Conoce la labor de las organizaciones finalistas al Premio Tina Hills 2022.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé


Laura López, directora ejecutiva de FAR; CPA Roberto Santa María, presidente de FAR;
Wanda Santiago, directora ejecutiva de CMTAS; Diego Suárez, presidente del Comité
de Desarrollo Organizacional de FAR y licenciado Rafael Cortés Dapena,
presidente Junta Directiva de FAR. Foto / José "Pepe" Pérez

Cerquita del casco urbano de Yauco está el Barrio Quebradas. Allí, el Centro de Microempresas y Tecnologías Agrícolas Sustentables (CMTAS) se ha afincado como una activa organización sin fines de lucro dirigida a estimular el crecimiento económico de la comunidad. Y las soluciones que propone están en la tierra.

Aprovecharon una escuela en desuso que convirtieron en su sede en el 2010 y en ella ofrecen cursos en diferentes prácticas agrícolas, tienen una mini clínica, un comedor comunitario, una biblioteca y espacio de reuniones. Sus participantes ponen en práctica lo aprendido en la finca agroturística de 72 cuerdas donde cuentan con un bosque tropical, un hidropónico y 60 cabezas de ganado que estimulan la producción de biodigestores anaeróbicos y de biogás. La tierra provee tanto para la seguridad alimentaria como para el desarrollo económico a través de microempresas agrícolas.

“La escuela elemental que fue abandonada aquí en el barrio nosotros la restauramos y estamos operando en esas facilidades dando talleres de agricultura sustentable, de energía renovable, todo lo que tiene que ver con agricultura, para las comunidades de las áreas rurales de Yauco, Guayanilla, Peñuelas y nos hemos expandido. Ahora estamos en el área de Cabo Rojo y de Guánica, dando diversos servicios con la creación de microempresas comunitarias”, explica Wanda Santiago Torres, directora ejecutiva de CMTAS.

Por lo general, sus participantes son “agricultores y personas desventajadas económicamente” que buscan cómo “fortalecerse y mejorarse diariamente para fortalecer sus familias”.

En CMTAS el desarrollo puede comenzar desde un sueño o una semilla. Han educado a sus participantes, les han provisto las herramientas y las oportunidades  de crecimiento para que emprendan un nuevo camino.

“Tuvimos varios casos donde le dimos todas las herramientas, los educamos, estuvieron en la finca en un proyecto de composta que se desarrolló y se movió a otro lugar. Otro de los casos fue una maestra que quedó desempleada después del huracán María. Ella se capacitó con nosotros, le habilitamos un espacio, dio tutorías para niños y ahora está en un espacio más grande. De esas comunidades nosotros hemos aprendido la fortaleza, la voluntad, el deseo de luchar y seguir hacia adelante”, menciona Santiago.

Varias veces han debido hacerlo. La zona sur del país añadió a las secuelas del huracán María, la secuencia sísmica de los terremotos vividos en el 2020 y el reciente huracán Fiona como impedimentos a su desarrollo.

“Tuvimos que dejar un poquito al lado nuestra misión y visión para ayudar a las comunidades en el momento de catástrofe brindándoles suministros, alimentos calientes, buscando organizaciones que pudieran dar apoyo a esas familias, así que fuimos cambiando a lo que hoy tenemos. Además de las prácticas de agricultura, tenemos la mini clínica donde damos servicio de manejo de ansiedad, servicios de enfermería que visitan personas encamadas”, detalla.

La llegada de diversos apoyos económicos les han permitido emplear a diez personas de la zona. “Eso es uno de los logros, tener de la misma comunidad personas trabajando en nuestro proyecto para tener el desarrollo económico y el fortalecimiento”, menciona.

Para Santiago, cada persona ama la tierra a su manera y ese amor vive “en un rinconcito guardado en su corazón”. Cuando los participantes arriban al entorno verde de CMTAS pueden tener una idea más clara de que “pueden echar hacia adelante, pueden crear proyectos”.

Un proyecto emblemático son los biodigestores anaeróbicos y cuentan con tres en la finca; fermentan el excremento del ganado para crear fertilizantes orgánicos y biogás. En alianza con la Asociación de Pescadores en Playa Santa, en Guánica, ubicaron allí un biodigestor al igual que en el sector La Chorra en Mayagüez. “Ya comenzamos también en el área de Santa Isabel y en el área de Peñuelas, en una porqueriza que estamos permitiendo que a ese porcinocultor no le cierren la facilidad gracias a lo que estamos haciendo con el biodigestor”.

El aspecto turístico de la finca permite la exploración de la diversidad de cultivos, el uso de un gacebo como aula abierta o área de reuniones, así como el alquiler del domo geodésico, una estructura resistente que se construye para ubicar personas tras emergencias de la naturaleza.

“El futuro luce prometedor con más desarrollo económico, con más proyectos como son los biodigestores anaeróbicos en las comunidades, con las alianzas que estamos creando con las diversas organizaciones buscando el desarrollo económico en la comunidad. Vamos a ir diversificando en otras áreas de energía renovable”, adelanta la directora.

Para Santiago, el reconocimiento como finalista del Premio Tina Hills significa una oportunidad para difundir el quehacer de CMTAS.“…Para que conozcan de nuestro entorno, de nuestras comunidades, de nuestra gente, cómo somos, qué estamos haciendo para fortalecer nuestro entorno y a nosotros mismos con la diversidad de cosas que estamos haciendo. Este premio permite visibilizar todo lo que las organizaciones estamos haciendo por nuestras comunidades. Lo que a nosotros nos hace seguir es la pasión y el amor que sentimos por lo que hacemos. A cada uno en el grupo de trabajo que nosotros tenemos en CMTAS le gusta la tierra, le gustan las personas, les gusta la naturaleza, le gusta la comunidad y ayudar a otros; estamos satisfechos, felices con todo lo que nosotros estamos haciendo”, culmina Santiago.

Vídeo: Javier del Valle

Web Analytics