Inspirada en Siempre Vivas Mayagüez, la organización adscrita a la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras confía en la educación temprana y el arte para enfrentar el abuso de género.
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
Y pensar que Siempre Vivas Metro nació en un curso de la Escuela Graduada de Trabajo Social Beatriz Lasalle, de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, con el sueño de acompañar en asuntos de violencia de género. Si hoy ha ampliado sus servicios, no solo ha sido para responder a las necesidades de sus participantes, sino “reconociendo que acompañar es una pieza, pero prevenir, concienciar, es otra”, dice la profesora Elithet Silva Martínez, codirectora de Siempre Vivas Metro y catedrática asociada de dicha escuela.
El trabajo de la profesora Luisa Seijo en Siempre Vivas en Mayagüez, proyecto fundado hace quince años, inspiró la creación hace tres años de su contraparte en Río Piedras. Las alumnas Carmen, Rita, Suzette, Lena y Omayra hacían una práctica especializada en violencias de género cuando comprendieron, no solo que la labor de Siempre Vivas era necesaria, sino que además un nutrido grupo la aprovecharía.
“La universidad es un microcosmos de la sociedad, pero hay temas que si no tenemos cuidado pueden verse como objeto de estudio, como algo en la lejanía. Yo brindé mucho acompañamiento en mi oficina, después de clase, en el baño, en el estacionamiento, en el tribunal a las tantas de la noche y pensamos ‘algo hay que hacer’; más allá de hablarlo, hay que accionar las violencias de género”, explica Silva.
Usando un modelo de acompañamiento feminista que se vale de la narrativa, la oralidad y el arte para nombrar y procesar las violencias, coordinaron el comienzo del primer grupo de encuentro presencial en el 2020. Con la llegada del COVID repensaron el contenido y terminó siendo un grupo de sobrevivientes de violencia sexual, dirigido a atender denuncias de acoso realizadas por mujeres del recinto riopedrense.
“Así empezamos en esa época. Las personas comenzaron a escuchar que de forma virtual se reunían para sanar grupos de sobrevivientes, y este semestre nada más ya tuvimos siete grupos de acompañamiento a víctimas y sobrevivientes de distintos tipos, presenciales y virtuales”, menciona sobre espacios en los que, por ejemplo, se usa la escritura para renombrar la violencia o se hacen talleres de masculinidades saludables.
PREVENCIÓN: PRIMER PASO
Una de las inquietudes del grupo de Siempre Vivas Metro en sus comienzos era ‘¿por qué debemos esperar a que el ataque suceda?’. Por eso comenzaron a ofrecer talleres a menores de edad en alianza con el proyecto Aula en la Montaña en Peñuelas y en las escuelas laboratorio de la Universidad de Puerto Rico. En el 2019, la profesora Silva, Jeniffer Johanna Martínez Medina y Laura García Soto, entre otras alumnas de maestría, diseñaron y presentaron proyectos con la prevención de violencia como eje central y a la conversación no solo se invitaban a estudiantes desde grados elementales hasta superiores, sino además a sus padres y vecinos.
“Todas las voces tienen que ser parte”, declara Silva y explica que con ayuda del profesor Ángel Díaz Cabrera, de la escuela elemental de la UPR-RP, utilizaron el arte para descubrir antídotos contra la violencia y entre ellos figuraban la solidaridad y la cultura de paz.
“Nombrar la violencia en nuestros tiempos y en nuestras palabras puede ser muy liberador”, reconoce la profesora Silva, quien además huye de la “victimización eterna” que puede imponer la sociedad.
“Mucha gente piensa que la niñez no está preparada para tener ese tipo de conversación… y si no se hablan estos temas desde un espacio con información correcta, igual van a tener esas conversaciones, pero desde la desinformación y eso lo que produce es miedo e inseguridad”. |
“En el caso de la niñez, por qué tendríamos que esperar a que le pase algo para empezar a vivir la vida que queremos y merecemos vivir, de ahí que los temas como la inclusión y la solidaridad son importantísimos. La niñez tiene muy claro su derecho a vivir en paz, en reconocimiento del amor a la tierra y al país; eso es un antídoto a la violencia”, asegura Silva.
Por otra parte, Martínez confirma que “la niñez es protagonista de la vida del país aquí y ahora, no son el futuro del país son el presente”. La especialista invita a que los niños sean “protagonistas y copartícipes” de la vida social y de su proceso educativo.
“El adulto está en proceso de retroalimentación constante, pero entendiendo que a la niñez hay que escucharla porque tienen mucho que decir y mucho que contar desde su sentir y pensar de cómo experimentan el mundo y la vida desde la temprana edad. Hay que generar confianza para que, desde su autenticidad, participen con ejercicios lúdicos que convocan el amor por conocer como son las canciones o los cuentos, que permiten que la imaginación vuele y descubran que es posible un país donde haya convivencia de equidad”, invita Martínez y alerta que usualmente se invisibiliza a los menores porque se piensa que “como son niños, no tienen que decir”.
“Ellos nos impactan a nosotros y nosotros a ellos”, resume Martínez.
García Soto coincide en “no subestimar” a los menores. “Mucha gente piensa que la niñez no está preparada para tener ese tipo de conversación, que no tiene las herramientas y no sabrá manejarlo y, por el contrario, si no se hablan estos temas desde un espacio con información correcta, igual van a tener esas conversaciones, pero desde la desinformación y eso lo que produce es miedo e inseguridad”, asegura.
Sobre los grupos de acompañamiento con universitarios, afirma que en principio temen “el señalamiento, identificarse como sobrevivientes”. “En el grupo de escritura hablamos de que es un espacio seguro y se vale llorar. Eres fuerte por atreverte a llorar en una sociedad que te dice que no llores, que te seques las lágrimas y eches pa’ lante. No siempre la vida es bella, también es dura y se vale un momento para estar triste”, asegura la joven que culminó su maestría.
La desinformación a cualquier edad provoca resistencia a atreverse a ser vulnerable. García es partidaria del uso de la educación para remediarlo y reconoce que “no es una herramienta que se ha explorado a su cabalidad”.
“Si hay espacios educativos que informan a las personas, les ayudan a entender mejor sus emociones y a cómo tener una vida más plena, esos espacios son limitados, no es la forma en Puerto Rico ni en las escuelas. Es de esperarse entonces que no haya habido un gran cambio en el país, si estos programas y servicios no se han hecho accesibles a la población”, culmina García.
Conoce los logros del proyecto en Facebook @Siempre Vivas Metro.
Fotos / Suministrada