Cuando la joven se involucró en la Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico refinó destrezas y logró movilizar a otros voluntarios.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé


Andrea Nicole Padilla Bou ha evolucionado como voluntaria en la Red por
los Derechos de la Niñez y la Juventud en Puerto Rico. Foto / Suministrada

Andrea Nicole Padilla Bou era apenas una estudiante cuando se unió a la Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico para colaborar con su trabajo luego del huracán María. Cuando en la isla se experimentó el terremoto del 2020 y sus secuencias, retornó como universitaria dispuesta a canalizar su deseo de ayudar en las iniciativas que puso en marcha la organización que se ocupa de defender y asegurar el sano desarrollo de los menores que viven en entornos desventajados en el país. Pero algo sucedió, Andrea se comprometió con el trabajo voluntario a largo plazo.

“Empezó muy tímida, preguntando ‘¿cómo podemos ayudar?’ y luego facilitaba el grupo para los niños; fue genial. Ella está estudiando en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras y también ha movilizado a otros universitarios para que participen. Es una joven súper visionaria, con el deseo de ayudar y de cambiar el mundo que uno tiene cuando está en primer año, ella tiene ese deseo tan grande”, comparte Marcos Santana Andújar, quien ha atestiguado la evolución de la voluntaria.


Andrea se sumó a las brigadas de trabajo en el sur de la isla tras los terremotos.
Foto / Suministrada

La joven se unía a las rutas de trabajo que salían bien temprano hacia Guayanilla y Ponce, entre otros pueblos de la zona sur.

“En ese tiempo estábamos trabajando con niños en el apoyo emocional y se integró al trabajo con ellos excelentemente, movía otros voluntarios y trabajó como cualquier persona del equipo haciendo de todo y haciéndolo con un montón de amor”, recuerda Santana, líder de la organización que participa en el ciclo actual del Programa de Formación y Desarrollo de Voluntariado de la Fundación Ángel Ramos (FAR).

Andrea ha seguido apoyando a la organización en tareas variadas como la movilización de voluntarios.

“Por ejemplo, ahora que tenemos un nuevo edificio en Río Piedras para ofrecer un servicio enfocado en jóvenes universitarios que sacan de sus casas por su orientación sexual -como una extensión de Casa Ramón en Juncos pero en Río Piedras- pues ella ha estado bien activa. Convocó el grupo de universitarios para pintarlo, para apoyar y se ha integrado también en esa movilización”.

“Ella es la promesa del deseo que siempre existe de un país mejor. Miro a Andrea y digo ‘wao, esta es la gente que va a agarrar la batuta’”.

Para Santana, la consistencia en el compromiso de la joven es un indicador de su potencial de desarrollo en el tercer sector.

“En el trabajo en el sur por los terremotos fue increíble, ella participó en las brigadas consistentemente hasta que vino el COVID-19 y movilizó a otros. Su participación era significativa y real, no eran estos voluntarios que quizás van una vez o ayudan dando algo un momento; ella se mantuvo con la conciencia de que tengo que volver porque esos niños ya me conocen. Fue consistente y tuvo la capacidad de comprometer a otras personas con la causa”, resalta.

PROMESA DEL SECTOR

El director de la Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico apuesta por el potencial de Andrea.

“Yo la veo como una promesa de relevo generacional porque digo ‘esta es la que va a dirigir las organizaciones en par de años, ella y sus amigos que se han integrado como voluntarios’. Andrea me lo ha dicho y me ha pedido ayuda porque ella quiere hacer algo y lo descubrió involucrándose. También fue voluntaria en un proyecto con Ana Yris (Guzmán), de Nuestra Escuela. Ella es la promesa del deseo que siempre existe de un país mejor. Miro a Andrea y digo ‘wao, esta es la gente que va a agarrar la batuta’”, anticipa Santana.

El caso de Andrea puede repetirse en otras organizaciones, el primer paso es darse la oportunidad. Santana recomienda que antes de seleccionar una organización a la que unirte como voluntario, definas qué causa o población conecta mejor contigo.

“Tienes que saber qué te gusta, cuál es la causa que te mueve el corazón y cuando tú tengas claro si son los adultos mayores, si son los niños, el medio ambiente o si es la agricultura, entonces acércate a un proyecto e intégrarte a lo que ellos necesitan. Muchas veces la gente tiene una idea de cómo ayudar, y a veces no necesariamente es cónsona con lo que se necesita, así que la invitación es que a las personas primero busquen información y encuentren con qué resuena su deseo de colaborar. Eso puede descubrirse de muchas maneras, puede intentar siendo voluntario en distintos sitios”, exhorta.

Si ya tienes adelantado el paso de seleccionar la causa que te resulta especial, Santana invita a que “comiences con lo que tienes en las manos, involúcrate y toma acción”. Justo en ese momento pueden armonizarse compromisos, energías y, si reciben el espacio adecuado, los voluntarios aportan nuevas formas de hacer.

“Queremos involucrar a los voluntarios porque en algunos casos hemos terminado contratándolos cuando hemos podido; yo lo veo como una fábrica de personas para el tercer sector. Les digo ‘vengan a involucrarse’ y la gente se queda”, culmina el director sobre el buen sabor que deja la labor voluntaria.

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