El conversatorio del Día de la Iniciativa Preescolar 2025 dejó como saldo recomendaciones para integrar la naturaleza en las jornadas de estudio.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé


Juan Carlos Acevedo Gándara, de la organización Lee conmigo; Joanna Colón,
del Instituto Nueva Escuela (INE); y Ruth Rosado Sánchez, del Departamento
de Educación participaron del conversatorio “Encuentro entre
la naturaleza y el aprendizaje”.

Siempre aspiraremos a tener las mejores condiciones de trabajo en los salones de clases en el país, pero, mientras alcanzamos la meta, podemos maximizar nuestros recursos y proyectos para que la experiencia educativa sea refrescante. En eso coincidieron Juan Carlos Acevedo Gándara, de la organización Lee conmigo; Joanna Colón, del Instituto Nueva Escuela (INE); y Ruth Rosado Sánchez, del Departamento de Educación; quienes participaron del conversatorio “Encuentro entre la naturaleza y el aprendizaje”, realizado como parte del Día de la Iniciativa Preescolar 2025 de la Fundación Ángel Ramos.

Ante casa llena en el Cine-Teatro Fundación Ángel Ramos del Centro Criollo de Ciencias y Tecnología del Caribe (C3Tec) de Caguas, los panelistas presentaron la labor que realizan sus respectivas entidades e, inspirados por el tema central del evento, compartieron recomendaciones. Marelis Román, coordinadora de la Iniciativa Preescolar de FAR, fungió como moderadora.


Juan Carlos Acevedo Gándara recordó el impacto que tuvo en su crianza
y formación el que su madre le leyera cuentos desde muy niño.

Colón, del INE, subrayó que el contacto de los estudiantes en edad temprana con la naturaleza resulta beneficioso para ambas partes al exaltar su sensibilidad. 

“El contacto con la tierra es importante, hay niños y niñas que de repente tienen las emociones muy altas, vienen del recreo y sentir la tierra hace que bajen. No sé si les ha pasado. Tengo compañeras maestras que han cambiado la estrategia de empezar en las mañanas afuera, antes de ir al salón de clases, para que cuando lleguen estén listos para comenzar su día de trabajo”, agregó la representante de las escuelas públicas Montessori del INE, organización ganadora del Premio Tina Hills en el 2017.

De otra parte, Acevedo, cofundador de Lee conmigo, recordó una de las experiencias que más atesoró cuando era maestro de preescolares. “En la presentación vieron una foto de una niña como de dos años sembrando un árbol de retama San José que nos donó Para la Naturaleza. Lo increíble de los árboles es que son una promesa de futuro, no vamos a ver ese fruto hasta varios años y luego, ver a esa niña cuando lo ve florecer, esa carita es algo maravilloso”, destacó Acevedo quien resaltó el impacto que tuvo en su futura vocación que su mamá le leyera libros en la infancia, particularmente uno de sus favoritos, “El flamboyán amarillo”, de Georgina Lázaro.

"Lo increíble de los árboles es que son una promesa de futuro, no vamos a ver ese fruto hasta varios años y luego, ver a esa niña cuando lo ve florecer, esa carita es algo maravilloso".
Co Fundador de
Lee Conmigo 

“Esa experiencia lectora con la persona que tú amas y la experiencia en vivo al ver el flamboyán, es la experiencia que buscamos los maestros preescolares, sembrar esa semillita para que luego se den esos frutos. Son ejercicios de paciencia, como dice el libro, y eventualmente vas a tener un niño florecido y una naturaleza protegida”, declaró Acevedo tras recalcar la importancia de la promoción de la lectura desde el nacimiento.

Por su parte Rosado enfatizó en los beneficios de los paseos fuera del salón ya que, “aunque parezca una actividad sencilla, los niños se involucran demasiado”. “Con esto de observar el árbol, cómo está el clima, las hojas, estar en silencio para escuchar los pajaritos, les da una sensación de calma; ves la diferencia cuando damos el paseo después del recreo y cuando no se puede dar por el clima, la diferencia es marcada. De igual forma, si llegamos del recreo y están exaltados, con colocar en el televisor un sonido del agua o de pajaritos, funciona para relajarlos”, destaca la representante del DE.

¿Y SI NO LOS DEJAN EXPERIMENTAR?


Para Joanna Colón, del Instituto Nueva Escuela (INE), el contacto directo de los niños
con la naturaleza debe ser una experiencia diaria y compartida
con la familia y el entorno del niño.

La moderadora señaló que los docentes conocen las bondades del contacto de los niños con la naturaleza, pero los padres no, lo que se convierte en un reto porque les prohíben ensuciarse o mojarse. El mensaje debe llevarse a la familia.

 

“Lo primero que podemos hacer es integrar a los padres de alguna manera en las actividades. Una de las cosas que hacía como maestro es que invitábamos a la familia a sembrar, leíamos un cuento que hablaba sobre la siembra y los padres trabajaban con su niño. Traer a los padres al ambiente escolar es importante para que puedan presenciar el beneficio que tiene para sus niños y para ellos también por el vínculo que se crea”, dijo Acevedo.

Por su parte Colón, del INE, coincidió en que reclutar a los padres como voluntarios de sus actividades escolares resulta acertado. “Maestras del programa Enraizando hacen invitaciones abiertas a los padres para que vean a sus hijos trabajar y los mismos hijos los traen. También recomiendo, si es un proyecto más establecido, hablar con las familias para que compren las botitas de plástico para hacer la rutina de cambiárselas al ir al huerto”, destacó Colón.


Ruth Rosado Sánchez, del Departamento de Educación, destacó los cambios positivos
en el estado de ánimo de los niños cuando entran en contacto con la naturaleza;
algo que debe ser considerado en los entornos educativos.

Además de integrar a los padres, Rosado considera que los estudiantes deben “tener una plantita viajera que semanalmente un niño se la tenga que llevar y la familia se involucre en el cuidado de la planta”. “Poco a poco, con experiencias, vamos integrándolos, porque podemos decirles muchas cosas a los padres, pero ellos lo creen cuando lo ven. Esta es la mejor forma de que puedan confiar en que esto es lo correcto”, señaló Rosado.

Acevedo reconoció que “no todos los días podemos traer a los padres al ambiente escolar o crear una actividad específica, pero sí podemos documentar lo que se trabaja todos los días para que los papás puedan conectarse”. 

“Tenemos la tecnología, los hacemos parte y así no se sienten tan alejados del salón de clases y puedan ver todas las cosas que sus niños están haciendo; quizás eso les ayuda a bajar esa intensidad y esas preocupaciones que quizás no son tan importantes, pero a ellos se les hace difícil manejar”, señaló Acevedo.

De igual manera destacó que “no se puede salir del salón de clases todos los días, pero puedes leer todos los días”, por lo que la selección de libros que despierten la sensibilidad por la naturaleza es clave.

Román compartió actividades para integrar el tema de la naturaleza en el salón de clases partiendo de su experiencia como docente. Además de tener la planta y el pez beta que usualmente hay en las aulas, les pedía a los padres una semilla al comienzo del año escolar. El niño la sembraba y tenía la responsabilidad de cuidarla y documentarla. También se pedían capas y botas para aprovechar la lluvia. 

“Sé que es difícil cambiarlos de ropa, pero son experiencias que los papás no les van a dar y no hay nada más rico que mojarse debajo del chorro. También compartimos libros sobre el tema de la naturaleza en la mochila viajera. Hay mil y una oportunidades de integrar la naturaleza usando todos los sentidos y mientras más sentidos usamos en el aprendizaje, más se consolida en nuestro cerebro. Lo que queremos es darle experiencias enriquecedoras a cada uno de nuestros niños”, indicó Román apostando a replicar experiencias “que trascienden lo académico”.

“Lo que hacemos rinde frutos, aunque usted no lo vea en el momento”, cerró Román el conversatorio arrancando aplausos del atento público.

Fotos y vídeo / Javier del Valle

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