A eso iremos más adelante pero: ¿Cuál es la historia de Nuestra Escuela? ¿Cómo empezó todo?

Justo Méndez Aramburu y Ana Yris Guzmán se dedicaban a hacer talleres de autoestima. Un día ocurrió una tragedia. Ana Mercedes, la hija adolescente de Justo, falleció en un accidente automovilístico.

"Yo quería morirme. No podía soportar el dolor", cuenta Justo. "Pero mi hija empezó a visitarme en sueños al punto de que yo despertaba y decía 'ay, qué alivio, lo de la muerte fue una pesadilla', y salía a buscarla y, de camino a su cuarto, me daba cuenta. En uno de esos sueños me dijo: 'papi, vamos a hacer una escuela: Nuestra Escuela".

Cuando despertó de ese sueño, se lo contó a su esposa Ana Yris. Era la primera vez desde la muerte de Ana Mercedes que ella le veía un brillo en los ojos. Por eso le dijo: "Vamos a hacerlo".

Así se fundó Nuestra Escuela, Inc. una institución académica para jóvenes que, lejos de ser "desertores", son estudiantes a quienes el sistema educativo "expulsó" porque no pudo con ellos ni supo retenerlos.

Nuestra Escuela tiene varias particularidades. Entre otras, un fuerte acercamiento a la educación desde el amor, desde la ruptura con el dolor, ya que, a su cortísima edad, la mayoría de sus estudiantes ha vivido situaciones traumáticas que pueden desvirtuar la vida de cualquier persona: pobreza, violencia, baja autoestima, maltrato, dependencias.

Toda persona que vaya a trabajar o estudiar allí debe pasar por el taller Esencia vital que se celebra en una finca en Orocovis. Allí se crea la sintonía con la filosofía reconstructiva de la escuela.

Luego, el currículo lo van construyendo los propios estudiantes según sus intereses, curiosidades y necesidades. No es raro que, a la sugerencia de algún estudiante de que se ofrezcan clases de arte o de algún deporte, le contesten con un desafío: "Créala".

Además, el proceso de aprendizaje en Nuestra Escuela es lo más integral posible. Los estudiantes no sólo tienen maestros y maestras sino también trabajadores sociales, sicólogos, apoyo de la comunidad. Nuestra Escuela ya tiene centros educativos en los municipios de Caguas, Loíza, Vieques, Culebra, un 'Nuestra Escuelita' en Hato Rey y ahora esta sexta escuela hermana en Nairobi.

"Acostarme sin comer y saber que, cuando me despierte, no hay nada para comer"

"En el año 2010 hicimos un año de celebración que se llamó una década de nuestra misión de amor", cuenta Justo en entrevista con OENEGÉ. "Una de las cosas que decidimos en esa celebración fue que no queríamos repetir lo mismo. Así que uno de nuestros consultores, el psiquiatra de la organización, propuso que saliéramos de Puerto Rico pero no a Estados Unidos sino más allá. Él descubrió esta Conferencia Internacional de Educación Democrática (IDEC) (en Israel) y me dijo 'Justo, vete a esa conferencia, apréndetelo todo y tráetela para Puerto Rico'. Y yo lo hice. Fui, aprendí todo. Pero también vi que teníamos mucho que enseñar".

Cuando se presentó en la conferencia, dijo: "mi nombre es Justo Méndez y vine a traerme la conferencia para Puerto Rico el año que viene". Muchos dijeron 'este tipo está loco' y yo les contesté 'no, no, es recomendación de mi psiquiatra'", dice entre risotadas.

En esa gestión de internacionalización, se celebró en Puerto Rico el año pasado el 4to Congreso sobre los Derechos de la Niñez. Vino gente de diversos países, incluyendo una mujer de India que presentó el programa Aflatoun que había creado unos años antes.

"El programa me llamó la atención y conversé con ella. En India, ella se ocupaba de los niños de la calle, que sobreviven con buenas y malas tácticas. Entendió que podía convertir todas esas destrezas de supervivencia en (proyectos de) emprendimiento. Nos ofrecimos para desarrollar el programa en Puerto Rico por lo cual fuimos invitados en el mismo 2011 a su reunión internacional en Amsterdam, en la que participan 101 países".
Desde entonces, Nuestra Escuela ha estado trabajando con el programa Aflateen para jóvenes de 14 años en adelante. Al igual que Aflatoun, que significa Platón en árabe, la organización busca contribuir a la reducción de la pobreza inspirando a los jóvenes a empoderarse social y económicamente para ser agentes de cambio en el mundo.

El proyecto de emprendimiento social y económico para adolescentes se basa en 4 pilares: Autoconocimiento (quién soy); quién soy en comunidad; el concepto del ahorro; y los emprendimientos, siempre con un fin social o económico cooperativo.

Recientemente, para su sorpresa, Justo fue elegido a la Junta de Directores de la organización internacional como representante de las Américas, lo que significa que debe promover el proyecto en toda la región.
"Pero todo esto coincide con que Ramón Daubón (consultor del Tercer Sector) en una visita que está haciendo en Canadá, conoce a un africano de Kenya llamado Omondi Orondo ('Kennedy'), un hombre que a duras penas tiene una escuela llamada Saint Charles Lwanga en Nairobi".

Kennedy y Justo se conocieron por Skype. El primero le presentó su escuela, le contó algunas cosas. Saint Charles Lwanga la componen fundamentalmente niños y niñas adolescentes huérfanos cuyos padres han muerto de SIDA. Viven en extrema pobreza.

"Desayunan, almuerzan y cenan arroz y habichuelas", cuenta Justo, quien pasó el verano pasado en la escuela conociendo a los jóvenes africanos. "Omondi (Kennedy) dedica sus días a conseguir el arroz y habichuelas de los niños. Es lo único que tienen para comer pero lo agradecen".

Justo lo sabe porque uno de los muchos días que pasó allí, se sentó a hacer una dinámica con los estudiantes. Les preguntó cuál había sido el momento más doloroso de sus vidas, la misma pregunta que hacen a los estudiantes en Nuestra Escuela cuando llegan. "Estos son jóvenes que han visto morir a sus padres y madres, que han sufrido. Y todos me decían que el momento más doloroso era pasar hambre; acostarme sin comer y saber que cuando me despierte no hay nada para comer. O ver a mi hermanito convulsar de hambre. Por eso la escuela es una bendición para ellos".

Entonces, Justo les contó: "Fíjense, en Nuestra Escuela tenemos muchas situaciones e hicimos un huerto y cosechamos vegetales y los muchachos venden la cosecha y la comemos".

Los estudiantes le dijeron que el terreno allí era demasiado árido.

En otro momento, caminando por el patio, Justo vio una plancha de zinc en el piso y les sugirió que con ella a lo mejor podían lograr acumular la poca agua que cayera para así regar su huerto. Pero fue sólo un comentario.
Unos días después, Justo se fue con Ana Yris a visitar la región. "Cogimos dos semanas de vacaciones y, antes de regresarnos, volvimos a la escuela a despedirnos. Nos recibieron y me llevaron al patio, habían sembrado un huerto, habían cavado un hoyo para hacer un pozo para acumular agua y fertilizar la tierra y, con el zinc, habían construido un cuarto. Lo habían hecho para agradarme pero, sobre todo, porque entendieron que era posible".
Cuando Ana Yris llegó la primera vez a la escuela, ella le había dado un abrazo a cada alumno, uno a uno. "Ellos lo habían recibido regular, un poco distantes. Pero cuando nos íbamos, le dijeron 'Ana Yris, mira' y la despidieron abrazándose todos los varones entre ellos".

Fue desde ese día que Saint Charles Lwanga se convirtió en el sexto centro de Nuestra Escuela. Ya se creó una campaña de crowdfunding para proveerles capacidad organizacional, desarrollar el huerto y establecer una granja para que tengan carne, huevos y leche. "Pero creado por ellos. Sin ninguna ayuda que venga del exterior a hacerles las cosas".

"No nos tenemos a nosotros mismos".

Le pregunto a Justo cómo él logra insertar la situación de pobreza en Puerto Rico dentro del contexto de esta organización internacional que trabaja con tantos registros distintos de pobreza alrededor del mundo.
"Nosotros (en Puerto Rico) vivimos una condición de pobreza quizás más fuerte y es mucho más de sesenta porciento y es la pobreza de espíritu. No tenemos fe en nosotros. Esa fue la diferencia en África. Ellos saben que, si no se las buscan, se mueren de hambre. Nosotros no construimos porque no tenemos fe. Lo único que estos muchachos de África tienen es a ellos mismos. Acá no tenemos fe en nosotros, por tanto, no nos tenemos a nosotros mismos".

Uno de los próximos proyectos de Nuestra Escuela es ofrecerles el currículo de Aflateen a las escuelas públicas y a las comunidades puertorriqueñas "para impregnarnos del paradigma del emprendimiento. Descubrir quién soy yo, quién soy yo en comunidad, el concepto del ahorro, conservación, reúso, reciclaje, y los emprendimientos siempre con carácter social y economía solidaria. No me sentiría con fuerza moral de llevar esto a República Dominicana y otros países y no hacerlo con Puerto Rico".

Cualquier escuela o comunidad interesada en el currículo puede comunicarse a Nuestra Escuela y se lo enviarán por correo electrónico.

Se trata de una educación basada en juegos y proyectos, una propuesta para que la juventud se convierta en emprendedora, se proponga metas y las hagan suyas.

"Para que no tengan que esperar a que alguien se las haga. Y queremos modelarlo desde Puerto Rico. Que sea una gestión de aquí, demostrando que Puerto Rico es latinoamericano, africano y líder. Con toda nuestra riqueza humana podemos ir al mundo, destacarnos y liderar. No tenemos por qué ser cola".

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