“El tercer sector como generador de noticias” fue el título de la conversación entre líderes de organizaciones sin fines de lucro y periodistas que cerró las actividades educativas de la Semana de la prensa de la ASPPRO.
Por Ana Teresa Toro :: Oenegé
No han sido pocas las grandes maestras y maestros del periodismo que han alzado su voz para recordar que la aspiración al balance de perspectivas en la narración de una historia no debe ir jamás por encima de una máxima del periodismo: el periodista debe estar siempre del lado de los derechos humanos. La premisa no es un eslógan, va a la naturaleza misma del oficio, inexistente fuera de los confines —siempre imperfectos— de una democracia. Por que, después de todo, ¿a quién sirve la prensa si no es a la gente que precisa de información veraz para la toma de decisiones?
Esta reflexión es la base de una aspiración que no siempre se alcanza, pero que vale la pena tener como foco a la hora del encuentro entre el poder de la prensa en el manejo de la opinión pública y el poder de las organizaciones sin fines de lucro en el día a día de las necesidades más apremiantes del país. El “Diálogo: el tercer sector como generador de noticias”, se ocupó de atender en detalles la multiplicidad de aspectos que inciden en el modo en que el país conoce de primera mano la labor del sector, así como en los efectos que la proyección de esta monumental tarea tienen tanto en el papel del estado, como en el bienestar de la ciudadanía y en la posibilidad de replicar aquello que funciona. El evento —con el cual se cerró la serie de actividades educativas de la Semana de la Prensa— que celebró la semana pasada la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (ASPPRO) se llevó a cabo el pasado viernes, 4 de agosto a la 1:00 p.m. en la Escuela de Derecho de la Universidad Interamericana en Hato Rey. Se trató de un evento virtual que puedes acceder en este enlace: https://www.facebook.com/
El panel estuvo compuesto por Rafelli González, director de la multiplataforma digital del periódico El Vocero; Ana Yris Guzmán, cofundadora y presidenta ejecutiva de Nuestra Escuela; Marcos Santana Andújar, fundador y presidente de la Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud en Puerto Rico; y Marianne Ramírez Aponte, directora ejecutiva del Museo de Arte Contemporáneo. La presidenta de la ASPPRO Damaris Suárez ofreció un saludo formal a los presentes y al público que sintonizó en el que destacó la importancia de prestar atención desde los medios de comunicación a la labor del tercer sector, que tanta prominencia ha adquirido particularmente, tras los huracanes Irma y María, los terremotos en el sur de la isla y la pandemia, entre múltiples otras crisis de diversa magnitud que ha enfrentado Puerto Rico en los pasado años. Tatiana Pérez Rivera, periodista de Oenegé, fungió como moderadora del encuentro que marca el segundo año consecutivo en que la Fundación Ángel Ramos se integra al componente educativo de la Semana de la Prensa.
Como pie forzado, la moderadora inició el diálogo destacando la visibilidad que, inevitablemente, ha alcanzado el tercer sector en Puerto Rico tras su respuesta contundente y consistente a las emergencias recientes. Algo sólo posible, gracias a una trayectoria previa, muchas veces desapercibida.
“Puerto Rico redescubrió a las organizaciones sin fines de lucro, a las fundaciones que las apoyan y al voluntariado que las hace crecer. También, han resultado evidentes los aciertos, los desaciertos y las necesidades de su ecosistema”, planteó Pérez Rivera toda vez que recordó que “su cobertura en medios de comunicación, por lo general, gravita hacia las noticias principales en condiciones extremas: cuando hay una emergencia climática, cuando destaca algún caso de marcada desigualdad en la población o cuando la Legislatura aprueba en el último minuto de la sesión extraordinaria, la asignación de fondos económicos que manejarán durante el siguiente año fiscal. Sin embargo, el tercer sector también genera noticias sobre transformaciones cuando crean las condiciones ideales para que ocurran, cuando se echan a andar proyectos específicamente delineados para lograrlo y cuando se comienzan a ver los frutos de esa labor. Estas transformaciones no son inmediatas y en la era de consumo masivo de noticias frescas, pueden perderse”.
A juicio de Rafelli González, y desde la perspectiva periodística, a las noticias de las organizaciones sin fines de lucro “no siempre se les da la prominencia que ameritan”. Marianne Ramírez, desde el filtro de la cultura, llama la atención acerca de la importancia de no cerrar los espacios para la cobertura de las artes “más allá del entretenimiento”. Particularmente, por entender que las artes y la cultura, trabajadas desde el tercer sector “son un recurso importante para facilitar la cohesión social y comunitaria”. La importancia de este renglón del quehacer humano en momentos extremos como el pico de la pandemia es un ejemplo más elocuente y reciente al respecto.
Por su parte, Marcos Santana Andújar se inserta en la conversación enfatizando en que una cobertura ineficiente de las voces del sector puede tener consecuencias reales y catastróficas. “Se pueden perder vidas”, sentenció e inmediatamente procedió a recordar el salvavidas que representó la cobertura mediática de medios independientes y masivos para un hogar que, tras el paso del huracán María, estaba a dos días de quedarse sin agua. “Así de grave puede ser cuando no se comunica, y así de impresionante es el efecto que tiene en cómo fluye la ayuda”, expuso al recordar que, tras las publicaciones, el aluvión de apoyo y recursos que recibieron le permitió manejar la emergencia extrema.
Cambios en el uso del lenguaje que tiene consecuencias concretas en las vidas de las personas a quienes sirve el sector, así como los cambios de paradigma que la implementación de una nueva legislación exige, requieren de un diálogo abierto con los medios de comunicación para que el mensaje trascienda.
“Cada vez menos se habla de desertores escolares en el país y tiene muchísimo que ver con que hemos sido enfáticos en que los jóvenes abandonan la escuela, nunca por poca vergüenza, sino por razones muy profundas y desde esa perspectiva se ha ido cambiando el término”, explicó Ana Yris Guzmán.
Para Guzmán es fundamental llevar el mensaje de que la educación debe estar basada en el amor y el respeto a los y las estudiantes, así como en la posibilidad de una escuela democrática —como la que han cultivado—, puesto que ellos pueden participar de todos los procesos, incluso, del manejo del presupuesto.
“Ojalá un día el sistema de educación del país pueda decir que el presupuesto es participativo y que los estudiantes sean amados y tratados como seres humanos con dignidad y no como un número”, insistió, quien además ha formado parte del cuerpo directivo que ha presentado el modelo de educación alternativa de Nuestra Escuela en 63 países del mundo.
Un punto importante en la conversación fue el hecho de que, para el periodista, es relevante también indagar en el por qué de las asignaciones de fondos gubernamentales a causas que corresponden al propio gobierno. “Es natural pararnos desde la disidencia. Las cosas buenas se reportan porque se asume que van a ocurrir pero hay que cuestionar cuando se asignan estos fondos”, dijo.
Con él coincidió el panel, sobre todo, porque tienen muy claro que la defensa de sus causas jamás debe generar en el gobierno laxitud, sino todo lo contrario, interés en replicar aquello que sí funciona.
Hacia el final de la conversación Pérez Rivera trajo a colación el modo en que el sector se proyecta de una manera más unificada ante el país, cuenta con más datos para demostrar su valía y su quehacer y esto le permite no sólo defender mejor su labor, sino inspirar y presionar indirectamente al sector público para que haga la parte que le corresponde.
“Tenemos un tercer sector más profesionalizado, más educado, con mayores mecanismos de evaluar. Nos movimos de la visión de la caridad de la mano tendida a probar nuestros modelos con datos. No es caridad es un trabajo de derechos humanos y los medios nos ayudan a comunicarlo así”, puntualizó Santana Andújar dejando abierto el diálogo entre quienes aspiran narrar al país y quienes lo conocen desde todas sus esquinas.