Compartimos contigo la historia detrás de la tarjeta navideña anual de nuestra Fundación

Por Ana Teresa Toro :: Oenegé

Pocas tradiciones son más poderosas que la tradición epistolar. Escribir cartas, sin más. Ese ejercicio íntimo y compartido en igual medida a través del que hemos conocido recovecos de la historia a todos los niveles. No podríamos entender el interior de un frente de batalla sin las cartas que soldados y familiares intercambiaron, no seríamos capaces de invocar el asombro de quienes se aventuraron a explorar tierras desconocidas y, ante su desconocimiento de los nuevos escenarios encontrados, se dedicaron a nombrar el mundo a partir de sus referentes conocidos. No entenderíamos cómo es que crece el amor a distancia o lo importante que es contar lo grande y lo pequeño con la misma intensidad. Es decir, vale tanto narrar si tenía buen sabor el café de la mañana como contar que ha nacido un nuevo miembro de la familia. Porque la vida se compone del acontecimiento trascendental y de la vivencia cotidiana que con los años adquiere su trascendencia.

Esta tradición fue la inspiración para la tarjeta de Navidad que este año hemos preparado para ustedes en la Fundación Ángel Ramos. Imaginamos una niña escribiendo su carta y lista de deseos para los Reyes Magos, esas figuras icónicas en nuestra tradición navideña. Imaginamos que es una de las tantas niñas cuyas vidas han sido enriquecidas por la labor de organizaciones sin fines de lucro en el país. Imaginamos una niña con ganas de estudiar, de aprender, de cuidar de su familia y, sobre todo, con muchas ganas de dar amor.

Imaginarla no fue difícil, conocemos tantas niñas y niños así. Lo difícil fue editar la larga lista de ilusiones que fuimos acumulando. Entonces, elegimos hacer una carta y condensar en ese escrito los deseos que tantos niños y niñas han manifestado en sus distintas experiencias en organizaciones y en las múltiples interacciones que las entidades que apoyamos tienen con ellos.

El resultado es esta carta a los Reyes Magos que presentamos este año haciéndonos eco del sentir de la niñez puertorriqueña. Y como no podía ser de otra manera, contamos con la voz de una niña extraordinaria, Violeta González Ortiz, de 9 años quien le impartió su toque personal y grabó como toda una profesional.

Las imágenes son obra de Kike Estrada. El texto original es una colaboración del equipo de comunicaciones de FAR -con el toque de Violeta- y la voz fue grabada por Javier del Valle.  Todos los años procuramos crear un concepto afín al sentir del momento y poniendo el oído en tierra. No nos cabe duda de que los anhelos y necesidades de la niñez deben ser asunto urgente para todo el país.

Regalamos postales en Navidad como una especie de fotografía letrada del momento, como un objeto vivo que marque el paso del tiempo. Pero esta vez, queremos hacer eso mismo destacando las voces que como institución filantrópica son prioridad en nuestro quehacer. Quizás, con la ilusión de que en este 2025 escuchemos más a la niñez. Después de todo, el futuro es suyo y como dueños del porvenir tienen mucho que decirnos y muchos sueños para guiarnos en el camino.

¡Que la disfruten!

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