La iniciativa de los Centros Sor Isolina Ferré, en alianza con la Universidad Interamericana, viabiliza que aprendan computación básica en Guayama, Ponce y San Juan.
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
A lo largo de cinco semanas, un grupo de beneficiarios del Programa de Asistencia Nutricional (PAN) y el Programa de Asistencia Temporal para Familias Necesitadas (TANF, por sus siglas en inglés), ha descubierto otras formas de sustentarse gracias a la iniciativa “Vamos pa’ la Uni”. Gestado por los Centros Sor Isolina Ferré (CSIF) -y con el respaldo de la Universidad Interamericana- el proyecto viabiliza que los participantes reciban cursos de computación básica y reciban una certificación al completarlo.
Desde el pasado 15 de febrero, 100 participantes acabaron el curso en la Inter de Guayama, 80 en la Inter de Ponce y 60 en la InterMetro de San Juan. A finales de septiembre, los CSIF proyectan impactar 300 personas con esta propuesta de la que se han beneficiado desde madres solteras de 19 años, hasta adultos mayores de 62 que aún están activos en la fuerza laboral y desean refrescar destrezas.
El curso de 36 horas abarca el programa Microsoft 365 y equivale a 2.5 créditos de educación continua. Además de las destrezas en computadoras, los estudiantes aprenden a manejar la herramienta ChatGTP, a preparar su resumé, así como tarjetas de presentación y opúsculos sobre los servicios de las empresas que algunos comienzan.
“Con los programas de prevención que trabajamos en las comunidades nuestro objetivo es lograr la autosuficiencia económica para esos participantes que se benefician del PAN y el TANF. Queríamos proveerles herramientas para que puedan incorporarse a la fuerza laboral. Identificamos que una de las necesidades era el conocimiento tecnológico en nuestros participantes, porque hoy día cuando vamos a solicitar un empleo, independientemente del puesto que vayas a ocupar, te preguntan si tienes conocimientos de Microsoft y ellos no contaban con eso y no cualificaban al empleo”, explica Keishla Jaimán, supervisora de las tres regiones del programa de los CSIF.
“En cinco semanas ellos tienen la oportunidad de vivir esa experiencia universitaria. No solamente le brindamos el conocimiento tecnológico con los profesores de la institución, sino que también contamos con nuestro equipo -los intercesores y el facilitador educativo- que le proveen asistencia para sus hijos. Esta es una parte bien importante para el logro de este proyecto”, agrega Jaimán.
CUIDO Y TRANSPORTACIÓN
“Vamos mostrándoles un nuevo panorama sembrando el que continúen estudiando y que lo pueden hacer. Nosotros estamos seguros de que nuestros participantes lo pueden lograr".
Keishla Jaimán,
supervisora de las tres regiones del programa de los CSIF |
Cuando en los CSIF realizaron un estudio de necesidades al diseñar el proyecto encontraron que las limitaciones principales para educarse entre la población que sirven eran la falta de transportación para llegar a las capacitaciones y de cuido y asistencia con sus hijos.
“Ese servicio se da simultáneo, mientras mamá y papá se están capacitando en este conocimiento tecnológico, nuestro equipo le da refuerzo académico y actividades recreo-educativas a sus hijos para que esto no sea una limitación; es una iniciativa súper bonita”, describe y agrega que además se ocupan de la transportación de los participantes hacia las universidades.
“La respuesta ha sido bien bonita de parte de nuestros participantes porque muchas son madres jóvenes que nunca habían tenido la oportunidad de vivir esta experiencia por la falta de cuido. Una de ellas, su bebé nació durante la pandemia del COVID-19 y la primera vez que dejó su hijo con alguien fue con nosotros. La experiencia ha sido bien buena”.
Destaca otros casos como una mamá con una hija no vidente y otra mamá con un joven de 36 años con discapacidad, como ejemplos de que “no debemos encajonarnos solo en la asistencia a niños pequeños”.
“Si soy una mamá con un hijo con diversidad funcional, ¿cómo puedo tener estos espacios para capacitarme y poder tener un crecimiento profesional? Ahí entramos nosotros. Esta es una experiencia universitaria para toda la familia”, señala.
La supervisora asegura estar “contenta y entusiasmada” con el proyecto. “Hemos recibido una gran acogida por parte de las comunidades, los participantes llegan por la puerta diciendo ‘mira, quiero inscribirme en el curso’ y eso es algo que no se ve muy a menudo y es súper lindo. Estos referidos que se dan de boca en boca, de que ya terminé el ciclo y le digo a mi vecina ‘tienes que ir para allá a tomarlo’, ha sido bien satisfactorio para nosotros como equipo”, indica.
Les emociona asegurar la continuidad del proyecto y la semilla que siembran en los niños participantes que se exponen a nuevas vivencias educativas y laborales al visitar, por ejemplo, los laboratorios de veterinarios.
“Vamos mostrándoles un nuevo panorama sembrando el que continúen estudiando y que lo pueden hacer. Nosotros estamos seguros de que nuestros participantes lo pueden lograr. Ellos anhelan el poder ser autosuficientes, el poder llevar su dinerito a casa porque el costo de vida está subiendo y la realidad es que con los beneficios solos no se pueden sustentar. Vemos mucho deseo de nuestros participantes de seguir hacia adelante y con las capacitaciones les damos todas las herramientas. Ofrecemos talleres de confección de jabón, repostería, artesanía, lociones corporales y el que tengan la herramienta tecnológica los ayuda a que puedan tener todo lo que necesitan para poner en acción un negocio o empleo. Ellos tienen el deseo, solo les faltaban las herramientas”, acaba Jaimán.
Conoce las variadas iniciativas de los Centros Sor Isolina Ferré visitando: https://centrossorisolinaferre.org.
Fotos / Suministrada / CSIF