El Centro de Transformación y Ayuda a Sobrevivientes de Violencia de Género de la Fundación Sila M. Calderón (Ce-Transforma), abre camino a sus participantes a una nueva vida.
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
Si tuviera que describirse hoy, Marisol Ríos Falcón diría que es “firmemente libre”. Mucho ha crecido y vivido para poder retratarse de esa forma luego de sobrevivir violencia doméstica “por un año y siete meses”, episodio que marcó el futuro de la carolinense.
“Viví con una persona alcohólica que usaba sustancias controladas. Luego que pasó la orden de sacarlo de mi casa, una de las personas que me ayudó en el centro judicial me indicó que fuera a la Oficina de Ayuda legal en la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico. Allí me ofrecieron ayuda sicológica en un centro en Cupey, pero cuando llegué no cualificaba por el lugar donde me estaba quedando. Ellos mismos me hablaron de Ce-Transforma de la Fundación Sila María Calderón. El trabajador social me dijo ‘¿tú conoces el Centro?’, pero le dije que no sabía nada ni participaba de nada allí. Él me dijo ‘pues ahora vas a participar de sus servicios’. Así fue. Me atendieron el mismo día”, relata Ríos su contacto inicial en el 2022.
Reconoce que cuando llegó al Centro de Transformación y Ayuda a Sobrevivientes de Violencia de Género, de la Fundación Sila M. Calderón (Ce-Transforma), “estaba bien desesperada, sin saber para dónde coger”, pero recibió el apoyo y la orientación que necesitaba.
En julio de 2021 Ce-Transforma nació ante el vertiginoso aumento de casos de violencia de género reportados en la isla. El programa se acerca a este mal social con una mirada comprensiva, integral e informada en trauma, gracias a los servicios que ofrece su equipo interdisciplinario en trabajo social, sicología, intercesoría legal y servicios legales. Con esta oferta apoyan y acompañan a víctimas/sobrevivientes primarias y secundarias de la violencia de género. Ya han atendido 401 participantes provenientes, en su mayoría, de pueblos de la zona metropolitana como San Juan, Bayamón, Guaynabo y Carolina, pero también de Canóvanas, Caguas, Corozal, Toa Alta, Toa Baja, Trujillo Alto y Vega Baja, entre otros.
Ríos recibió respaldo para levantarse con servicios de trabajo social, de sicología, orientación general y económica. Tomó, incluso, cursos de empresarismo para poder brindar sus servicios como intérprete de lenguaje de señas, labor que solía desempeñar en una escuela.
“Yo digo que esa es mi segunda casa, esa es mi familia. Yo llego a Ce-Transforma y es como llegar a mi hogar. Ellos no me niegan la ayuda. Con la ayuda de Dios y poniendo todas mis fuerzas pude salir adelante. La sicóloga estuvo mano a mano conmigo en esas terapias que primero eran todos los jueves y luego me fue soltando al ver que me estaba adaptando. La trabajadora social, Diana, me ayudó a coger los cursos de empresarismo. Yo le decía ‘pero es que no tengo el dinero para pagarlos’ y ella me decía ‘te lo estamos dando, aprovéchalo, Marisol’. De verdad que ellos me transformaron la vida, me ayudaron mucho”, confiesa Ríos.
De ser una persona insegura, con temor a expresarse y a ser juzgada, hoy no teme hacerlo. “Ya eso no me importa, ahora voy para adelante. Tengo un refrán que dice ‘yo voy a mí’”, dijo la mujer que al momento crea un módulo de lenguaje de señas.
“A todas las mujeres que estén pasando por lo mismo les recomiendo que pasen por Ce-Transforma”, dice confiada.
PARA ROMPER CICLOS
En Ce-Transforma están convencidos de que sus cursos de empresarismo ayudan a viabilizar la independencia económica de sus participantes, una de las primeras protecciones para evitar las relaciones de inequidad y abuso. La otra es el fortalecimiento emocional.
“Comencé como sicóloga en Ce-Transforma en el 2022”, dice Alexandra Urrutia, quien al momento tiene 30 casos activos en el programa.
“Las participantes que recibimos vienen con situaciones atadas a algún tipo de violencia de género ya sea abuso físico, emocional, económico y sexual. Es difícil decir, pero dar ese primer paso de pedir ayuda es romper con el ciclo. Usualmente estas personas llevan tiempo en relaciones largas dentro de este tipo de violencia, así que dar ese primer paso requiere de mucho valor de romper con la dependencia, el miedo, el estigma y el juicio. Cuando hay menores involucrados, tiende a ser más complicada la toma de decisiones”, asevera la sicóloga.
El objetivo inmediato con las participantes es educar y, el segundo, estabilizar. “Educar sobre lo que conlleva romper con el ciclo de violencia y entender que es cíclico y que hay recaídas, es común que quieran regresar con el agresor o regresar a patrones familiares antiguos, aunque no sean saludables. A veces algunas participantes vienen con síntomas atados a la depresión, a la ansiedad, y estabilizar es darle herramientas para que trabajen estos síntomas y conductas”, explica Urrutia.
A largo plazo aspiran a lograr “la continuidad”. “Al nosotros ser un centro que nos enfocamos en educar y estabilizar, usualmente los servicios son a corto y mediano plazo, entre seis y ocho meses. Pero hay casos que luego de cumplir con esos objetivos iniciales, requieren de referidos externos para tener continuidad en sus servicios sicológicos después que ya están fuera del ciclo y fuera de peligro”, señala Urrutia.
Su experiencia le confirma que “la validación” es una de las herramientas claves al interactuar con participantes que tienen esta vivencia. “Es una estrategia muy común trabajando con poblaciones que experimentan abuso y trauma. La validación es darle a entender que no es culpa de ellos lo que han vivido. Es un componente vital que todo profesional que atiende estas poblaciones debe pulir muy bien. Hay que dejarles saber que no están solos, que este ciclo se rompe y que pueden vivir una vida plena”.
Porque llegará el día en que estén de pie nuevamente y Urrutia señala que será notable en “la seguridad, la estima que aumenta y el confiar en su capacidad”.
“El ciclo de abuso lo que más trabaja es en hacerte sentir que ‘yo no valgo’, ‘yo no puedo hacer nada por mí misma’, alimentando la dependencia. Así que luego regresan a estudiar, a trabajar, emprenden con ideas de negocios que tienen, cuentan con un mejor manejo de sus estados emocionales, pero más que nada, con la seguridad y la capacidad de sentirse útiles. Los eventos negativos que han pasado no las definen, no importa la edad. Es bonito verlo y ser parte de ese proceso, ahí uno siente que el trabajo está completo. Yo aprendo muchísimo de mis participantes”, puntualiza Urrutia.
¿Necesitas ayuda de Ce-Transforma? Para más información, llama al 787/296-8622, o visita el Centro para Puerto Rico Sila María Calderón, ubicado en la calle Romany 11-13 en el caso urbano de Río Piedras.