"Fue un grito que le salió del alma", cuenta la actual Directora Ejecutiva Lymaris Vázquez sobre la anécdota de la Dra. Cintrón, y con la cual resumía la impotencia sentida y las ganas de implantar mecanismos de ayuda y apoyo que pudieran lograr un cambio que incidiera en la conducta y las decisiones de aquellos jóvenes que ella reconocía como el futuro del País. Con el mismo ímpetu que aquel grito llenaba los huecos verdes de los árboles en las montañas en la distancia y se hacían eco, buscó alternativas ya puestas en práctica en otros lugares del mundo y encontró el proyecto New York Youth at Risk, que trabaja con jóvenes en riesgo de caer en situaciones de peligro para sus vidas y para sus familias con un enfoque hacia la prevención. Entre talleres vivenciales y experiencias de transformación, los jóvenes influidos por ese programa han logrado modificar conductas e incidir en otros jóvenes con situaciones similares.

De paradigmas y otras maneras de transformar

De esto pueden hablar ampliamente quienes han tenido la oportunidad de participar del proyecto Jóvenes de Puerto Rico en Riesgo, quienes por un espacio de dos décadas han intervenido en la vida de cientos de jóvenes puertorriqueños que han encontrado en sus talleres y mentorías formas variadas de reestructurar su vida con un sentido de pertenencia hacia lo cultural y lo social dentro de nuestro contexto.

Ajustando el modelo a nuestra realidad y mediante un estudio de caso inicial en la Península de Cantera y el Residencial Las Margaritas, en el 1993 se creó la Corporación sin fines de lucro que trabaja por medio de mentores durante un año en la vida de jóvenes de escuela en situaciones de desventaja y que, voluntariamente, acceden a participar comprometiéndose a modificar sus vidas para su bienestar y el de su medioambiente. Un acto que les permite empoderarse a través de la toma de decisiones informadas, reconociendo las consecuencias de sus acciones. Luego de ese año de asistencia directa, esos jóvenes se convierten ellos mismos en agentes de cambio y modelos para otros jóvenes. En este proceso de empoderamiento entre la familia, quienes trabajan mano a mano con los mentores y los estudiantes, se desarrollan los surcos por los que ambos caminarán, sirviendo de paradigma.

"Yo comencé siendo mentora" asegura Vázquez, quien durante 11 años ha estado vinculada al proyecto y quien, además, fue la mano derecha de la Dra. Cintrón, fundadora y Directora Ejecutiva hasta su retiro, momento en que Vázquez asume la dirección ejecutiva, proceso de transición que se tradujo en mantener íntegro el proyecto a la vez que descentralizando tareas y responsabilidades.

"Siempre he sido una persona de servicio voluntario, mi familia tiene esa cultura, lo hacen a través de la Iglesia. En mi caso yo lo hacía de todo tipo" comenta la Directora quien evidencia una profunda afinidad con aquellos proyectos que fortalecen los pilares que sostienen la sociedad actual, dedicando a estos parte de su vida y esfuerzos, tanto así que el joven de quien fue mentora sigue siendo parte de su vida.

Si por un lugar, por aquí se empieza

A partir de 1996, Jóvenes de Puerto Rico en Riesgo comenzó a hacer los proyectos y programas que hoy día continúan surtiendo frutos y que han sido posibles en parte gracias al apoyo de distintas entidades como la Fundación Ángel Ramos y Fundación Banco Popular, entre otras.

"La estrategia está en apostar a que a la gente le importa", asegura Vázquez. La idea es que "este proyecto sea una ola de solidaridad", empezando por los jóvenes, los mentores, las familias y quienes laboran allí día a día, quienes se dedican a "crearles valor a las cosas", de manera que ese valor resplandezca más allá de su espectro de mirada porque, lo sabe Lymaris "no es verdad que a los jóvenes no les importa". Prueba de ello son los 800 casos de jóvenes impactados.

Anualmente se capacitan alrededor de 30 mentores –profesionales voluntarios- que sirven de apoyo durante un año "no importa qué les pase", insiste Vázquez, a los jóvenes a quienes influyen, solidificando esas relaciones que persisten en el tiempo.

Las estrategias del amor

"El amor desarma y el mentor tiene que ser una persona que tenga esa punta de lanza" propone Vázquez, quien reconoce que el compromiso al que llegan el joven y el mentor conlleva una serie de sacrificios ya que el estudiante quiere algo diferente de lo que ha tenido hasta que llega al programa. "Nosotros vamos donde la familia y le decimos él está interesado, queremos que usted lo deje ir y esto también es un compromiso de usted porque usted tiene que ir a unos talleres y tiene que recibir una visita" comenta con seguridad pero armoniosamente; sabiendo que, una vez hay un deseo de cambio, las probabilidades de que se den son altas si existe una red de apoyo concertada. Dentro de Jóvenes de Puerto Rico en Riesgo existe la constante comunicación entre mentores, facilitadores, gerencia, familias y estudiantes, de manera que los cambios tengan un sentido más abarcador que sencillamente el acercamiento uno a uno o un taller de temporada. Todos forman parte del engranaje de superación.

A los jóvenes les hacen claro que "tus acciones vienen de cada pensamiento y que tú tienes el poder sobre cada pensamiento, que si tú cambias el pensamiento tú cambias todo". En ese sentido de cambio, todo es posible. Jóvenes de Puerto Rico en Riesgo apuesta a esa posibilidad. Los logros han sido múltiples.

Esta onda positiva no está exenta de momentos de dolor o de sentimientos de fracaso con casos particulares. Al preguntársele cuál ha sido el reto más grande, el momento más difícil en todos estos años, nos dice: "Cuando jóvenes caen en el sistema judicial y vemos venir (los problemas) y siguen escogiéndolo". En el proceso de empoderamiento existen todo tipo de posibilidades. "Hemos tenido muertes de jóvenes; pero es como una muerte de crónica anunciada, que viene, pero duele, duele mucho porque ellos escogieron, porque de verdad sienten que no tienen opción" a pesar de todos los esfuerzos, la información, el tiempo dedicado. "Nuestro trabajo no es fácil de explicar a veces", afirma. La respuesta es rediseñarse. Propulsar los procesos de reflexión sobre lo que hacen. "Todo puede cambiar y alguien tiene que empezar", asevera con firmeza y con el reconocimiento de que Jóvenes de Puerto Rico en Riesgo es una herramienta afirmativa para el bienestar social del País.

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