Desde la década del 80, la Fundación Ángel Ramos comenzó su relación con el Observatorio de Arecibo impulsando sus programas académicos y, luego, auspiciando el Centro de Visitantes y el anfiteatro.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé

Mirando atrás, esta es la mejor forma de describir la larga relación de colaboración entre la Fundación Ángel Ramos (FAR) y el Observatorio de Arecibo: “Ha sido verdaderamente un honor”, dice Roberto Santa María presidente actual de la institución filantrópica, “porque no hay otro proyecto de tal magnitud en Puerto Rico”.

“Y lo importante es que en la Fundación vamos a seguir tratando de hacer lo que haya que hacer para que se reconstruya el radiotelescopio. A corto plazo queremos ver qué se hace con las exhibiciones, para que niños y público general puedan seguir beneficiándose”, añade el líder de FAR.  Agrega que al igual que el resto de los boricuas, la Junta de FAR y sus empleados están sorprendidos y tristes por el colapso del radiotelescopio.

El Observatorio de Arecibo es uno de los proyectos más importantes de FAR. En el 1989 inició el vínculo cuando unieron fuerzas para crear el Centro de Visitantes Fundación Ángel Ramos, luego en el desarrollo e implantación de programas educativos para estudiantes, capacitación para maestros y en el establecimiento del Anfiteatro bautizado Argentina “Tina” Hills.

Desde ese momento, las aportaciones han sobrepasado los $2.3 millones a través de los distintos consorcios de manejo que ha tenido el Observatorio: bajo la Universidad de Cornell, con el junte del Universities Space Research Association (USRA), Stanford Research Institute (SRI) & UMET-SUAGM y con el más reciente, integrado por la Universidad de Florida Central (UCF), Yang Enterprize y USAG. Bajo dicho consorcio, FAR realizó una segunda inversión significativa dirigida a la renovación del centro y a la adquisición de nuevos módulos educativos. En el 2016 se reinauguró como Centro de Ciencias y Visitantes Fundación Ángel Ramos.

Además, se impulsaron nuevos programas educativos con contenidos aportados por la Universidad Ana G. Méndez, cuyas partidas acumuladas desde el 2011 sobrepasan los $900 mil.

“Nosotros nos hemos enfocamos más en la parte educativa del Observatorio. Haber podido participar en los orígenes de la construcción de ese Centro de Visitantes, dio una visión de la importancia que tiene la educación en las ciencias para muchas personas que no tienen acceso de ninguna otra manera a algo como era el Observatorio”, señala Santa María.

“Yo he visto bien positivo que las diferentes personas y entidades que están de alguna forma alineadas con este proyecto, como la Universidad de Florida Central, administradora del Observatorio, la Universidad Ana G. Méndez y la Fundación, se están moviendo rápidamente para ver qué se puede hacer ahora, no esperar seis meses o un año para entonces empezar a planificar”.

Aunque consciente de que será un esfuerzo difícil debido a los altos costos y las consideraciones ambientales que deberán primar en el proceso, Santa María comparte la esperanza de muchos puertorriqueños: que se reconstruya el radiotelescopio.

“Hay muchos esfuerzos que se están haciendo ahora mismo para tratar de crear conciencia, a cargo de científicos y de estudiantes. Aunque se le está dando mucha importancia a los científicos que vienen todo el año a hacer sus investigaciones, no podemos dejar de ver lo que representa el Observatorio para Puerto Rico en términos educativos, económicos y turísticos. No creo que haya un proyecto tan emblemático como el Observatorio, que es conocido en todo el mundo”, insiste Santa María.

El Observatorio recibía anualmente unos 100,000 visitantes, de los cuales 30,000 eran estudiantes de todos los niveles.

SIEMPRE EN MOVIMIENTO

Con buenos ojos, Santa María ve que la dirección del Observatorio no se haya quedado “paralizada”, en medio de la emergencia que viven, y que no hayan olvidado el componente educativo mientras están en la rigurosa tarea de identificar daños, servicios que todavía pueden ofrecer y reflexionan sobre la posible reconstrucción del proyecto científico.

“Yo he visto bien positivo que las diferentes personas y entidades que están de alguna forma alineadas con este proyecto, como la Universidad de Florida Central, administradora del Observatorio, la Universidad Ana G. Méndez y la Fundación, se están moviendo rápidamente para ver qué se puede hacer ahora, no esperar seis meses o un año para entonces empezar a planificar. Lo veo bien positivo para que los estudiantes no pierdan parte de lo que es el Observatorio, por ellos hay que seguir porque a lo mejor ibas y al principio no entendías mucho cómo funcionaba, pero luego las exhibiciones le daban algo más real a la experiencia para poder pensar, soñar y decir ‘yo quiero ser científico’, para saber que había otras cosas a las que podían aspirar en el mundo”, opina el presidente de FAR.

Agregó Santa María que “a nivel temporero, a las exposiciones educativas hay que buscarle un espacio para que la gente pueda seguir disfrutándolas”.

“Todo es tentativo hasta el momento, porque hay que evaluar cuáles se pueden sacar de la sede del Observatorio, pero algunas podrían moverse a organizaciones donatarias nuestras”, dice sobre muestras únicas en la isla en los campos de Astronomía y Astrofísica.

No es la primera vez que FAR apuesta por el futuro del Observatorio. En el 2016 participó en las vistas públicas de la NSF para defender su permanencia debido a su importancia científica a nivel mundial, su valor educativo para nuestra comunidad y su potencia como activo de desarrollo económico y turístico. Ante el nuevo escenario, la lucha por impulsar su renovación continúa.

Fotos / Archivo FAR

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