En la exposición, “BENDICION-ES”, se reúnen íntimas fotos que capturan la unión familiar durante los últimos días de vida de la madre de la artista.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé


Rosario Fernández junto a su padre, Fernando "Fen" Fernández. Foto / Javier del Valle

Lo primero que llamó su atención fueron las manos, cuánto se parecían las de su madre María J. “Bubi” Esteve y las de ella; las retrató impulsivamente con el celular para recordarlas cuando no estuvieran juntas, lo que sucedió meses después. La madre de la fotógrafa Rosario Fernández pasó sus últimos meses de vida junto a ella y su esposo Fernando “Fen” Fernández, en los tiempos de aislamiento debido a la pandemia por COVID-19, por lo que la creadora de imágenes se dedicó a guardar en su cámara memorias de vida y la esencia de un poderoso vínculo.

Algunas de esas fotografías integran la muestra “Bendición-es”, que desde el 1 de junio está abierta al público en Sala de Exposición de Arte Fundación Ángel Ramos (SalaFAR), en la sede del edificio en Hato Rey. La entrada es libre de costo.


Teresa Tió, Irene Esteves, coordinadora de SalaFAR, y Adlín Ríos. Foto / Javier del Valle

Lo menos que pensó Fernández fue que las fotos que capturó de su madre, su padre y ella durante el aislamiento, terminarían siendo compartidas a gran escala. Tomar fotos se convirtió en su modo de canalizar el fin de la vida terrenal de su progenitora, que eventualmente sucedió en julio de 2020.

“Mis papás llegaron de vacaciones en España y al otro día cerraron la entrada a Puerto Rico, pero ya los tenía conmigo en casa. Como en ese principio de la pandemia no tenía trabajos ni salidas, pude enfocarme 100% en ellos. En ningún momento pensé que iba a hacer fotos”, afirma Fernández, fotógrafa con 25 años de trayectoria.


Laura López, directora ejecutiva de la Fundación Ángel Ramos, y Rosario Fernández,
artista invitada a SalaFAR. Foto / Javier del Valle

“Era tiempo de estar con mi mamá, nada más. Como artista tomas referencias personales, pero nunca trabajé algo así de personal, nunca. Cuando trabajaba en prensa odiaba hacer fotos en hospitales, en funerales, porque nunca me sentí cómoda documentando la miseria de otros. Cuando hice las fotos de las manos, me inspiró a hacer más fotos juntas porque me dije ‘ella se me va ya mismo’ y hay cosas que uno se olvida. Quería guardar esa resiliencia y esa paz que mi mamá transmitía, se me subió la musa y se me abrió un mundo”, declara.

“La exposición no se trata de dolor o pérdida, sino que es una celebración de la vida, la fe y la resiliencia”.

La fotógrafa asegura que tampoco contempló compartir las imágenes en una exposición formal, hasta que la profesora Laura Bravo, del Centro de Recursos de Investigación y Aprendizaje Subgraduado (CRIAS) de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, la invitó a colaborar con el trabajo de dos estudiantes sobre el tema: cuerpo y enfermedad en la fotografía puertorriqueña. La reacción del público a sus fotos la sorprendió.

“Primero lo consulté con mi padre, porque en ningún momento planifiqué compartir el trabajo. Cuando terminé mi conferencia con los estudiantes, hubo gente que se me acercó a darme las gracias porque han perdido sus padres o están en ese proceso y no han sabido canalizarlo. Me di cuenta de que este trabajo ya no era mío y que había tocado a mucha gente. Creo que el mensaje fue ‘no puedes tener estas fotos engavetadas’”, recuerda sobre las obras en blanco y negro.

Y EN REPÚBLICA DOMINICANA

Rosario fue invitada a presentar algunas de estas fotos en el festival “Photoimagen 2022”, celebrado en septiembre del año pasado en Santo Domingo, República Dominicana, con la curadoría de la coordinadora de SalaFAR, Irene Esteves, entre otros especialistas.

“Ahí tuve dudas, no sabía si quería exponer la fragilidad de mi mamá en un entorno que no fuera educativo, pero flui y dije ‘vamos a hacerlo con cuidado’. Yo creo que ella está moviendo todo para que yo haga este trabajo que se ha convertido en una terapia de grupo”, asegura Fernández sobre las reacciones que provocan las fotos y la sanación que genera en algunos espectadores.

A ambas exposiciones su padre “Fen” la ha acompañado y, aunque se les escapan algunas lágrimas de emoción y alegría, la fotógrafa opina que las imágenes tocan fibras universales; no dejan a ningún espectador indiferente y provocan reflexiones sobre el amor, la fragilidad humana y el tiempo. Sobre la exposición en SalaFAR, Fernández no se impone expectativas y asegura que “Dios dirá” en torno a su recepción entre un público tan diverso como el que visita la sala de exhibiciones.

“La exposición no se trata de dolor o pérdida, sino que es una celebración de la vida, la fe y la resiliencia. La aceptación con la que mi madre se enfrentó a lo inevitable me inspiró a crear esta serie de fotografías y vídeos que me hace sentir conectada a ella como si siguiera aquí. Me siento bien agradecida, tranquila y satisfecha. Espero que quienes vean estas fotos se lleven ese amor que transmitía mi mamá”, expresa.

Cada exposición de SalaFAR presenta un programa educativo dirigido a la comunidad en general. Sigue atento a nuestras redes sociales para que puedas disfrutarlo. SalaFAR abre al público de lunes a viernes, en horario de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. para más información, llama al 787/763-3530.

Fotos / Javier del Valle

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