Siempre interesada en el presente y en el futuro de nuestra niñez, Carmen “Tita” Rodríguez fue una aliada incondicional de la Iniciativa Preescolar de la Fundación Ángel Ramos hasta su fallecimiento.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé

Hace 15 años, la Fundación Ángel Ramos (FAR) estableció la Iniciativa Preescolar (IP) para apoyar programas educativos dirigidos por organizaciones sin fines de lucro que establecen las condiciones ideales para que niños preescolares -entre los 0 y los 6 años- en Puerto Rico, reciban servicios de cuido y educación de alta calidad.

¿Cómo? A través de la capacitación del personal educativo y directivo de los centros escolares que atienden a dicha población. Una base sólida en esos años formativos puede crear las bases apropiadas para que el buen aprendizaje y el éxito en la escuela estén más cerca de los futuros estudiantes.

Alcanza, de la Universidad de Puerto Rico; APRENDO, de United Way Puerto Rico; Certificación Montessori, del Instituto Nueva Escuela; Despertar Musical, del Conservatorio de Música de Puerto Rico e Integración de las Artes Visuales, del Museo de Arte de Puerto Rico, forman parte de esta iniciativa. Juntas crean currículos innovadores e implementan prácticas educativas idóneas, así como diseñan materiales y publicaciones educativas de alta calidad que integran a sus programas, entre otras metas. 

En década y media de labor, FAR ha invertido más de $10 millones en este proyecto que ha logrado impactar 78 municipios.

A Carmen “Tita” Rodríguez, la Iniciativa Preescolar le atrajo de inmediato y, como tal, aportó para que fuera un proyecto con un futuro prometedor. El presente premió el esfuerzo de esta líder que creó y tendió puentes para la IP.

Wanda Pacheco, coordinadora de la IP para FAR, destaca que prefiere guardar en su corazón la idea de que Tita estuvo “con las botas puestas hasta el último momento”.

“Me quedo con su pasión, esa que la inspiró a dejar un legado sin precedente en el sector sin fines de lucro, en el trabajo por la niñez temprana y en la vida de tantas personas. Hoy reconozco y respeto la fuente que la impulsaba y agradezco haber tenido el privilegio de sentirme acompañada en este camino”, celebró Pacheco.

Desde el programa APRENDO de United Way Puerto Rico, Tita fue uno de los pilares de la IP. Bárbara González, su coordinadora, identifica el continuo apoyo al desarrollo y al crecimiento de las organizaciones como uno de los más sólidos legados de la líder recién fallecida.

“Estaba decidida a que las comunidades pudiesen desarrollar proyectos basados en evidencia científica y a que tuvieran un desarrollo sustentable. Para ella era un gran logro ver cuando las personas o las organizaciones podían cumplir con sus metas”, recuerda González.

Su compañera de labores destaca que la afinidad de Tita con el apropiado desarrollo de los niños en edad temprana era evidente.
“Era una de sus pasiones y a través de APRENDO pudo alcanzar esa población para mejorar su calidad de vida y la de las personas que trabajaban a su alrededor. Hay un vacío bien grande porque las aportaciones en términos de sus ideas, sus inquietudes, de sus conocimientos, estaban siempre ahí. En términos personales, su apoyo, su confianza y su deseo de que se cumplieran las metas -y su seguimiento hacia eso- era bien importante”, añadió la coordinadora de APRENDO.

DOS PÉRDIDAS DIFÍCILES

La IP ha enfrentado la pérdida reciente de dos de sus figuras pilares: Annette López de Méndez, del proyecto ALCANZA y Tita, de APRENDO.

Pacheco las describe como “custodias irremplazables de la historia, de las bases y los fundamentos” de la IP, “de su tejido histórico y su razón de ser”. “Era un dúo que representaba la fusión perfecta entre la academia y la práctica en el servicio directo; siempre con la pregunta necesaria y el ojo en la fisura que se abre en el cemento para un cultivo. Así eran ambas en acción”, recuerda con nostalgia Pacheco.

“Podríamos decir que eran las visionarias de la IP. Todas aportamos a la visión, pero ninguna como esas dos maestras juntas; siempre viendo más allá de lo previsto, de lo posible, siempre con el ojo puesto y los pasos encaminados hacia donde todavía estábamos descifrando”, insiste Pacheco.

La meta de la IP está definida y el empeño de sus integrantes de cara al futuro sobra: los niños no solo lo merecen, sino que además lo agradecerán.

Foto / Suministrada

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