Alana Feldman, del Centro Paz para ti; Myrna Rivera de Pro-Arte Musical; y Nilda Morales de SER han encaminado a decenas de participantes y líderes del tercer sector, pero ¿quién las motivó a ellas?
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
Un mentor puede encender la chispa por alguna pasión en un espíritu curioso. Detrás de cada líder y líderesa exitosa en el tercer sector, hay personas que incentivaron el desarrollo de sus mejores cualidades de servicio que tan útiles le han resultado al país. Y han tenido la suerte de que han sido muchas las personas que han aportado a su formación.
Hoy conocemos quiénes inspiraron a tres veteranas en nuestro campo: Alana Feldman Soler, coordinadora del Centro Paz para ti; Myrna Rivera, presidenta de la Junta Directiva de Pro-Arte Musical; y Nilda Morales, directora de SER de Puerto Rico.
Alana Feldman Soler
Coordinadora del Centro Paz para ti
“En cada espacio que he ocupado ha habido personas -a menudo mujeres- con más experiencia y sabiduría que me han ayudado a entender mi rol y a fortalecer mis destrezas. También me han permitido identificar y apoderarme de estrategias, acercamientos e ideas que luego me han acompañado a donde quiera que voy”, cuenta la gestora comunitaria Alana Feldman Soler, ahora radicada en Adjuntas desde donde sirve a la comunidad.
Con 16 años ingresó a la universidad Carleton College, en Minneapolis, donde era una de dos estudiantes provenientes de Puerto Rico. Por primera vez vivía alejada de su familia y nunca había visto nieve.
“La profesora Cynthia Shearer me acogió en el Centro de Idiomas Modernos, como hacía con muchos otros estudiantes cuyo primer idioma no era el inglés. Nos reclutaba como tutores, asistentes de clase, y facilitadores de laboratorio, pero era su interés personal en nuestra integración a la comunidad y su confianza en nosotros la que nos hacía amar nuestro espacio de trabajo”, rememora Feldman.
Tan pronto culminó su bachillerato trabajó en un centro pre-escolar para menores de edad con historial de maltrato.
“Allí la directora Sandy Heidemann siempre fue quien mantuvo puertas abiertas, evaluaciones participativas y diálogos sinceros con el personal. Al día de hoy, aún la considero una amiga y siento que llevo conmigo la paciencia, la interactividad y la sensibilidad que ella me reflejó en Southside Family Nurturing Center”, señala.
Feldman fue voluntaria en el Cuerpo de Paz donde descubrió que “debía ser creativa al definir y enfocar mis esfuerzos, porque el reto principal siempre sería el de potenciar voluntades y maximizar recursos”.
“Kevin Quiroa, un joven de descendencia Q'eqchí sigue siendo un amigo a quien admiro y con quien conspiro a distancia. Aunque nunca completó la escuela superior, su capacidad de reinvención es tan grande como su dedicación a utilizar sus talentos comunicativos y analíticos para lograr cambios sociales en su pueblo de Santa María Cahabón. De Kevin aprendí la diferencia que le hace a las personas que dependen de mí tener un líder perseverante, confiable y dispuesto a crear en colaboración. Definitivamente me ayudó a sentirme en comunidad en un ambiente nuevo”, comparte Feldman acerca de su amigo de los tiempos de voluntariado.
Cuando Feldman llegó a la Oficina de Comunidades Especiales en Puerto Rico, por primera vez asumió el rol de supervisión.
“El acompañamiento de mi gerente, Maritza Torres, fue indispensable para visualizarme en la posición y enfrentar con flexibilidad los retos. Manejar personas y personalidades siempre será complejo, Maritza siempre estuvo dispuesta acompañarme, a ofrecer retroalimemtación a mi desempeño y ayudarme a distinguir lo esencial entre la avalancha de tareas burocráticas y politizadas que abundan en los espacios gubernamentales. De ella aprendí a dar seguimiendo individualizado a las personas que componen mi equipo”, enumera lecciones recibidas.
Y de su paso por Talle Salud, Feldman indica que “aún puedo escuchar a Jacqueline Cruz, Facilitadora Programática, trayendo reclamos justos y difíciles a las reuniones de equipo”.
“Para mí ha sido un honor compartir espacios de trabajo con personas como ella que saben cuestionar posturas, acciones y expresiones desde el amor y no desde la disputa. Es una destreza que todavía lucho por dominar, pero su voz está conmigo recordándome que es importante saber separar a las personas de sus discursos”, subraya.
Feldman reconoce qué tipo de persona y de lideresa es ahora. “Aquí estoy hoy: un caleidoscopio de quienes me han enseñado con su ejemplo”, acaba.
Myrna Rivera
Directora Junta Directiva
Pro-Arte Musical
“Tomo muy en serio el tema de la mentoría, los ángeles que se presentan en tu camino -muchas veces sin esperarlos- que estimulan la búsqueda de tus destrezas, talentos y pasiones”, dice la fundadora de la firma Consultiva en el 1999.
“Soy quien soy por ellos. Debo a ellos y a ellas mi lugar en el tejido social de Puerto Rico”.
Myrna Rivera,
presidenta de la Junta Directiva de Pro-Arte Musical |
Nacida en Coamo, llegó a la ciudad de Nueva York con solo 11 meses. Como primeros mentores identifica a sus “padres, tíos y abuelos, vecinos y buenos amigos de mis padres”, ya que apoyaron siempre “la creencia de que yo podía lograr lo que me propusiera, siempre haciendo el bien y con Dios por delante”.
“Después llegaron mis maestros y profesores”, explica Rivera quien cursó de kínder a octavo grado en Nueva York y a los 14 años regresó a Coamo donde estudió de noveno a duodécimo grado.
“Doy vuelta atrás en mi memoria hasta llegar a mi segundo grado, desde entonces los maestros propiciaron en mí la curiosidad y el sentido de maravilla ante nuevos conocimientos y experiencias, y con ello la búsqueda de ese equipo de talentos y destrezas con el que todos llegamos al nacer; para mí fue el talento artístico, el dominio de las matemáticas y la curiosidad por la historia de nuestro mundo y de la raza humana”, agrega Rivera.
“Aún recuerdo los nombres de mis maestros de escuela elemental e intermedia en Nueva York, tal fue su impacto en mi psiquis: Sra. Friedman en segundo grado, Sr. Harris y Sra. Faletta en quinto y sexto grado, Sra. Carpenter, mi maestra de violín. En intermedia, el Sr. Rosenblatt de Estudios Sociales me presentó el mundo de manera fascinante, la Sra. Goldstein, mi maestra de química, también nos enseñaba estimulando la fascinación por lo desconocido”, recuerda.
Rivera afirma que “el mundo de posibilidades se abrió de par en par con mis maestros de escuela superior y de universidad, -Ms. Cansobre, Ms. Feliciano, Ms. Rivera, Mr. Cruz, Ms. Santiago- quienes me impulsaron a pensar en estudios universitarios”.
“En la Universidad de Puerto Rico me tomaron de la mano la Prof. Josefina Hernández, de español y el Prof. Winston Khan, de matemáticas, estimulando la nueva y desconocida idea de estudios posgraduados, lo que me llevó a Lehman College de CUNY y a una maestría en Matemáticas. El Prof. Jaime Medina, violinista de la Sinfónica de Puerto Rico, me recibía todas las semanas en la Escuela Libre de Música en Caguas y cimentó en mí, por siempre, el amor incondicional por la música y la sala de conciertos. Soy vivo ejemplo del impacto de la educación musical en la formación del ser humano: paciencia, disciplina, perseverancia, trabajo en equipo, solidaridad, empatía, amor a la belleza y entrega, dotes fundamentales para una sociedad saludable y emprendedora”.
En su fomación profesional llegaron a su vida “colegas que me enseñaron cómo aplicar mis destrezas a los procesos que tenía ahora de frente, supervisores y clientes que notaron algo en mí y señalaron posibles caminos de desarrollo profesional que yo aún no veía, los que me inspiraron a entender que visualizar no cuesta nada”.
Desde su primer empleo en Nueva York donde recuerda a Rich Baun, Bob Marcado, Bill Friend y Sandy Shawl quienes le enseñaron a “crear the last chapter first”, a visualizar resultados para encaminar inciativas eficientemente”. Con el paso del tiempo la inspiraron otros como Guardo Albani, Víctor Mena, Roberto Corretjer Piquer, Ariel Nazario, Pedro Grant Chacón, Luis Carrión, Germán Vázquez, Juan González Feliciano, Marcos Ramírez, José Ramón González, Salvador Casellas, Pancho De Jesús, Terry Wadsworth, Rafael Cortés Dapena y Angela Weyne Roig.
“Soy quien soy por ellos. Debo a ellos y a ellas mi lugar en el tejido social de Puerto Rico”, asegura Rivera.
No siempre se está dispuesto a escuchar, pero la consultora en finanzas reflexiona que, “si algo bueno he hecho en este camino, ha sido hacerle caso a la sabiduría y la experiencia de otros”.
“Cuando ya te quitan las ruedas de entrenar de tu bicicleta, y vas pedaleando sola, te das cuenta de cómo se activan tu intuición, tus destrezas y esa confianza con la que cuentas porque tantos otros te animaron, en las buenas y en las malas, contra viento y marea, con amor, respeto y solidaridad”, señala.
La líder siempre se ha sentido inclinada a compartir con otros la motivación recibida, esas vivencias que encaminaron su vida.
“Quiero estimular a otros a aprender a pensar en lo posible. Hay tanto freno y aprehensión a hacer algo que es gratis y que puedes hacer sola: visualización. Es como un freno mental, como que no tenemos permiso para soñar y visualizar nuestras posibilidades”, advierte Rivera y asegura que desde ese plan que toma forma solo en la imaginación se parte para hacerlo realidad.
Nilda Morales
Presidenta
SER de Puerto Rico
Para ser exactos, Nilda Morales lleva 49 años laborando en SER de Puerto Rico, entidad en la que comenzó como terapista ocupacional. Pero antes de asumir ese rol, varias personas la acompañaron en el camino.
“Primero están mis mentores de raíces, ahí están mis valores, ahí están mi abuelo y mi papá”, confiesa Morales, criada en Cupey Bajo, “mi papá es quien sembró mi liderazgo, pero mi abuelo era un hombre tan excepcional, mis valores están en mi abuelo”.
Se llamaba Leoncio Sandoval, era un carpintero que “levantaba casas” y le enseñó a “verte en el rostro del otro porque tú no eres próspero si tú no compartes”.
Su padre, Víctor Morales, fue fundador de la Unión de Periodistas, Artes Gráficas y Ramas Anexas, (UPAGRA) en el periódico “El Mundo”. “En la adolescencia mi papá desarrolla en mí el liderazgo, la lectura, fue un líder obrero y me enseñó a buscar los puntos de encuentro, el que tú no compites, tú compartes”, recuerda Morales y agrega que al final de su vida, su padre le aseguraba que siempre fue “Sancho, tu escudero”, aludiendo al gusto compartido por la lectura de “El Quijote”.
En el área de la filantropía menciona a Francisco Carreras, pasado director de la Fundación Ángel Ramos (FAR), como figura clave para ofrecer un servicio más eficiente.
“La primera vez le entregué una propuesta bien mala y él me dijo, ‘tú tienes muchas ganas de ayudar, yo te voy a enseñar cómo vas a poder ayudar’. Y me dijo ‘la métrica es lo que te va a ayudar a que los demás te ayuden. Los resultados, ¿cómo los mides? No es con tu pasión ni con tu entusiasmo, dime qué propusiste, qué lograste y con cuánta costoeficiencia’”, recuerda la enseñanza y el apoyo recibido en la redacción de propuestas, siempre y cuando no fueran sometidas a FAR.
Como terapista, Morales menciona a tres galenos importantes en su desarrollo profesional y en el nacimiento de SER, Herman Flax, Guillermo Atiles Moreu, y René Jiménez Malaret.
Con el fisiatra Carlos Armstrong Recci, también vinculado a SER, hizo su práctica pediátrica y lo considera su mentor. Lo describe como “un hombre que se adelantó a su tiempo”. “Siempre me decía sobre los pacientes, ‘no es que caminen, Nilda, es que avancen en la vida”.
De los especialistas médicos con los que trabajó aprendió “la personalización de los servicios, no es una receta que aplique a todo el mundo, tienes que conocer cada uno de tus casos” y a prestar atención a su trasfondo social.
“El sueño de función es igual para todos y como SER va a atender a todos por igual, tienes que mirarlos a todos por igual”, indica otra lección recibida.
En múltiples ocasiones enfrentaron casos con altos grados de severidad y a Morales le llamaba la atención el tesón de los médicos para encontrar soluciones.
“Es ver más allá de lo que los ojos te muestran, eso yo lo aprendí del doctor Armstrong. Me decía ‘no te pongas peros, y si no te mojas los pies, no aprendes a nadar, ¡tírate!’. Y yo le preguntaba: ‘¿Y si me equivoco?’. ‘Pues, mija, rectifica’”, repite sus palabras.
Una de sus frases, Morales la conserva como mantra: “Lo que nosotros sembramos es esperanza, porque de la esperanza es que nace la fe. No es al revés”.
“Y eso es lo que yo hago en la institución, sembrar esperanza con cada programa; ya le importas a alguien y vamos a darte seguimiento. Yo solo soy facilitadora”, culmina Morales.