La organización gestiona el desarrollo de las artes circenses en el país, utiliza el arte como herramienta de desarrollo comunitario y fortalece el ecosistema artístico con sus estructuras administrativas. Conoce la labor de esta finalista al Premio Tina Hills 2024.
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
Quizás los conociste cuando en el 2014 estrenaron el multitudinario evento de arte callejero, CircoFest, en el Viejo San Juan. Mucho ha cambiado desde entonces para la Asociación ACirc, organización sin fines de lucro que ha aprendido a navegar el incierto mundo de la gestión cultural hasta convertirse en fuente de apoyo para otros que buscan establecer sus proyectos culturales alrededor de la isla.
Desde su sede en El Bastión, antiguo espacio del Instituto de Cultura Puertorriqueña que renovaron hace siete años, no sólo ofrecen espectáculos, sino que además reciben estudiantes que visitan su huerto, artistas que toman cursos, ensayan y presentan espectáculos o gestores culturales que aprenden a formalizar sus operaciones como han hecho ellos con disciplina.
“Con los años nos dimos cuenta de que esta piedrita que habíamos empezado a generar y a pulir tenía más potencial y, hoy por hoy, ya nosotros hemos asumido el rol de buenos empresarios culturales que somos para poder pasar esa informacion a otras organizaciones culturales. Esto que nosotros hacemos, no somos los únicos; mientras más organizaciones surjan para conseguir que este fin se concrete, vamos a tener un país mejor, un mundo mejor”, explica el artista Maximiliano Rivas, cofundador del proyecto junto a Maite Rivera Carbonell.
La influencia del arte en el desarrollo del ser humano lo conocían de sobra. El arte de administrar una entidad, no. Poco a poco fortalecieron la opertación de su organización para que fuera rentable y sus artistas no vivieran con carencias.
“Muchas veces nos dicen ‘ustedes tienen más estructuras que algunas agencias gubernamentales’ y nosotros nos dimos cuenta con el tiempo que la estructura no está mal, al contrario, nos ha ayudado a seguir creciendo. Esa estructura es la que aspiramos a transmitirle a los colectivos cercanos, a artistas, técnicos, al mismo público. Gracias a la formación de Asesores Financieros (Comunitarios) es que hemos logrado que este proyecto -que sigue en su esencia siendo lo mismo-, sea uno vivo, que está atendiendo las necesidades de la comunidad artística y de la comunidad que recibe nuestros proyectos”, agrega Rivas.
Convertirse en “empresarios culturales” requirió tiempo.
“Desarrollarnos fue un proceso”, admite Rivera, también artista.
“Nosotros empezamos entre colegas, todo ad honorem, hacíamos todo gratis, hacíamos lo que podíamos. Después del segundo Circo Fest, nos dimos cuenta ‘espérate, es que nosotros tenemos una empresa cultural y tenemos que asumirlo’, y empezamos a hacer clic de cómo tenemos que organizarnos nosotros internamente y como una organización administrativa cultural”, agrega Rivera.
Cuando Rivas escuchaba el cumplido de que eran “tremendos empresarios”, lo tomaba como una ofensa. “No tengo que ver con los empresarios, soy artista”, decía entonces.
“Pero un día, un señor me lo dijo muy claro, ‘tienen la visión del empresario porque ustedes ven algo donde no existe nada y se enfocan en desarrollar ese algo, esa idea la concretan y se transforma en algo exitoso. Los proyectos de ustedes surgen de ustedes, no tenían un referente’. Ahí fue que dije ‘claro es verdad, si lo veo de ese lado, el empresarismo cultural tampoco está mal’. Si realmente nosotros cogemos la estructura de lo que es el empresarismo y lo llevamos a lo que nosotros necesitamos, que es tener la posibilidad de brindar trabajo a nuestro equipo administrativo, a nuestros colegas artistas, y a técnicos, podemos generar un movimiento económico a través de un buen producto cultural”, comparte Rivas el cambio de mentalidad.
DE GIRA POR LA ISLA
Poder identificar lo que sólo ven los artistas les viene como anillo al dedo en su trabajo comunitario, donde estimulan valores de crecimiento. ACirc también realiza una gira anual por varios pueblos de la isla, en la que no sólo ofrecen talleres en artes circenses y espectáculos, sino que además incentivan a los municipios a realizar iniciativas similares y a retomar sus plazas públicas como espacios de esparcimiento.
“La Asociación comenzó con la idea del Circo Fest, que es un impacto directo a la comunidad y es un proyecto gratuito para todo el público, llegamos a la comunidad en primera persona. Logramos hacer exposición del arte de Puerto Rico y de los internacionales, que les dan talleres gratuitos a los artistas de acá. Tiene un impacto muy fuerte en la comunidad. Desde el inicio hacemos una gira, todos los años visitamos a Vieques o a Culebra, lo alternamos, damos talleres gratuitos a los estudiantes y hacemos un show con la comunidad. De ahí vamos a tres municipios más todos los años. Tenemos una necesidad de llegar a todo Puerto Rico. El impacto social es una de nuestras misiones, todo lo que nosotros hacemos, nuestro arte, que además genere un desarrollo económico en nuestros artistas. Nosotros queremos erradicar esa visión de que el artista tiene que vivir en precariedad, no queremos eso porque el arte también es una manera de ganarse la vida”, subraya Rivera.
"Esto que nosotros hacemos, no somos los únicos; mientras más organizaciones surjan para conseguir que este fin se concrete, vamos a tener un país mejor, un mundo mejor”.
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ACirc no se limita a trabajar en la zona metropolitana. Rivas explica que por lo general visitan municipios “en el interior de la isla y las islas municipio, con la filosofía de que ellos también tienen que ser gestores y precursores de ese desarrollo que pretenden”. En la gira ya participan artistas locales.
Cuando arriban a las comunidades, disfrutan ver la evolución en la mentalidad de los niños y jóvenes gracias a los talleres de arte.
“Es una cuestión de filosofía, de cómo tú quieres ir por la vida, da igual si eres artista o agrónomo, cada vez me convenzo más de que da igual lo que decidas hacer en la vida dentro de tu función social, lo importante es que lo hagas con esa conciencia de que va a tener un impacto positivo para tu entorno”, opina Rivas.
En estos años de labor, Rivera se ha percatado de que, por lo general, “la traba mayor está en la cabeza”, por eso insisten en la educación y su manera de enseñar es “haciendo”.
“En el momento en que tú ves que algo va a mejor, tú observas y dices ‘¿qué ustedes hicieron?’. La gente se acerca y nos pregunta cómo hicieron esto y nosotros somos de libro abierto porque, como decía Maximiliano, queremos que esto se replique, que sea contagioso, que todo el mundo entienda que más allá de que tú seas artista o que tengas que ver con el arte, lo que quieras hacer puedes hacerlo, pero tienes que ponerte a hacerlo. Eso es lo básico dentro de la mentalidad para que la rueda empiece a rodar”, puntualiza Rivera.
ACirc procura no depender de fondos o entidades exclusivamente, así que encaminan su solvencia económica sometiendo distintas propuestas y vendiendo sus servicios.
“Brindamos talleres, espectáculos, damos charlas, hacemos team buildings, alquilamos el espacio, tenemos un huerto comunitario donde vendemos plantinos, nos fuimos diversificando para que cada acción tenga una vuelta. No todo es económico, también es que venga una escuela de bajos recursos a visitar el huerto y se lleven plantinos, pero siempre tenemos un proyecto”, asegura Rivas.
ELEVANDO LA VARA
Artista que regale su trabajo, no necesariamente honra sus horas de estudio, trabajo y atención al detalle. Rivera insiste en que es fundamental que el artista comprenda que “tu producto tiene un valor”, al gestionar su carrera.
“Para eso está la Asociación, es una herramienta muy fuerte. En el momento que nos llegan contratos para hacer X actividad, sabemos que ya hay un presupuesto para que ese artista tenga un buen salario, es realmente hacer y buscar la manera de que ese círculo siga rodando para que salgan más actividades y estén dentro de un pago digno para los artistas”, propone Rivera.
Por otro lado, Rivas reconoce que la práctica de salario justo para los artistas “es un proceso de educación para todos lados”.
“Nosotros educamos a los clientes que nos llaman para hacer eventos privados en El Bastión. Nuestra fórmula es que los que tienen capital les cobramos, pagamos el salario de nuestros artistas, quedamos con un por ciento para la organización y nos ayuda a poder cubrir cuando tenemos un capricho y decimos ‘vamos a Culebra a poder dar talleres porque lo paga la Asociación’. Nos damos a la tarea de educar a los artistas para que ellos también levanten su listón de responsabilidad, de ejecución. Fue todo un trabajo de educar que ACirc paga bisemanalmente, es contra factura, si no tienes tu Registro de Comerciante no te va a pagar, tienes que tener tu documentación al día y no pagamos cash. Nos hemos dado a la tarea de generar esa estructura y traspasarla a ellos para que entiendan que, si trabajas con nosotros, nos paguen o no nos paguen, a ti te va a llegar el dinero a tu cuenta, porque eso nos pasa, tenemos contratos que pasan seis meses y no nos han pagado. Hemos levantado el listón, con lo poco que tenemos a veces.
Damos adiestramiento para que tengan autonomía, para que confíen que lo de ellos vale y la estructura para llegar a esos acuerdos”, sostiene Rivas.
Una entidad que ha disfrutado de la mentoría de ACirc es la organización sin fines de lucro Ciudad Museo, con sede en Añasco. Dedicada al muralismo, comenzó como un proyecto escolar en el 2015 y en el 2018 formalizó su gestión. Christopher Nomar Pellot, director ejecutivo de Ciudad Museo, conoció a ACirc como voluntario de su CircoFest y se familiarizó con “el legado y el trabajo que habían hecho”.
“Yo sabía que necesitábamos la guía de personas que llevan más tiempo dentro de lo que es la industria creativa en Puerto Rico para aclarar muchas de las dudas que nosotros, como gestores culturales, no necesariamente sabemos. No hay un libro específico que te deje saber eso y nosotros, al igual que muchos otros gestores culturales, hemos aprendido a través del camino”, explica Pellot.
Se reunieron con el objetivo de hacer una colaboración “para traer un proyecto futuro a Añasco, pero esa conversación evolucionó en toda una orientación por parte de ellos” que se extendió.
“Han sido una guía muy importante porque nos han hecho ver luz donde en ocasiones nosotros no veíamos, y nos sirven de inspiración para entender que el sector creativo en Puerto Rico no es un sector cuyos servicios tienen que ser necesariamente regalados, en ocasiones tenemos esta perspectiva de que los artistas tienen que brindar su trabajo gratuitamente, que del arte no se puede vivir . Personas como ellos nos van a demostrar que sí se puede ser artista y que sí se puede vivir del arte, que es algo que todos los que nos dedicamos a esto aspiramos”, dijo Pellot.
En el caso de Merci Caraballo González, la artista y diseñadora gráfico trabaja en una residencia creativa en El Bastión con el trabajo, “La danza”, inspirado en sus raíces puertorriqueñas y el arte circense.
“La relación con ellos fue muy buena porque aprendí mucho, hasta treparme en una tela (acrobacia). Me gustó mucho el proceso, me gustó cómo cada cosa que se me ocurría ellos trataran de llevarme a quien me pudiera ayudar o ellos mismos explicarme”, relata la artista.
Caraballo asegura que la experiencia fue “mucho más de lo que esperaba” y contribuye no sólo desde la ayuda económica que recibe por crear en El Bastión -“que siempre hace falta porque es tiempo que uno trabaja que no es remunerado”- hasta la garantía de poder enfocarse y dedicar sus energías solo a la creación.
“Siento que he crecido, este tipo de trabajo me enseñó mucho. Yo trabajo en producción de cine, en el diseño gráfico, y he aprendido a cómo hacer de todo y eso me ayuda mucho, me da seguridad de que puedo aspirar a proyectos más grandes, más complicados, me da seguridad de que profesionalmente puedo trabajar con muchas cosas. Estoy más preparada que hace tres meses”, indica Caraballo.
Con motivo del décimo aniversario de Circo Fest, trabajan en un documental sobre el impacto que ha tenido el evento. En agenda está el lanzamiento de dos publicaciones: una orienta acerca de cómo establecer una organización sin fines de lucro según sus vivencias y otra de aniversario. Además, trabajan en un espectáculo que combinará circo contemporáneo y teatro.
“Nuestros proyectos se sostienen por el capital humano que lo vive, que lo utiliza, por eso nos da igual quién esté de turno, lo hacemos pensando qué comunidad estamos impactando”, agrega Rivas quien aprovecha para describir su organización.
“Somos ACirc y brindamos esperanza de que se puede. Esas es la idea, es lo que queremos que la gente entienda, hay que poner la máquina en movimiento”, acaba Rivas.
SER FINALISTAS DEL PTH 2024
“La Asociación ACirc está súper feliz de que nuevamente estemos finalistas en este premio, este alto reconocimiento para las organizaciones sin fines de lucro. Para nosotros es un honor poder mostrar nuestro trabajo a todos ustedes”, Maite Rivera.
“Para nosotros es muy importante, al nivel de las organizaciones sin fines de lucro que nos dedicamos a esto, es un empuje para poder demostrar que hay una conciencia que genera el arte y la cultura dentro del crecimiento de nuestra sociedad. Para nosotros volver a estar en esta posición de finalistas es bien interesante porque todavía me acuerdo de que, en el 2013, recién arrancábamos, sometimos al Premio Tina Hills, no sabíamos bien lo que era y con el tiempo nos dimos cuenta de que era algo serio. Que ahora nos llegue la llamada de que ‘nuevamente están de finalistas’, nosotros hablamos mucho del por qué y el para qué hacemos las cosas. En realidad, nunca lo hacemos para que alguien nos reconozca, lo hacemos porque esa es nuestra filosofía, visión y misión; que llegue este tipo de aliciente es demostrar que venimos bien”, Maximiliano Rivas.
Fotos y vídeo / Javier del Valle