Este año 2022 la tradicional postal animada de la Fundación Ángel Ramos conmemora la historia, raíces y legado de la institución en el marco del centenario de la radio puertorriqueña
Por Ana Teresa Toro :: Oenegé
No basta con mirar al pasado, hay que hacerlo con conciencia del presente y con ilusión de futuro. Pues, de este modo, el repaso histórico fortalece el momento que vivimos y nos ayuda e inspira a transformar el porvenir. En este año 2022 la Fundación Ángel Ramos ha tenido más de una oportunidad de reflexionar en torno al pasado y su lugar de cara al futuro, gracias a una serie de efemérides muy importantes que han coincidido en este momento.
En primer lugar, celebramos el 120 aniversario del natalicio de nuestro fundador Ángel Ramos el pasado 30 de enero. Luego, en noviembre 15 —Día de la filantropía— celebramos el 25 aniversario del Premio Tina Hills y este pasado 3 de diciembre nos unimos a la celebración del centenario de la radio puertorriqueña, cuya primera transmisión se llevó a cabo el 3 de diciembre de 1922 en WKAQ Radio; emisora radial que pasó años más tarde a ser propiedad de Ramos. Rebautizada como Radio El Mundo, en sintonía con el periódico El Mundo que el empresario de las comunicaciones en la isla había adquirido y dirigía entonces, esta emisora se convirtió bajo su visión en el ícono de la radio local que es y ha sido hasta el presente, ahora bajo nuevos propietarios. Posteriormente, ya hacia el 1954, Ramos expande su campo de acción y gana la carrera por traer la televisión a Puerto Rico al fundar Telemundo, consolidándose así, como la primera gran figura empresarial de la entonces emergente industria de las comunicaciones en Puerto Rico.
Conmemorar el 120 natalicio de Ángel Ramos, celebrar el 25 aniversario del Premio Tina Hills y unirse a los eventos conmemorativos de los cien años de la radio en Puerto Rico ha sido de suma importancia y relevancia para la Fundación Ángel Ramos de cara al futuro. Pues, le ha llevado a reflexionar en torno a su propia historia y los modos en que está conectada a la labor social que realiza al momento. Por ejemplo, en el tema de las comunicaciones y la importancia que tiene el continuar potenciando el que se conozca cada día más la obra del tercer sector en Puerto Rico; así como los altos niveles de calidad que poseen las organizaciones sin fines de lucro en el país.
Otro aspecto importante es el interés de Ramos en la filantropía, la educación y la cultura. Fue mecenas de numerosos artistas plásticos, músicos y creadores de otras disciplinas. Desde sus orígenes la Fundación Ángel Ramos apoyó a jóvenes y adolescentes para que pudieran realizar estudios en reconocidas universidades tanto internacionalmente, como en Puerto Rico. El propio Ramos fue un niño de condición económica vulnerable que alcanzó el difícil objetivo de la movilidad social, eje central de la labor filantrópica de la fundación en el presente.
Su lugar en la historia de las comunicaciones en Puerto Rico y, particularmente, en la radio es incuestionable. Por ello, la Fundación Ángel Ramos decidió unirse al esfuerzo del comunicador, cineasta e historiador de la radio Luis Molina Casanova, quien lideró la creación de la exposición ¡Esta es mi radio! Cien años de historia en Puerto Rico que, actualmente, se exhibe en el tercer piso del Cuartel de Ballajá en el Viejo San Juan. La muestra presenta un recorrido histórico alrededor de las distintas décadas en la historia centenaria de la radio y dedica particular atención a la figura de Ángel Ramos como pionero de su tiempo.
Por todas estas razones y, sobre todo, partiendo de la conciencia del inmenso espacio que ocupa la radio en el corazón de los puertorriqueños la Fundación Ángel Ramos decidió dedicar a este invento maravilloso, tan atado a su propia historia, su ya tradicional tarjeta de Navidad. La obra es creación del artista Kike Estrada y el concepto es del equipo de comunicaciones de la FAR.
Cada personaje en la postal se encuentra en circunstancias distintas, unidos todos por el mismo sonido que anuncia la Navidad. Para la Fundación el mensaje se escribe solo: el pasado ilumina el presente y el futuro y, sobre todo, la esperanza.