El nuevo director del Instituto del Desarrollo de la Juventud es prueba viviente de que la movilidad social puede ser fructífera. Conócelo.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé


El nuevo director ejecutivo del Instituto del Desarrollo de la Juventud, Brayan L. Rosa, afirma que hoy
nuestro país tiene la mejor oportunidad de atender la pobreza infantil que ha tenido
en toda su historia moderna. Foto / Javier del Valle

Brayan L. Rosa, director ejecutivo del Instituto del Desarrollo de la Juventud (IDJ) hace diez meses, cree firmemente en que la pobreza puede erradicarse. En términos académicos conoce el tema, como política pública lo ha estudiado muchísimo y, más importante aún, lo ha vivido.

“El tema de pobreza y de movilidad económica está en mi memoria porque yo vengo de un residencial público en Carolina, Sabana Abajo, vengo de una familia que es la quinta generación en el mismo residencial, mi mamá fue la primera que logró comprar una casa en nuestra familia. Esa historia de movilidad económica es la mía, la de mi familia, pero no debería ser una excepción, debería ser la historia de todos los niños puertorriqueños que se encuentran ahora mismo cargando el peso de vivir en una sociedad en pobreza. El tema de la pobreza infantil tiene solución, el tema de la movilidad económica tiene solución y nosotros creemos que un Puerto Rico donde todos los niños puedan alcanzar su potencial no solamente es posible, es indispensable”, expresa el director ejecutivo.

Luego del huracán María, Rosa retornó a Puerto Rico en el 2018 “porque sentía que tenía que apoyar el esfuerzo que se estaba haciendo aquí”. Ingresó al IDJ como Gerente de Política Pública y luego partió nuevamente a completar una maestría en Economía y Educación en Columbia University en Nueva York. “Me fui porque entendía que necesitaba adquirir nuevas destrezas para ofrecerle al país un mejor profesional. Ahora regreso con esta misión arreguindada de mi corazón”, confiesa con una sonrisa.


Brayan L. Rosa llegó en el 2018 al Instituto del Desarrollo de la Juventud y se desempeñó como gerente
de política pública. Foto / Facebook IDJ

Ahora que arriba a su décimo aniversario, el IDJ tiene como objetivo crecer y crecer. “Tenemos muchos proyectos, muchas ambiciones y un equipo comprometido. Queremos crecer y avanzar en otros temas relacionados a la pobreza como son educación, salud y desarrollo social. Es importante que entidades como el Instituto trabajen esos temas a profundidad, por eso vemos que la gente continúa confiando en nuestro trabajo y en nuestra institución, porque podemos entregar resultados en todas esas aéreas si podemos incluir recursos para lograrlo”, destaca.

Al Puerto Rico de hoy sólo le resta rebotar, empujarse del fondo al que le han sumido dificultades económicas y poderosos eventos de la naturaleza. En este escenario le ha tocado evolucionar al IDJ.

“Hoy Puerto Rico tiene la mejor oportunidad de atender el tema de la pobreza infantil que ha tenido en la historia moderna porque todos los indicadores económicos apuntan a que vamos a gozar de un progreso relativo en la economía. Nuestra misión, nuestro trabajo, es garantizar que mientras la economía crezca no sigamos relevando a estas familias que necesitan participar igualmente de esa economía como todo el mundo. Puerto Rico hoy tiene las herramientas, tiene la capacidad, los recursos para hacer unos cambios sostenibles y sistémicos increíbles para todas las familias en este país y cuenta con un Instituto completamente robustecido para poder ejecutar esa misión”, puntualiza.

ATENCIÓN AL CAMBIO SISTÉMICO

Si se habla de pobreza y movilidad económica desde la investigación, la política pública y la abogacía, el director del IDJ advierte que suele desconectarse el trabajo directo que se realiza en las organizaciones sin fines de lucro.


Brayan L. Rosa llegó en el 2018 al Instituto del Desarrollo de la Juventud y se desempeñó como
gerente de política pública. Foto / Facebook IDJ

Para explicar la sincronía ideal en las labores de todas las partes pone como ejemplo un río al que caen múltiples personas. “El trabajo directo es sacar a la gente del río. Para corregir esa situación, el Instituto y el trabajo sistémico debe moverse más arriba y ver por qué la gente está cayendo y cómo podemos evitar que la gente caiga en las trampas de pobreza, en los ciclos de repetir errores”, dice Rosa.

“Hay una responsabilidad de cada cual de poder hacer lo más que pueda para avanzar en la vida, pero hay una responsabilidad mayor del gobierno y del sistema de viabilizar esas oportunidades. Es difícil cruzar al otro lado del río si el puente no está creado y el puente le toca al gobierno, al sector privado y sin fines de lucro, el crear esos espacios. El Instituto hace ese trabajo”, agrega.

 Las preguntas para explicar el porqué de un problema pueden ser incómodas. ¿Comprenderá el gobierno el alcance del momento crucial que vivimos?

“Nadie quiere vivir en pobreza. La pobreza es problemática a nivel individual y para todos”.

 

“La pregunta de si el gobierno lo entiende o no es secundaria. La primera pregunta que yo me haría es ‘¿por qué no?, ¿por qué no lo hacemos?, ¿por qué no lo estamos intentando?’. Vamos a aprender mucho en el proceso, vamos a entender quizás cuales son aquellos cambios que deben ocurrir, vamos a cometer quizás muchos errores, pero yo estoy seguro de que si lo intentamos lo vamos a lograr. Y ese trabajo, cuando lo describo, no es que dejemos de sacar a la gente que ya está en el río, hay que hacer las dos cosas a la vez y el trabajo del Instituto es evitar sistémicamente que ese trabajo se siga reproduciendo. Así que el trabajo se vuelve una oportunidad de inversión para aquellos que quieren ver ese cambio en Puerto Rico”, subraya.

Los implicados también tienen un rol activo. Rosa pone como ejemplo el crédito por dependiente que, sin requisito de trabajo ni destino, les permitió a las familias recibir la máxima aportación. Algunos levantaron bandera roja ante la posibilidad de que se mal utilizaran los fondos en algunos núcleos familiares.

“Yo, como vengo de ahí, confío. Si nosotros en Puerto Rico hemos vivido con esos altos niveles de pobreza y de alguna manera estas familias todos los meses logran empatar la pelea para salir adelante, yo estaba convencido de que un diseño así iba a garantizar que las personas tuvieran los recursos para hacer lo que ya saben que tienen que hacer, lo que necesitan. Cuando vimos los datos y preguntamos a las personas en qué gastaron el dinero, lo gastaron en cuido para poder irse a trabajar, en artículos de educación, en comida en pagar deudas de gastos acumulados por la pandemia”, dice y descarta el mito de que “la gente no sabe administrar su dinero” ya que tienen muy claras sus necesidades.

“Nadie quiere vivir en pobreza. La pobreza es problemática a nivel individual y para todos. Si confiamos en que las personas pueden invertir en su movilidad económica, el trabajo de nosotros es traer esas oportunidades”, insiste.

Para culminar la plática, Rosa describe como “error ideológico” la premisa: “son pobres porque quieren”. Gracias a su bisabuela, experimentó vivencias de fe que define como “suficiente evidencia para hacer que algo incierto sea verdad”.

“Cuando tienes fe y encuentras ese propósito en tu vida vas a lograr lo que quieras. Eso les falta a personas que viven bajo nivel de pobreza, han perdido quizás la esperanza, han perdido la confianza de que van a salir, pero el mensaje del Instituto es totalmente opuesto a eso: hay que tener fe, hay que tener esperanza porque todo el mundo tiene un propósito y esos niños que vemos hoy tienen un propósito magnífico para Puerto Rico en el futuro y estoy seguro de que lo van a alcanzar”, acaba Rosa.

¿Quieres saber más sobre el Instituto del Desarrollo de la Juventud? Visita su página en www.juventudpr.org.

Foto/ Javier del Valle

 



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