Un nuevo estudio auspiciado por la Fundación Segarra Boerman comprueba el notable aumento en la deserción escolar, particularmente entre los estudiantes más pobres y de educación especial.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé

Las secuelas de los cambios drásticos que hemos vivido en la isla y en el mundo a partir del 2017 -el huracán María, los terremotos y la pandemia por COVID-19- son evidentes en el salón de clases: menos estudiantes regresan cada año a los planteles del sistema público de enseñanza local. La migración es una de las causas de ese reducido número de alumnos y la otra es la deserción. El estudio Algunos determinantes de la deserción escolar en Puerto Rico, realizado por el doctor José Caraballo Cueto y comisionado por la Fundación Segarra Boerman, confirma datos preocupantes.

En el 2015, el Departamento de Educación implantó un nuevo sistema de rastreo. Entre ese año académico y el 2021, 33,704 estudiantes abandonaron sus clases en las escuelas públicas de la isla. Para que tengas una idea, con esa cantidad se podrían poblar 95 escuelas, basándonos en el promedio usual de 355 estudiantes en las mismas.

Caraballo Cueto, economista y catedrático de la Facultad de Administración de Empresas de la Universidad de Puerto Rico, explica que, aunque las tasas “venían reduciéndose en el pasado”, comenzaron a aumentar de nuevo “a consecuencia de la mala respuesta del gobierno ante los desastres naturales, el cierre de escuelas, y todas esas políticas públicas tomadas en los últimos años”.

Al observar los datos utilizados en el estudio, encontró denominadores comunes entre los desertores como la pobreza, vivir en municipios urbanos con gran actividad económica -con la excepción de Adjuntas- ser varón, pertenecer al programa de educación especial y tener bajo aprovechamiento académico, entre otros.

“No sabemos qué hacen cuándo salen del sistema de educación pública, pero en otros estudios se ha encontrado que cerca de la mitad de la población penal es desertora escolar. Sí sabemos que un desertor escolar no puede aspirar a una ocupación bien remunerada en el sector privado formal, no puede aspirar a presidir una empresa o a ser gerente de una farmacéutica a menos que sea un caso atípico. Le pueden esperar tres destinos: la criminalidad, el mercado laboral informal donde los salarios no son tan altos y hay mucha inestabilidad, y el mercado formal, pero en las ocupaciones de menor remuneración. Eso a su vez va a redundar en que no pueden salir de la pobreza, después tendrán hijos en la pobreza y se sigue perpetuando el ciclo”, advierte el profesor.

“Mientras la ciudadanía no asuma esto como un tema importante, tampoco habrá cambios. La realidad es que no nos ha importado mucho la educación pública de esos niños y niñas”.

Los problemas de aprendizaje aumentan las probabilidades de abandono escolar. Para el catedrático resulta conflictivo que el DE sirva a estudiantes con necesidades muy diversas con solo dos opciones educativas: salón contenido para estudiantes con condiciones severas como daño cerebral, entre otras, y corriente regular con acomodo razonable que, Caraballo destaca, resulta difícil de cumplir para los maestros. En esa última categoría se ubican los alumnos con problemas específicos de aprendizaje.

“Hay que tomar otras medidas, hacer grupos pequeños y que haya una mejor integración con las terapias que se dan. En el Departamento hay terapistas excelentes y otros no, y no hay rendición de cuentas. No puede ser que los niños estén a merced de si el terapista que les tocó tiene las competencias o no; ese no es trabajo gratuito”, alerta.

Unos 8,675 estudiantes optaron por irse a un programa de educación acelerada en estos siete años. “Es un negocio que se ha montado y no hay un regulador detrás de eso. Antes estaba el Consejo de Educación de Puerto Rico, pero ya no existe.  Si no hay nadie que pueda garantizar la calidad, experimentarán la consecuencia de que al ir al mercado laboral contarán con menos destrezas y si van a proseguir estudios universitarios, estarán menos preparados que sus pares. Es asunto de alto interés público”, manifestó el catedrático.

DE HURACANES Y PANDEMIAS


Actividades deportivas, artísticas y de servicio voluntario dan vida al currículo escolar y atraen
a jóvenes con diversas inquietudes. Foto / Javier del Valle

Igual que ocurrió tras el paso del huracán María (al siguiente año académico dejaron sus estudios 1,023 estudiantes), la pandemia puede elevar las cifras de deserción y mucho tiene que ver el acceso a la educación virtual.

“Con la gran cantidad de estudiantes pobres en Puerto Rico, es posible que no contaran con recursos para tener internet de alta velocidad durante la pandemia. Es probable que esa respuesta que se dio de entregar laptops haya sido atropellada y tardía. La pandemia puede que tenga el mismo impacto de otros eventos naturales como el huracán y los terremotos. Es de esperar que la deserción haya aumentado en el periodo posterior al estudio”, indicó.

Contar con datos permite diseñar respuestas específicas para manejar un problema. Aquí los hay.


“La pandemia puede que tenga el mismo impacto de otros eventos
naturales como el huracán y los terremotos", anticipa el catedrático
José Caraballo Cueto.

“Yo espero que, de una vez y por todas, nos tomemos en serio la educación de gran parte de la niñez de Puerto Rico, cuando no la mayoría, que la hemos dejado a un plano muy relegado. Hay muchos temas que generan interés, por ejemplo, un mono perdido en Santurce, y este tema de que 6 de cada 10 niños son pobres en Puerto Rico no genera interés ni indignación. Debemos tomarnos la educación más en serio y eso incluye al Departamento de Educación que a veces está más preocupado por su imagen que por hacer cambios sistémicos. Mientras la ciudadanía no asuma esto como un tema importante, tampoco habrá cambios. La realidad es que no nos ha importado mucho la educación pública de esos niños y niñas”, lamenta Caraballo.

Con él coincide Alexandra Hertell, directora ejecutiva de la Fundación Segarra Boerman (FSB), entidad que comisionó la investigación. “El Departamento de Educación, en efecto, ha abandonado a un gran segmento de la población estudiantil. Es imperativo apoyar investigaciones que analicen los datos del Departamento de Educación para promover una toma de decisiones basada en evidencia y una política pública que beneficie a la niñez y juventud de Puerto Rico. La Fundación Segarra Boerman respalda este estudio con la esperanza de que al identificar los determinantes que aumentan la probabilidad de deserción, se puedan proponer soluciones viables para atajar concretamente el problema”, culminó Hertell.


Las posibilidades de cambio están sobre la mesa.

PERFIL DEL DESERTOR ESCOLAR

  • 59.4% son varones
  • 86.1% vive en niveles de pobreza
  • 17.7% tiene problemas de aprendizaje
  • 14 años es su edad promedio
  • cursan mayormente el décimo y undécimo grado
  • región de San Juan refleja la mayor deserción 

Fuente: Estudio Algunos determinantes de la deserción escolar en Puerto Rico

SOLUCIONES INMEDIATAS:

1- Hacer grupos mas pequeños para individualizar mejor la enseñanza y ser más efectivos con los estudiantes de educación especial y con problemas específicos de aprendizaje. La baja en matricula escolar lo permite.

2- Despolitizar la selección de los directores escolares. Cuando se analizan escuelas con desempeño exitoso, un denominador común que tienen es contar con un director escolar competente e innovador. Si en todas las escuelas la selección fuera por mérito y la decisión la tomara la comunidad, podría tener un impacto positivo.

3-Proveer materiales a las maestras ya que, según la literatura encontrada, puede tener efectos positivos en el aprovechamiento académico; si mejora el aprovechamiento académico mejora la deserción.

4- Integrar actividades extracurriculares como equipos deportivos, clubes de creación y servicio en todas las escuelas ya que ayuda a despertar el interés.

5-No usar las escuelas públicas como refugios durante eventos de la naturaleza y optar por centros comunales o canchas bajo techo. Darle prioridad a su apertura luego de un desastre natural para que los alumnos ventilen sus emociones y tomen sus alimentos. Ver la escuela pública como un lugar que debemos respetar.

Fuente: José Caraballo Cueto, economista y catedrático de la Facultad de Administración de Empresas de la Universidad de Puerto Rico.

 

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