas públicas que provoquen una merma permanente en la pobreza”, concluyen.

QUÉ SE PUEDE HACER

A corto plazo, el IDJ propone en el renglón de seguridad económica promover el Crédito por Ingreso Devengado local, el Crédito para patronos, las Ayudas de emergencia en efectivo y a estudiantes universitarios y aumentar el acceso a cuido para los niños de los trabajadores esenciales.

La brecha digital le pone el pie al desarrollo de los niños. Por lo tanto, se exhorta a ofrecer internet a familias con mayor necesidad y aumentar la compra de tabletas para educación en línea. También, uniformar la educación K-12 a distancia y mejorar la capacidad de las agencias para responder a las necesidades de las familias y los niños.

Para procurar la seguridad alimentaria, se invita a habilitar el programa de Pandemic EBT para Puerto Rico y agilizar el desembolso de las ayudas de WIC. De igual manera, se pide un aumento en fondos para el Programa de Asistencia Nutricional (PAN).

Encuentra el estudio completo en este enlace de la Biblioteca del Instituto de Desarrollo de la Juventud: http://juventudpr.org/biblioteca.html

 

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