Tinti Deyá, quien se dice tiene la última palabra en las decisiones más importantes, es amable, cariñosa y observadora. Don Alexis Massol, su esposo, tiene una alegría vital muy contagiosa. Y un corazón de niño travieso y juguetón. Su hijo Arturo, personaje central en la reciente lucha contra el gasoducto, saluda a lo lejos, desde la cabina de radio donde transmite su programa de los viernes.

"Enamorar a la gente de la naturaleza"

La familia Massol define a Casa Pueblo como un proyecto de autogestión comunitaria para la defensa de los recursos naturales y culturales del país. Cuando comenzaron hace 33 años, su primera motivación fue la lucha contra la explotación minera en Puerto Rico, "que atentaba contra la integridad del territorio nacional y el medioambiente". Don Alexis hace la salvedad de que ellos no fueron los primeros en asumir el liderazgo en esa lucha. Pero, cuando lo hicieron, fue a su manera.

"Era en la acción donde había espacio para todo el mundo porque a todos nos corresponde defender los recursos del País", cuenta el director de Casa Pueblo. "Pensamos en cómo buscar la manera de ganarle el corazón a la gente para que participara. Había represión, carpeteo, tuvimos que desarrollar nuestras estrategias. Y ha sido la misma estrategia desde entonces. Descubrimos cómo la gente se puede motivar a actuar y eso es mediante la participación".
Para Tinti, quien fue la encargada de someter la propuesta para competir por el Premio Tina Hills, la estrategia es aún más poética: "Enamorar a la gente de la naturaleza". Maestra jubilada del Departamento de Educación, para ella, el proyecto educativo de Casa Pueblo es, ante todo, uno de "prevención de la destrucción. Si la gente se enamora (de sus recursos naturales), si conocen y los sienten suyos, se organizan y luchan para defenderlos. Aquí no queremos rescatar sino prevenir. Porque uno esperar a que esté el problema para entonces resolverlo, eso como que no hace sentido".

Cuenta don Alexis que, poco después de fundar Casa Pueblo, se dieron cuenta de que el país necesitaba organizaciones permanentes para su defensa. "Necesitábamos que el país escribiera su propia historia. Ahí es que los pueblos están listos para transformar un país".

También crearon su propio método, basado en lo que llaman las tres C: cambio, ciencia y cultura. "Cuando empezamos con la minería, nos educamos usando la ciencia, el conocimiento. La ciencia vino a ser la primera bandera de la educación contra la destrucción física del territorio nacional. Ahora, tú puedes tener el conocimiento más grande pero puedes ser un zápatra. Así que tienes que tener cultura. Tenemos bandera, himno. (Nuestra labor es inculcar) Esta tierra es mía. Este es mi paisaje, estas son mis aguas, esta es mi familia. Una cultura de autoestima, de valorar lo nuestro".

Lo primero que dice don Alexis cuando se le pregunta acerca del tercer sector en Puerto Rico, es que ese nombre está mal puesto. "El primer sector somos nosotros, el pueblo, las comunidades y la sociedad civil. El Gobierno puede ser el quinto", dice entre risas.

Cree, sin embargo, que las organizaciones sin fines de lucro se han desarrollado impresionantemente. "Han asumido unos roles que hemos podido ir sustituyendo el rol del Gobierno. Imagínate, que querían hacer un gasoducto y dijimos no, no lo van a hacer. Y este pueblo se activó y no lo permitió".

Este país, dice con una buena dosis de picardía, "está tremendo, lo que nos falta es un poquito más de juntarnos, porque eso se se da sólo esporádicamente. A nivel nacional, nos falta un chispitito más".

Todas las semanas, Casa Pueblo recibe entre 300 y 400 visitas. Poseen y mantienen tres bosques, una estación de radio, Radio Casa Pueblo WOQI 1020AM, y una serie de proyectos educativos como son el Instituto Comunitario de Biodiversidad y Cultura, la escuela de música, el mariposario, el café Madre Isla, el cultivo de hidropónicos, un sistema experimental de energía solar y una tienda artesanal, entre otros.

A lo largo de los años, Tinti siempre pensó en que Casa Pueblo fuera un proyecto cada vez más permanente para la comunidad adjunteña. "Pero no pensamos nunca que iba a llegar a lo que es", recuerda. "Cuando me retiro, mi proyecto inmediato fue levantar la economía de Casa Pueblo para llegar a ser autosuficientes y ahora mismo, no nos importa quién suba o baje en la política, lo que está mal está mal y vamos a decirlo. No pedimos nada".

"Con el gasoducto me di cuenta de que esto ya no es Casa Pueblo"

Cómo trastocó a Casa Pueblo la victoria histórica que supuso la lucha contra el gasoducto, preguntamos a Arturo Massol Deyá, quien ahora se une a la conversación. "Hubo que añadir una carga tremenda al trabajo de la organización. Con el gasoducto, la responsabilidad fue recayendo aquí pero era porque Casa Pueblo actuó como receptor de la solidaridad de otros grupos, de técnicos que se acercaban porque identificaban la experiencia y credibilidad de Casa Pueblo. Pudimos levantar bandera junto a otros grupos. Tuvimos una visibilidad mayor, credibilidad y pudimos inyectar esperanzas en otros sectores. Contribuimos a que la gente tenga fe en lograr grandes victorias. La gente ahora sabe que, si se organiza y tiene el conocimiento, va a triunfar".
Y a usted, don Alexis: ¿cómo lo cambió la lucha contra el gasoducto?

"Pudimos besar la reserva moral puertorriqueña con esa lucha. Venía gente a aportar dinero, otros donaron su talento, ideas. Vi a una señora llorar. Me decía que solo había podido rezar. Le dije 'pues mire, rezar es importante porque eso es fe, posibilidad. Tenemos muchas piezas y todas cuentan. Con el gasoducto me di cuenta de que esto ya no es Casa Pueblo, esto es Casa Patria, Casa Nación. Somos poetas, somos sensibles, somos amorosos. Y tenemos el compromiso para lo que sea por el país".

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