El centro de rehabilitación, ubicado en Guaynabo, centra su acierto en la rehabilitación de adictos a sustancias controladas en el cambio de hábitos y la espiritualidad.
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
Será mejor que el adicto a sustancias controladas guarde las mentiras para otra ocasión, porque Félix A. Cabrera Piñeiro las conoce todas.
“Cuando joven tuve un problema fuerte con las drogas. Pude salir y en el 1967 empecé a trabajar en Nueva York en el Addiction Services Agency. Era la época en que la organización Synanon hizo un impacto increíble con la idea de que un adicto podía ayudar a otro a salir de las drogas”, cuenta Cabrera, fundador en el 1985 del Centro Renacer, un espacio de rehabilitación para varones mayores de 18 años ubicado en una hermosa zona rural de Guaynabo.
“Para poder ayudar a un adicto hay que conocer su personalidad. Por su condición de adicción, se convierte en un esclavo de las drogas y en un gran manipulador. El arte de la mentira lo domina a la perfección. Así que puede coger a un psicólogo, a un psiquiatra o a cualquiera de estos profesionales y echárselos en un bolsillo fácilmente, pero no a un adicto”, afirma Cabrera, sanjuanero que se inició con la marihuana a los 13 años y a los 14 años comenzó su “infierno” gracias a la heroína.
Asegura que lleva más de cuatro décadas limpio, lo que le ha permitido desarrollarse en diversas áreas: formó una familia, tuvo negocio propio de barbería para luego entregar su vida al cristianismo, elemento que consideró vital para mantener las drogas a raya en su vida. Cabrera se ordenó como pastor en el 1984 y ha dedicado el resto de su vida al Centro Renacer, en el que libera de las drogas controladas a sus participantes y los acompaña en el proceso de reinserción en la sociedad.
Sostenido en la espiritualidad y en la relación con Dios, diseñó un programa de rehabilitación de 18 meses de duración. Se divide en tres etapas: Adaptación, Intensiva y Avanzada.
Durante la Adaptación se alteran lo hábitos que deben ser cambiados, sin ningún estímulo, a lo largo de cuatro meses. Ya en la etapa Intensiva, junto al trabajador social y pastor, Pedro Vergel, trabaja un perfil con las fortalezas y debilidades del participante y descubre sus talentos para planificar su plan de vida cuando deje el centro.
La etapa Avanzada expone a los participantes a experiencias educativas o laborales controladas, aún viviendo en el centro, luego de que se diseña un perfil de posibilidades. Chef, mecánico o paramédico son los oficios que suelen preferir.
Pero para acceder al programa de rehabilitación, el participante debe entrevistarse con Cabrera quien indaga en los motivos para su llegada al Centro Renacer.
“La gran mayoría de las personas vienen bajo el motivo incorrecto, vienen bajo presión de la familia, de la esposa, de la calle o porque cogieron un caso. Nosotros tenemos que guiarlos a que entiendan su problema porque usted no puede cambiar si no conoce su problema. Él tiene que llamar, no puede ser ni la mamá, ni la esposa”, explica el fundador del centro.
Por lo general, cuando un participante dice, ‘yo no puedo más, yo quiero salir de esto’ y además lo demuestra, va por el camino correcto.
“Entonces hablamos del costo de estar en el programa: tienes que morir y nacer de nuevo, no va a ser fácil, hay días que vas a querer salir corriendo, pero lo puedes lograr. Si está decidido, entra al programa. Si no lo está, lo mandamos a la casa a que lo piense y regrese cuando esté listo para entrar en este tipo de dinámica”, explica.
LAS RAZONES
Cabrera ha evaluado suficientes casos para identificar patrones que se repiten. “La gran mayoría de las personas con problemas de drogas y alcohol comienza a probar entre los 12 y los 16 años, no importa la clase social. ¿Por qué? Porque estás tratando de adquirir una identidad y te impacta la presión de grupo. Pueden llegar con 49 años y cuando le preguntas a qué edad empezaste, siempre es en esa etapa”, explica y estima que solo un 1% comienza vicios en sus 20’s.
Si se trata de drogas como crack o cocaína, el participante hace el proceso de desintoxicación en el Centro porque se pueden manejar sus síntomas de abstinencia. Si usa la heroína alterada que hace unos diez años circula en la calle, debe completarlo en un lugar especializado. Igual sucede con las adicciones a opioides.
Además del aspecto religioso, los pases, las visitas familiares, las oportunidades de trabajo y la administración del dinero que gana el participante en trabajos externos cuando está en su tercera etapa de tratamiento, son parte de la filosofía de rehabilitación del Centro Renacer. También, integraron protocolos contra el COVID-19 que han evitado contagios.
Para allegar recursos económicos, la organización ha creado dos compañías: una de empaque de cubiertos plásticos en el 2006 que ya cerró y, desde el 2010, White Spot Maintenance Services, que se ocupa de la limpieza de áreas verdes en complejos residenciales.
Además, aspiran a construir apartamentos pequeños para personas que no tienen un lugar a dónde ir cuando acaban su programa de rehabilitación. Si los participantes experimentan recaídas, siempre pueden regresar al Centro.
“Creo en la rehabilitación porque yo soy rehabilitado, yo estuve donde tú estás y llevo más de 40 años limpio, si yo pude salir tú también. Esto no es si puedo es si quiero, pero vas a tener que pagar el mismo precio que yo pagué”, comparte un mensaje que ha llevado con fervor en las últimas décadas.
Para más información sobre los servicios del Centro Renacer, llama al 787/720-0235.
Fotos y vídeo / Javier Del Valle