Qué hacen, cuáles son sus metas inmediatas y qué las inspira son algunas de las respuestas que ofrecen directivos de las organizaciones sin fines de lucro finalistas al Premio Tina Hills 2021. Conoce al Centro María Mazzarello Alespi.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé

Atención. Ciudadanos y líderes honestos están en construcción en el Centro María Mazzarello Alespi en Orocovis, un espacio con dos privilegios innegables: la hermosa vista de la montaña isleña y la oportunidad de educar y acompañar a más de 300 alumnos de prekínder a duodécimo grado, así como a la comunidad de la zona.

“Nosotros buscamos, tanto en el colegio como en todos los trabajos, educarlos en distintas competencias. No construimos estudiantes para el futuro, los construimos desde el presente, les damos experiencias educativas, deportes, artísticas, agricultura y, sobre todo, de valores cristianos”, indica Sor Aracelis Reyes, directora ejecutiva de la organización.

“Cuando nos dijeron que éramos finalistas celebramos, se lo dijimos a todo el mundo en el Centro y nos pusimos a rezar porque sabemos que con los nuevos proyectos vamos a necesitar ayuda”.

Una de las enseñanzas que marca el acercamiento del Centro con sus participantes, es su interacción con la diversidad.

“La diferencia no es una amenaza, es una riqueza. Ellos van a tener profesiones que no conocemos hoy, pero en las que quizás tengan que interactuar con personas de otros países o pueblos, por eso también reforzamos el trabajo en equipo. Los educamos en idiomas porque somos una isla, pero tenemos que abrir horizontes y, sobre todo, en los valores cristianos de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo”, subraya la directora y agrega que además de español e inglés, también han enseñado italiano, francés y portugués.


Representantes de la Fundación Ángel Ramos -a la izquierda Roberto Santa María
y Laura López y a la extrema derecha María Jaunarena y Diego Suárez Matienzo,
junto al equipo de Centro María Mazzarello. Foto / José Pérez

Cada alumno que llega es considerado, “un misterio”. “Tenemos que potenciar lo que es él y lo que Dios ha sembrado en su corazón. Lo vemos como un misterio al que nos tenemos que acercar con cariño porque tenemos que acompañarlo a que descubra quién es él y a qué está llamado”, dice Sor Aracelis.

El Centro mantiene una alianza con la NASA en educación STEM a la que le han añadido la agricultura y su policultivo -que enseña a valorar la paciencia-, además de las artes, el deporte y el servicio comunitario. Una plataforma en la glorieta central es escenario de las presentaciones musicales. “Aquí se baila, se canta, se toca, aquí hay mucho talento”, celebra.

El proyecto educativo viabiliza que familias trabajadoras y de mínimos recursos económicos puedan ofrecerle una educación de calidad a sus hijos. “Por eso los precios son ridículamente bajos. A la familia que no puede pagar no le podemos decir que no, eso es un pecado mortal para las salesianas, se acogen en el colegio, así que el colegio tiene que arreglárselas para poder operar. Tenemos que buscar propuestas que puedan sostener esta educación porque algunas familias pagan menos al no tener los recursos”, explica sobre la constante búsqueda de fondos.

La responsabilidad de la facultad es fundamental para alcanzar las metas educativas. “Los maestros no cobran ‘wao’, pero su compromiso y creatividad es increíble; cuando hay ese compromiso y amor por los estudiantes hacemos maravillas con poquísimo”, destaca Sor Aracelis.

En el Centro han tenido estudiantes provenientes de 19 pueblos de la isla, incluido Orocovis, y aunque los protocolos de COVID-19 lo complican, existe la cultura de hospedar a los que se le dificulta llegar. No todos son católicos.

CASA DE ALEGRÍA

El sonido de la campana que anuncia el fin de la jornada educativa marca también el inicio de los ofrecimientos para la comunidad. Llegan estudiantes de otras escuelas públicas listos para aprovechar las actividades extracurriculares en deportes, arte y calidad de vida que brindan las Tardes en Alespi. El Centro sigue vivo, sirviendo a los que le dan vida en un proceso simbiótico que no acaba.

Así ha sido desde que las Hijas de María Auxiliadora, Salesianas de Don Bosco, llegaron en el 1981 a Orocovis para dirigir el Colegio San Juan Bautista, ubicado en el casco urbano. Gracias a la visión, al sueño y a la voluntad de Sor María Ofelia Pérez, quien se empeñó en mudar el colegio a un mejor espacio, hoy disponen de uno hermoso y útil en el barrio Sana Muertos Barros, sector La Vaquería. Denominado Centro María Mazzarello Alespi, en el lugar opera el Colegio San Juan Bautista que se transforma en centro comunitario y en un campo deportivo.

 “Antes esto era la ‘Vaquería de don Ramón’, aquí no existía más que el terreno y vacas; esto ha sido una donación del señor Ramón González. La construcción comenzó en el 1989 con el arquitecto Thomas Marvel y en el 2008 nos mudamos. Lo logramos vendiendo bacalaítos, pidiendo, pasando vergüenzas, pero gracias a Dios aquí estamos”, recuerda contenta Sor Ofelia, quien insiste en que cada estudiante tiene talentos variados y hay que exaltarlos. “Nuestro sistema es que los niños estén felices”.


Laura López, directora ejecutiva de FAR, entrega el premio de finalista en el
Premio Tina Hills 2021 a Sor María Ofelia Pérez y a Sor Aracelis Reyes.
Foto /José Pérez

Conscientes de la importancia de su labor en la vida de los alumnos y la comunidad, la resiliencia no les resulta ajena. Sor Aracelis menciona experiencias tras el huracán María, los terremotos de enero y la pandemia por COVID-19 que vivimos, en las que han reabierto el Centro con responsabilidad y rapidez. “Había que empezar ya”, repite aludiendo a los tres sucesos. 

De aquí a 20 años la directora vislumbra a los exalumnos siendo líderes que “hacen la diferencia en la sociedad”.

“Las salesianas perseguimos enviar a la sociedad buenos cristianos y honestos ciudadanos. Cuando decimos vamos a lanzar a un joven al mundo lo construimos ahora, formándose, gozándose la educación, la creatividad. Tenerlos motivados, mantenerlos orientados al bien es lo que garantiza éxito a nivel profesional y que estén seguros de cómo aportar a la sociedad”, declara.

El Centro María Mazzarello Alespi aspira a convertirse, también, en una escuela especializada en deportes y planifica añadir un albergue deportivo para hospedar a alumnos talentosos. La casa sigue creciendo.

TRANSFORMACIÓN 

  • Del casco urbano, en el 2008 se mudaron a las instalaciones actuales donde mantienen los servicios del Colegio San Juan Bautista y otros abiertos a la comunidad. El Centro se ocupa de la transportación de los participantes en la mayoría de los casos.
  • Tardes en Alespi recibe niños y jóvenes para disfrutar de los ofrecimientos extracurriculares gratuitos.
  • La Casita del Buen Vecino mejora las oportunidades de niños con necesidades especiales al colaborar con sus asignaciones y ofrecerles talleres.
  • Siempre Alegres procura la formación de líderes. Los viernes se brindan actividades especiales que destaquen destrezas de liderazgo, aprovechando las necesidades de la comunidad.
  • Policultivo Alespi- entra en el currículo de experiencias por proyectos de la clase de Agricultura. Iniciaron la siembra de habichuelas y plátanos, entre otros frutos, ya que la tierra es concebida como la casa común.
  • Un acuerdo con una compañía orocoveña de internet les permitió ampliar su capacidad de red para que estudiantes que no pertenecen al Colegio pudieran ubicarse en la cancha a tomar las clases virtuales de sus respectivos centros educativos durante la pandemia.
  • Un albergue deportivo está en construcción para alumnos de otros pueblos y un espacio para voluntarios que llegan de países como Estados Unidos o Austria.
  • Diseñan proyectos para la familia dirigidos a trabajar la salud mental en la pandemia.

 

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