Conoce la labor de las organizaciones finalistas al Premio Tina Hills 2022.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé


CPA Roberto Santa María, presidente de FAR; Laura López, directora ejecutiva de FAR; Áurea Berríos,
directora ejecutiva de PANI; Diego Suárez, presidente del Comité de Desarrollo Organizacional de FAR
y licenciado Rafael Cortés Dapena, presidente de la Junta Directiva de FAR. Foto / José "Pepe" Pérez

Donde antes leía “Felipa Sánchez Cruzado”, ahora destaca un inmenso mural que alude a la vulnerabilidad y al apoyo. Una escuela en el sector Cuatro calles, del Barrio Cedro Abajo de Naranjito, es la casa hace dos años del Programa del Adolescente de Naranjito (PANI), desde donde la organización sin fines de lucro ha ampliado sus servicios psicosociales y educativos que propician una mejor calidad de vida para sus participantes. Hace 33 años atiende a comunidades vulnerables en Naranjito y pueblos limítrofes.

“Nosotros servimos a niños, adolescentes, a adultos mayores y a sus familias, y a familias vulnerables que se distinguen porque la mayoría son de escasos recursos, de muchos factores de riesgo como violencia intrafamiliar, desempleo, rezago educativo. La criminalidad abunda en esas comunidades y los factores de riesgo hacen que esas personas sean bien ansiosas, padezcan de depresión y tienen muchos problemas emocionales”, describe Áurea Berríos Sáez, directora ejecutiva.

Armados de un equipo de psicólogos, trabajadores sociales, manejadores de casos y coordinadores, brindan terapias, talleres y actividades “que le van a ayudar a ellos a salir de esa situación”.

La oferta abarca poblaciones que antes no atendían, como los adultos mayores, que se incorporaron a su trabajo luego del huracán María.

“Nos dimos cuenta de que había mucha población adulta mayor que estaban solos, que se sentían maltratados, que estaban cuidando nietos, pero con depresión y se sentían con una ansiedad tremenda. Desde ahí decidimos tocar nuevas puertas para nosotros también poder impactar y ofrecer servicios psicosociales a esta población. Gracias a Dios, hace tres años contamos con el servicio a la población adulta mayor. Identificamos el problema y actuamos rápidamente para mejorar la situación que surge en la comunidad”, expone Berríos.

La respuesta positiva hacia los servicios de la organización se debe en parte a que “nuestra entidad les ha dado la confianza a ellos para solicitar nuestros servicios”. “Están buscando superar las situaciones por las que están pasando, nosotros nos damos con mucho compromiso y responsabilidad a mejorar su calidad de vida”, detalla la directora.

El estudio de necesidades que realizan con frecuencia ha sido clave para comprobar la vigencia de sus servicios. “En estos momentos lo hemos actualizado, lo que ha sido muy bueno, porque nos hemos dado cuenta de qué es lo que ellos necesitan y de acuerdo con eso nosotros solicitamos, escribimos propuestas y trabajamos”.

“Actualmente vamos trabajando el problema de violencia intrafamiliar debido a situaciones de crisis en Puerto Rico. Esa propuesta ha sido un éxito tanto en escuelas como en comunidades, la demanda de servicios es grande, pero gracias a Dios también hemos podido aumentar el equipo de trabajo que se mantiene constantemente adiestrándose con técnicas nuevas. Actualmente, parte del equipo se está adiestrando con la aceleradora Pivot Cohorte 4, aprendiendo cómo mejorar la cultura de datos para tomar mejores decisiones y para que nos ayude en la sostenibilidad de nuestra entidad”, expone.

Los participantes no lo tienen claro en sus momentos de confusión y debilidad, pero en PANI saben que con ayuda pueden retomar el control de sus vidas.

“Nosotros tenemos muchos casos de éxito, pero voy a compartir dos jóvenes que me han llegado al corazón. Uno sufrió de mucho maltrato, cuando terminó el cuarto año se recluyó en su hogar, por la ansiedad y la depresión que tenía no quería ir ni a la universidad. Sin embargo, cuando logró entrar a nuestra organización y el equipo de trabajo empezó a darle los servicios terapéuticos se motivó a estudiar; una de nuestras psicólogas lo acompañó a la universidad a matricularse como parte del proceso de terapia. Actualmente, es un técnico de farmacia exitoso, está bien, emocionalmente estable, estudió y trabaja”, relata.

Cuenta además sobre una participante que llegó mientras cursaba escuela elemental. “Su mamá estaba preocupada porque la niña fracasaba en las clases, no hablaba, era muy tímida y comenzó a recibir servicios terapéuticos de nuestro equipo de trabajo. A medida que fue pasando el tiempo logró ser parte del cuadro de honor, se graduó con buenas notas. Actualmente, está estudiando en la universidad y ha desarrollado un pequeño negocio. Su mamá, en agradecimiento a la organización, trabaja con nosotros de forma voluntaria. A nosotros nos llena de satisfacción ver el éxito de nuestros participantes”, confiesa.

Si hay crisis en el país, PANI traslada sus servicios psicosociales donde sean requeridos. Berríos menciona que el equipo de psicólogos y terapistas de la organización asistió en Guánica tras los terremotos del 2020.

Su remozada sede cuenta con un sistema de placas solares -obtenido en alianza con Casa Pueblo- que tras el reciente paso del huracán Fiona permitió a los participantes y vecinos cargar equipos, guardar medicamentos en neveras o darse terapias respiratorias. “Pudimos dar ese servicio y mantener las facilidades abiertas a toda la comunidad”.

Para Berríos, la importancia del Premio Tina Hills radica en que “les da credibilidad y más visibilidad a las entidades”.

“Es el tercer sector el que acude inmediatamente y ofrece servicios en las crisis que ocurren en Puerto Rico. Como los principios morales, éticos y sociales de doña Tina Hills, los fundadores de PANI tenían esa visión de ayudar a las comunidades necesitadas a lograr que tuvieran un mejor futuro. Estamos muy honrados de ser parte del Premio Tina Hills”, puntualiza Berríos.

Vídeo: Javier del Valle

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