El legado de la cofundadora de la organización Casa Pueblo, junto a su esposo Alexis Massol, es digno de imitar. Repasamos sus aciertos.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé

El tiempo mantiene su inexorable marcha, aunque no alcanza algunas cosas que permanecen intactas. Esto sucede con los postulados que Faustina “Tinti” Deyá Díaz implantó en su trabajo como maestra de inglés por más de 30 años, y en Casa Pueblo, organización comunitaria y ambiental que hace más de cuatro décadas fundó junto a su esposo, Alexis Massol, en Adjuntas.

Tinti falleció el pasado 19 de agosto, por complicaciones derivadas de enfisema pulmonar. Junto a su esposo Alexis y su hijo Arturo, repasamos algunas de sus prácticas que hoy mantienen vigencia para el tercer sector.

Ganadora de una de las distinciones especiales que el Premio Tina Hills ofreció en el 2018, Casa Pueblo ofrece un modelo alternativo no solo de generación de energía solar para la zona, sino además de empresarismo, educación y protección ambiental en áreas bajo su cuidado como el Bosque del Pueblo y el Bosque Olympia.

“Para mi Tinti tenía el don de hacer. Primero de pensar, de planificar y luego de hacer, pero a través de la sonrisa, del cariño, del amor. Como es la vida cotidiana, ella lo hacía todo con naturalidad, ella era extraordinaria en eso y su compromiso lo ejercía con mucho amor. La metodología de Tinti no era tanto de exigir, sino que lo hacía con el ejemplo; y la conozco por muchos años”, asegura Alexis quien se casó con ella en el 1964 y procrearon cuatro hijos.

Ahora que encontró “el tesoro” que conforman las cartas que intercambiaron durante su noviazgo de cinco años, mientras estudiaban en la Universidad de Puerto Rico -él en Mayagüez y ella en Río Piedras-, Alexis identifica rasgos de Tinti que abonaron al trabajo en Casa Pueblo.

“Tenía pensamientos profundos, no era vana, y fue una excelente hija, hermana, esposa, madre, abuela y cumplió con ese rol de la familia. Ella era ejemplar y además algo que la ayudó es que desde jovencita era deportista, jugaba voleibol y cuando se fue para la Iupi allá jugó tenis, softball, voleibol y dos años de voleibol superior. También jugaba ping pong y para poderle ganar yo tenía que sufrir”, recuerda entre risas.

Tinti registró la cotidianeidad de Casa Pueblo en diarios que, según se anunció durante el 40 aniversario de la organización en el 2020, la Universidad de Puerto Rico digitalizará. Sus entradas escritas a mano son el mapa de la trayectoria que siguió en su trabajo: quién se ausentó, qué trabajo hizo o cuánto café se vendió en la tienda de Casa Pueblo son algunos de los pormenores que consignaba.

“Ese método de Tinti estaba basado en lo natural, en el amor y en el ejemplo. Era bueno porque era agradable, no ponía peros, ni paredes, ni barreras, al contrario, rompía barreras. A veces las personas estaban reacias, negativas, pesimistas, pero Tinti como que les abría el corazón sin estar alabándolas o buscándoles la vuelta. Todo el que venía aquí se iba entusiasmado”, resalta.

“En el velorio todo el mundo me decía: ‘Alexis yo quiero ser como Tinti’ y yo digo ‘pues yo quiero ser como Tinti también”.

HUELLA PALPABLE

Tras varias horas buscando la descripción precisa sobre el modo de trabajar de su madre Tinti, Arturo la encontró. “La dulzura de su firmeza: ésa era su fortaleza”, afirma, “era exigente y amorosa a la vez y nosotros hemos tenido una fortuna grande con ella”.

Por suerte no es el único legado. Así resumió Arturo otras prácticas imitables de Tinti:

  • Modelaje continuo- “Era una persona de hacer, la idea siempre iba acompañada de la acción, era su forma de hablar. Para ella el trabajo voluntario y el compromiso se probaban con la acción”.
  • Exigente con la documentación- Llevaba un diario, conservaba documentos en carpetas, contactos de visitantes para luego formar grupos de voluntarios y registro de ventas de café para identificar las épocas de mayor demanda, entre otros datos. “En diferentes instancias había que ir a esos apuntes para, por ejemplo, hacer proyecciones de impacto económico. La venta de café es nuestro sostén económico, con la tienda de artesanía era rigurosa porque era la que tenía la visión para empujar los proyectos económicos”.
  • Presencia constante- Insistía en que “hay que estar”. “Es la cara de Casa Pueblo porque cualquiera que entrara allí la iba a ver trabajando, estaba allí los siete días de la semana. Siempre quiso que la recordáramos haciendo. Hay diferentes maneras de comunicar y la de ella era trabajando. Quizás Casa Pueblo se vea masculina por los Massol, pero en verdad era femenina por el ingrediente que ella le dio, eso no lo despinta nadie”.
  • Consecuente – Su trabajo voluntario era prioritario, “no era cuando se podía, uno sabía que contaba con ella”. “En las discusiones difíciles y en los temas de conflicto, como el gasoducto, le impregnaba el tono amoroso a quienes estaban luchando y participando, tenía ese don y cuando no tenía ese semblante uno sabía que algo estaba mal”.
  • Partidaria de la autosuficiencia- “Somos rigurosos con los recursos económicos, ella nos enseñó la autosuficiencia de la organización para mantener una agenda permanente y en eso fue exitosa. Nosotros decimos que tenemos libertad y voz propia porque impulsamos las ideas que tenemos. Con proyectos especiales hay que buscar otras formas de financiación, pero en la dirección y la operación no dependemos de nadie”.
  • No aceptaba trabajos mal hechos- “En Casa Pueblo era intransigente con la mediocridad, le molestaba tremendamente, especialmente cuando se trataba de esfuerzos voluntarios para desarrollar proyectos”.

Pero más que todo lo mencionado, Arturo recuerda que Tinti era “intransigente con la defensa de sus hijos y de Casa Pueblo”. “El que se metiera con sus hijos estaba en problemas”, dice rememorando su cálida protección.

Hoy Casa Pueblo sigue su camino, la ruta segura está trazada.

Fotos: Suministradas / Casa Pueblo

 

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