Cancelar las clases de bomba adaptada no es una alternativa para DanzaÉ y celebramos su consistencia.

Por Tatiana Pérez Rivera


Karen sacude su falda al bailar, a la extrema derecha está su profesora, Paulette
Beauchamp. Suministrada / Danzactiva

“¡Aplaúdanse!”, pide contenta la profesora de baile Paulette Beauchamp a sus alumnos y obedecen sin pensarlo dos veces. Vale la pena el aplauso porque se trata de una clase más de “Bailando en mi casa”, las lecciones de baile de bomba virtuales que la compañía Danzactiva brinda para darle continuidad a su iniciativa “DanzaÉ” o Danza especial.

Dirigido a jóvenes adultos con retos físicos y mentales producto de su padecimiento de Síndrome Down, autismo o retraso, entre otras condiciones, desde hace 23 años el programa procura el desarrollo físico de sus alumnos y procura la socialización mientras aprenden a bailar no solo bomba sino además salsa y danza moderna. Se integran además a la comunidad mediante la interacción con músicos, maestros de baile y el público.

La cita sigue siendo los sábados, a la 1:00 de la tarde. Las lecciones son gratuitas y, durante la pandemia, tienen lugar en la plataforma Zoom.


Así transcurre la clase por la vía virtual durante la pandemia. Suministrada / Danzactiva

Al ritmo del tambor, los estudiantes se contonean en sus casas, liberando la tensión que provoca el encierro por la pandemia y recuperando durante ese tiempo un poco de la normalidad que sienten lejana.

“Para mi ha sido excelente, porque esto les proporciona a ellos felicidad, alegría y se mantienen activos física y mentalmente”, opina la mamá de José Manuel, uno de los fieles alumnos del programa, y al hablar sobre la oportunidad de socialización que les brinda la clase subraya que “ha sido de beneficio para todos estos jóvenes, están encerrados en sus casas y virtual pueden comunicarse, saludar y eso es fantástico, maravilloso”.

La constancia del programa a través del tiempo ha sido uno de sus distintivos. Luego de los huracanes Irma y María, y después de los terremotos, Beauchamp siempre recibe la llamada de algunos de sus estudiantes preguntando: “¿Cuándo empezamos de nuevo?”.

“Y yo no tengo corazón para decirle que no hay clase, eso no cabe en el vocabulario de nosotros”, dice la fundadora y directora de la compañía Danzactiva, que hace once años cuenta con un espacio sede en el primer piso del Cuartel de Ballajá en el Viejo San Juan.

“Después de María, removimos el hongo en una oficinita y empezamos a dar las clases de bomba sin electricidad. Siempre ha sido así, el proyecto tiene continuidad y cuando vino el cierre por la pandemia nos preguntaron y dijimos: “vámonos virtual”.

“Ahí empezamos a promover que mucha gente tuviera acceso a las clases, las ofrecemos gratis, solo tienes que tener internet, Zoom y un espacio para poderte mover. Como queremos combatir la inmovilidad que impone la pandemia en la casa, la clase se expandió un poco más y tiene una sección de ejercicios y eficiencia física, hasta ejercicios con pesas hacemos porque son necesarios para ellos”, destaca Beauchamp y agrega que a los participantes con Síndrome Down les ayuda a desarrollar el tono muscular.

Al principio la gran interrogante era cómo trasladar la experiencia del baile de bomba a un formato en vivo pero virtual que, por definición, tiene cierto retraso.

“En la bomba la música sigue al bailador, pero cuando las cosas son virtuales hay un delay. Lo que hemos logrado es que músicos que llevan muchos años colaborando con nosotros nos grabaron unas pistas originales con las que practicamos diferentes fases del movimiento de baile, según el piquete que se escucha. Así hemos continuado”, explica la profesora sobre el trabajo de David Marrero, Rafael “Joey” González y Edgar Díaz.

“La compañía Danzactiva desea “que más gente se entere que existe esta oportunidad y que la aprovechen”.

También destaca el beneficio físico que los estudiantes reciben del baile y cuánto ha abonado la socialización a distancia a ese bienestar.

“El Zoom se abre y mientras tengo la prueba de micrófono y luces, ahí ellos conversan, se ponen al día, hablan y la pasamos muy bien. Todo lo conversábamos para tratar de entender lo que estaba pasando. Una de las mamás de un joven con autismo bastante severo nos dice: ‘Yo viajo a San Juan todas las semanas y él me hace pasar por el local de ustedes para bajarse, tocar la puerta y darse cuenta de que está cerrado y no puede entrar’. Él es uno de los estudiantes más consistentes, está puntual todos los sábados”, dice sobre Fernando Rivera.

“Todos han mejorado su estilo de baile y se ven mas fuertecitos también”, añade.

Desde Nueva York se conecta Robert Solon, quien descubrió el programa de baile de bomba adaptado durante sus acostumbradas vacaciones en la isla. “La mamá se encargaba de llamar con tiempo todos los años para que viniera a coger la clase con nosotros”, relata Beauchamp.

 

La compañía Danzactiva desea “que más gente se entere que existe esta oportunidad y que la aprovechen”.

DIVERSIDAD CULTURAL


Omar demuestra sus habilidades como bailador junto a sus compañeros.
Suministrada / Danzactiva

En honor al Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo que se celebra en mayo, la organización Inversión Cultural realizará un episodio de “Cultura sobre la mesa” dedicado al tema “Diversidad cultural”. Participarán en esta ocasión Deborah Hunt, Raquel Salas, Giomar Cruz, Shantille Quiñones, Paulette Beauchamp y Carmelo Ocasio Rivero.

Podrás disfrutarlo a través de Facebook Live mañana martes 25 de mayo, a las 6:00 p.m.

“Disfrutar del arte y la cultura es un derecho civil que todos tenemos y nosotros estamos haciendo valer ese derecho para esta comunidad”, opina Beauchamp.

“Hace 23 años comenzamos el proyecto, aunque trabajamos con personas de diferentes edades, nos fascinó la facilidad con la que jóvenes adultos se acercan al arte porque muchos de ellos no son verbales o completamente verbales. En el caso nuestro, la música y el baile también es así. La naturalidad que ellos tienen al relacionarse a través del arte es única”, insiste la profesora de baile.

Para los alumnos, la experiencia de aprendizaje del baile de bomba resulta igual de liberadora que para el público general.

“En el caso de ellos, el significado es más profundo porque es una comunidad marginada y no tiene tantos pasos adelantados hacia la vida independiente como pasa en Europa. Así que tener acceso a las clases tiene un valor increíble porque no es la norma”, recalca.

Como profesora, Beauchamp ha aprendido también de sus estudiantes, sobre todo a “acercarse al arte con pureza de corazón y con una espontaneidad que no se puede imitar”.

“La gente los ve bailar y lloran, no de tristeza, si no de alegría porque se siente la frescura de la experiencia, es como si fuera la primera vez, aunque sean mil veces”.

Si el público entendiera que la mayoría de los prejuicios que le asignan a esta vivencia son erróneos, la disfrutaría más.

“La gente piensa que ellos no pueden lograr las cosas, que no entienden las instrucciones, que no tienen suficiente movilidad o aptitud física perfecta, esos son los prejuicios más severos”, enumera la profesora para terminar.

Quienes así piensan no han entendido nada. Si todavía te quedan dudas sobre el deleite de estos bailadores, solo mira el vídeo que acompaña esta nota.

Para regístrarte libre de costo a la clase “Bailando en mi casa” y recibir el enlace de Zoom, accede aquí. (https://mailchi.mp/danzactiva.com/danza).

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