Te presentamos a una de las cuatro organizaciones finalistas de la vigésimo octava edición del Premio Tina Hills que se entregará el próximo 14 de noviembre de 2025 en el marco de la Semana de la Filantropía. 

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé


Uno de los aspectos centrales del crecimiento y desarrollo de más de 45 años
de labor de la organización es el haber logrado consolidarse como un apoyo
que trasciende la etapa del albergue, sino que incide tanto en la prevención,
como en la emergencia y en la etapa posterior al
proceso de ruptura con el patrón de violencia.

El sur isleño nos acoge con verdor y arribamos a la sede de la Casa Protegida Julia de Burgos (Casa Julia), organización fundada en el 1979 que este año repite como finalista del Premio Tina Hills que otorga la Fundación Ángel Ramos (FAR). Su directora, Lenna Marielys Ramírez Cintrón, está lista para contarnos la evolución de esta entidad social que procura interrumpir ciclos de violencia de género, así como blindar a sus participantes con otras oportunidades de vida mediante servicios que van desde psicológicos y respaldo educativo, laboral o de vivienda, hasta orientación y acompañamiento en los procesos legales y de sanación. 

Algunos pajaritos alegres insistieron en acompañarnos durante la plática que comenzamos auscultando la mirada holística o integral con la que se aborda el bienestar de la participante que toca sus puertas.

“Empezamos a trabajar aspectos que no se habían trabajado por esa misma violencia. Nos llegan mujeres que nunca han ido a un médico a hacerse sus chequeos y eso lo vamos a atender en Casa Julia, nunca habían podido atender su salud mental -porque hay unos tabúes o porque no hay acceso a esos servicios- y a través de alianzas y del mismo equipo de Casa Julia lo podemos trabajar, también se apuesta a la educación y al desarrollo económico de las participantes. Creo que es un espacio donde las mujeres, además de sentirse seguras -y eso lo cambia todo-, se les mira con dignidad y se mira la importancia de estar en red y en comunidad. Todos esos aspectos de la vida aquí se trabajan como prioridad y eso hace un cambio total en esa mujer que cuando sale, sabe que tiene derecho a seguir desarrollando esas áreas de su vida y a seguir cuidándose”, declara Ramírez.

Ser un albergue de emergencia es apenas una de las múltiples tareas de esta organización sin fines de lucro. “Casa Julia es mucho más que un albergue”, insiste su directora.

“Actualmente es una organización comunitaria, feminista, que tiene nueve programas de servicios activos que han evolucionado y se han expandido porque somos una organización que está conectada con la comunidad y con las necesidades de la gente. Nos ha permitido llegar a la raíz de los problemas de las mujeres entendiendo desde una mirada sensible cuáles son esos retos y cómo buscamos transformar esas realidades para poder construir otras realidades posibles. Es una apuesta todos los días a transformar esas realidades, a construir esas posibilidades de desarrollo y bienestar, de sanación, a vivir en una convivencia de paz en nuestras familias”.  

Lo logran, indica Ramírez, a través de programas de vivienda en sus albergues, de procesos de educación a la comunidad -incluidas escuelas-, a través de los servicios no residenciales y, ahora, con una línea de orientación legal. De esta forma superan los 46 años, “transformando y llegando a dar el servicio que nuestras mujeres merecen”. Durante los pasados cinco años, Casa Julia ha servido a 2,436 mujeres y niños a través de sus programas de albergues, viviendas, cuidos y servicios no residenciales. Entre julio de 2024 y junio de 2025, atendió a 409 participantes.  

LO QUE ENSEÑAN LOS AÑOS


Lenna Marielys Ramírez Cintrón, directora ejecutiva de la Casa Protegida
Julia de Burgos sueña con que la entidad pueda llegar a cada rincón de
la isla en el que una mujer necesite los servicios y acompañamientos que proveen.

En Casa Julia han identificado los huecos en la red de apoyo a la mujer en precariedad y han buscado cómo fortalecerla. 

“Ha sido un acto de resistencia verdadero, no sólo por el servicio que brindamos sino también por asumir posturas para defender el derecho y la dignidad de las mujeres en este país. Definitivamente eso ha tenido un coste, a nivel fiscal, sobre todo, el poder sostener estos servicios, que la gente entienda la urgencia, la necesidad y que haya una apuesta en seguir apoyando los servicios de Casa Julia ha sido un reto muy grande”, indica Ramírez. 

La directora aprovecha para contextualizar la mera existencia de la organización, “porque Casa Julia nace desde un vacío”. 

“Diez años antes de que existiera la Ley 54, personas se unieron de manera voluntaria para dar una respuesta a una problemática que ni siquiera era reconocida en el país. El que hoy seamos una organización líder en esa defensa de los derechos de las mujeres y que seamos referente del servicio que hay que darles, ha sido un acto de resistencia de la comunidad de Casa Julia, desde las socias, desde las empleadas, en la mayoría mujeres que somos primera línea de defensa ante esta crisis que no nos da tregua”.

Casa Julia cuenta con dos programas de albergues ubicados en el área metropolitana y en el área sur, este último se reabre en el 2021, luego de ocho años clausurado por falta de fondos. 

“Es una respuesta concreta desde Casa Julia a la crisis del COVID-19, cuando se perdieron 50 camas en los espacios de albergues. Tenemos dos programas no residenciales que están conectados directamente con los tribunales a través de intercesoría legal, pero que son referidas a nuestros espacios para hacer ese acompañamiento psicosocial de trabajo social, de abogados, actividades y grupos de apoyo buscando ese empoderamiento, porque sabemos que para romper los ciclos hace falta muchos más que el proceso que se da en el tribunal. Hace falta recursos, hace falta ese apoyo emocional y social para que las mujeres puedan apostar a un desarrollo”. 

Cuentan además con un programa de cuido, atado a sus dos programas de vivienda -Vivienda Integrando Autogestión y Rapid Re-Housing. 

“Nacen del darnos cuenta de que protegerlas en los espacios de albergue no es suficiente en ese proceso de transición donde ellas tienen que reubicarse en otros espacios de la isla para estar seguras. Esos programas de vivienda también cuentan con procesos, y un equipo sicosocial le sigue dando seguimiento a los procesos legales, a los terapéuticos. Ese acompañamiento del cuido es un espacio seguro para nuestra niñez donde no solamente miramos las necesidades de las madres y de las familias, si no ese trauma que tenemos que sanar en la niñez para que realmente se puedan sanar los ciclos”.

Para Ramírez es importante destacar que “muchas veces hablamos de la niñez como víctimas secundarias, pero son víctimas directas de la violencia en sus hogares”. “Lo vemos desde ese malestar, ese retraso en el desarrollo y es hermoso ver la transformación de niños y niñas que llegan sin hablar, sin caminar y poco a poco, el estar en un espacio seguro los hace volver a la vida, volver a reír, a confiar en la gente y creo que eso es hermoso del trabajo que hacemos. Es una apuesta a que los espacios seguros y el bienestar integral -físico, emocional, la seguridad, económico y social- son parte necesaria para poder atender la crisis”.

Ese cambio de los hijos resulta contagioso para las madres que se inspiran. 

“La transformación en la niñez es muy parecida en las mujeres, cómo ese núcleo familiar se va uniendo, cómo vemos en las terrazas a esas mujeres que llegaron en el proceso de mayor vulnerabilidad, sintiéndose solas y después no se quieren ir porque están los viernes de karaoke en Casa Julia y crearon una comunidad donde se llora, se ríe y se abraza. No hay mejor acto de justicia que volver a sonreír, cuando los derechos de las mujeres se validan podemos encontrar bienestar y es lo que nos lleva a disfrutar de la vida”, agrega Ramírez.

Hoy en Casa Julia reestructuran su programa de alcance comunitario y educación al tiempo que desarrollan un programa de servicios legales que contará con una línea para hacer más accesible la orientación a las participantes. “Con una llamada, van a encontrar ayuda”, puntualiza Ramírez.

El liderato de Casa Julia, a juicio de su directora, opera desde un modelo innovador. 

“La comunidad es fundamental, las participantes son parte de la toma de decisiones y, hay representación en nuestra Junta de esa voz que es tan valiosa para nosotros de la experiencia de las participantes. Creo que eso es lo que ha hecho que Casa Julia se haya ido transformando y evolucionando, es un liderato que apuesta a la comunidad siempre porque para nosotras los procesos de sanación son procesos comunitarios, colectivos. Creo que eso ha hecho que también se reconozca a Casa Julia como una organización líder en lo que es la lucha para erradicar la violencia de género, no solamente por nuestra trayectoria sino por asumir posturas en momentos claves de nuestra historia para defender los derechos de las mujeres. Somos una organización que no solamente brinda servicios, sino que está donde realmente necesitamos que las voces de las sobrevivientes sean escuchadas”.

Ramírez anhela un Casa Julia que “además de ser un espacio seguro, cada vez sea más accesible a nuestras comunidades”. 

“Sé que el tema de la seguridad es complicado, pero sueño con un Casa Julia que tenga en cada punto de la isla una manera de conectar con la gente y que el servicio esté al alcance de una llamada. Donde todavía no hemos podido llegar, donde sabemos que todavía la violencia de género es un asunto privado y escondido, que deje de serlo y que la gente sepa que Casa Julia va a estar ahí”, reflexiona sobre el futuro.

La labor de la organización está anclada en ofrecer seguridad a distintos niveles; el término cobra otro valor cuando se pierde. 

“Seguridad tiene que ir acompañado de bienestar y eso se logra cuando hay acceso pleno a todos los derechos que tenemos".
Lenna Marielys Ramírez Cintrón
Directora ejecutiva,
Casa Protegida Julia de Burgos

“Seguridad tiene que ir acompañado de bienestar y eso se logra cuando hay acceso pleno a todos los derechos que tenemos. Seguridad tiene que ver con acceso a vivienda, con desarrollo económico, tiene que ver con el derecho a servicios de salud, tiene que ver con saber que cuando tu estés pasando un momento difícil, hay una sociedad que va a dar la mano a quienes están en posiciones de vulnerabilidad. Creo que la seguridad no la podemos dar por sentada, al contrario, como país tenemos que replantearnos la urgencia de retomar los derechos de la gente a un país que sea mucho más justo y que defienda la vida, la dignidad y los derechos humanos como es el desarrollo pleno de cada uno de nosotros como puertorriqueños y puertorriqueñas”.

El mal social que encara Casa Julia no ha disminuido y las ayudas gubernamentales para erradicarlo no se han multiplicado. ¿Cuál es su motor?

“Hay un retroceso en lo que se entiende como los derechos de las mujeres y no te niego que hay días que son extremadamente difíciles, más cuando tú cargas con tantas historias de dolor. Pero siempre hay esa sonrisa, ese mensaje de alguna sobreviviente, ese día que se van a su nuevo hogar y se despiden y nos dejan mensajes, ese abrazo de ‘voy a estar bien’ te da todas las fuerzas y energías para tú saber que aquí es donde hay que estar, aunque la lucha sea dura, ese es el país que todas y todos merecemos. Todas las personas que trabajan en Casa Julia, que son voluntarias, que son aliadas, todos los días con pequeños actos construimos el país que soñamos y que nos merecemos. Eso es lo que nos mueve”, dice.

“Aunque vengan momentos difíciles, Casa Julia va a seguir siendo esa luz de esperanza para muchas mujeres y es el camino a ese Puerto Rico de equidad. Contamos con una comunidad que apuesta a ella y eso nos hace nunca quitarnos. Aquí vamos a estar todos los años que hagan falta hasta que logremos nuestro cometido”, finaliza Ramírez. 

Fotos / Suministradas

 

Finalistas al PTH 2025: “El Premio Tina Hills para Casa Julia es un honor y un privilegio inmenso, es el reconocimiento a 46 años de trayectoria en que le hemos servido al país porque como decimos, aunque damos servicios a las mujeres y a la niñez, nuestra apuesta es a un país más justo y a través de espacios seguros, de sanación, de transformación es que vamos a lograr ese Puerto Rico de equidad”.

Lenna Marielys Ramírez Cintrón

Directora ejecutiva, Casa Protegida Julia de Burgos

  • Conéctate a la ceremonia de premiación del PTH 2025 este viernes, 14 de noviembre, a la 2:00 p.m. para que disfrutes el vídeo completo sobre Casa Julia que incluye entrevistas a su aliada en el sector, Cristina Parés, directora ejecutiva de Proyecto Matria; a Inés Marrero Ortiz, exparticipante, exempleada y socia; y a Madeline Santos Zapata, participante activa del programa empresarial y de consejería.

 

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