Durante el Panel de fundaciones: estrategias, sostenibilidad e innovación del Summit 2024 de AFC se reafirmó el equilibrio necesario entre fundaciones y organizaciones y se apostó a una mirada coherente con los retos del presente
Por Ana Teresa Toro :: Oenegé
La existencia misma del tercer sector es la consecuencia de una serie de necesidades que, en algunos casos exceden la capacidad del estado de atenderlas y, en el peor de ellos, son reflejo de la incapacidad de un gobierno de garantizar el bienestar general de la ciudadanía. Es decir, en su naturaleza radica la tensión entre lo que es y lo que debe ser, entre los recursos disponibles y las necesidades apremiantes, entre lo “imposible” y lo posible. De ahí que, si bien la búsqueda de recursos económicos sea una prioridad ineludible, hablar de los retos, necesidades y estrategias de sostenibilidad del tercer sector únicamente desde ese ángulo resulta insuficiente. Pues, así como la naturaleza misma del sector es compleja, cambiante y espejo de una realidad y un momento, sus necesidades cambian y con ellas han de cambiar las instituciones que les acompañen en la misión.
“Típicamente escuchamos hablar desde las fundaciones al sector, pero nosotros somos sector y como fundación, todo este entorno de país nos ha llevado a una reflexión profunda sobre nuestra función”. Laura López Torres |
Estas ideas iniciales resumen buena parte de la conversación y debate que se generó en el Panel de fundaciones: estrategias, sostenibilidad e innovación que formó parte del Summit 2024 de Asesores Financieros Comunitarios. Esta cita anual se llevó a cabo el 21 de agosto en el Colegio de Ingenieros y Agrimensores de Puerto Rico. El evento contó con charlas, talleres acerca de temas como optimización de procesos para grants, inteligencia artificial, responsabilidad social corporativa, estrategias de recaudación de fondos y resiliencia digital entre otros temas de interés para las organizaciones sin fines de lucro y sus aliados. Además, hubo presentaciones de libros, espacios para confraternización profesional, conversatorios y un diálogo con candidatos a la gobernación.
El panel de fundaciones fue uno de los platos fuertes de la jornada ya que puso de relieve uno de los asuntos más relevantes en el espacio colaborativo entre la entidad que ofrece un servicio o atiende una causa particular y aquella que decide invertir en ella. Y es que, el hecho de que el tercer sector se haya profesionalizado local e internacionalmente ha requerido que las fundaciones sofistiquen cada vez más sus procesos. Esto, curiosamente, no siempre significa mayores salvaguardas. En algunos casos, es todo lo contrario.
“Creemos en la filantropía a base de la confianza”, expuso Alexandra Hertell, directora ejecutiva de la Fundación Segarra Boerman quien, junto a Laura López Torres, directora ejetutiva de la Fundación Ángel Ramos (FAR); Verónica Colón Rosario, directora ejecutiva de la Fundación de Mujeres en Puerto Rico y José Ramón Benítez, gerente general de la Fundación RIMAS conformó el panel.
“Creemos en la interseccionalidad de todos los temas, nuestro enfoque primordial es el cambio sistémico dentro de la justicia ambiental y la educación… y sabemos que es algo que hay que trabajar con un apoyo que va más allá de la subvención”, abonó Hertell para quien la estabilidad financiera de las organizaciones, el esfuerzo por otorgar subvenciones flexibles y multianuales ha sido clave en el proceso de labor de la Fundación Segarra Boerman.
Un dato notable de este proceso ha sido el constatar que la mayoría de las subvenciones irrestrictas terminan siendo utilizadas para el pago de salarios en las organizaciones, una realidad reveladora que -afirma- debe atenderse. Del mismo modo, la necesidad de retener los equipos de trabajo de las organizaciones no gubernamentales considera, debe ser una prioridad para alcanzar la sostenibilidad. “El tema de la quemazón es muy fuerte, hay que trabajar con el autocuidado en el sector”, enfatizó.
Si bien estas reflexiones siempre han estado ahí de alguna manera u otra, hay que observar la realidad de la escena filantrópica en el país considerando que “hay un antes y un después del 2017. Esa fecha nos cambió la vida a todos”, afirmó Laura López Torres, directora ejecutiva de FAR.
“Típicamente escuchamos hablar desde las fundaciones al sector, pero nosotros somos sector y como fundación, todo este entorno de país nos ha llevado a una reflexión profunda sobre nuestra función, sobre la sostenibilidad, nos ha llevado a pensar en cómo estamos apoyando a las organizaciones, en su transformación y en la falta de recursos a nivel macro”, abonó toda vez que explicó cómo la búsqueda de respuestas a estas coyunturas producto de múltiples crisis obligó a la FAR a replantearse su propio modelo filantrópico. “Nos llevó a unir bajo una mirada 360, un enfoque holístico, lo que había sido el corazón de la fundación por décadas -el programa de donativos- con la Iniciativa de Desarrollo Organizacional que durante veinte años y de manera pionera se ha ocupado de fortalecer esos componentes organizacionales que pudimos identificar como esenciales para la sostenibilidad de una entidad. Lo económico es lo primero, pero hay que plantearse la operación a largo plazo”, insistió López Torres, quien además recordó que herramientas como las Comunicaciones, las capacitaciones en distintas áreas y el reconocimiento de la labor que la FAR hace a través del Premio Tina Hills son ejemplos de este acercamiento.
Los retos alcanzan dimensiones expansivas y globales como bien lo ilustró la directora ejecutiva de la Fundación de Mujeres en Puerto Rico Verónica Colón Rosario quien aludió a que “el mayor reto en Puerto Rico es el tema del cambio climático. Estamos enfrentando desastres socio naturales porque el que una tormenta nos deje sin luz no es natural, es un problema de infraestructura. Es uno de los retos que las organizaciones están sufriendo mayormente no sólo porque cada desastre les afecta su trabajo, sino porque, así como entran sus fondos así mismo se van. Muchas fundaciones, y hablo de las de afuera, trabajan por moda y si hay un desastre natural vienen y se van porque no estamos en su enfoque geográfico”, expuso.
Colón Rosario enfatizó además en que uno de los mayores retos, además de la recaudación de fondos, es el tema operacional. “No nos entrenaron para administrar un negocio y una non profit, quiéranlo o no, es un negocio porque uno necesita generar ingresos para mantener la operación. Pero aún estamos en la mentalidad de la caridad, se romantiza el voluntariado y eso es bello pero la gente merece que se les pague por su tiempo, sobre todo quien lo hace sin tener recursos”, argumentó y aprovechó para hacer un llamado a que se balancee cada vez más la relación entre fundaciones y organizaciones.
Desde la perspectiva del gerente general de RIMAS, José Ramón Benítez, el tema de la profesionalización de los recursos humanos en el tercer sector debe ser prioridad. “Muchas personas no conocen el detalle y los tecnicismos dentro del manejo de una sin fines de lucro y hay que trabajar en ello. La medición de resultados también es muy importante, los grant makers son cada vez más rigurosos a la hora de otorgar fondos y uno como organización tiene un rol también de documentar de manera clara y de comunicar correctamente para no estar en desventaja”, expuso Benítez cuya entidad, relativamente, joven aspira a continuar impactando las vidas de más jóvenes en las áreas de la música, el deporte y las artes. “Hay que implementar metodologías nuevas para medir ese impacto y poderlo demostrar”, finalizó.
Fotos: Javier del Valle