"Los reconocemos como los más valiosos pero quiero significar que también hacemos un trabajo académico de alta calidad", señala Ana Yris Guzmán, directora ejecutiva de la institución, "despertamos el interés del estudiante por aprender, no embotellar, procurando que cuando salga de Nuestra Escuela se haya sentido amado, respetado -y que se ame y respete a sí mismo-, además de que esté comprometido con el aprendizaje de por vida convirtiéndose en un ciudadano de provecho".Diferentes también son el amor y el respeto, más que nada, que terminan sintiendo hacia ellos mismos. Nuestra Escuela propone como pilares principales ambos valores en el trato entre estudiantes y maestros.

"Amor es lo más que ellos necesitan", coincide Marivette Lanzó Cortijo, coordinadora de Nuestra Escuela en Loíza, "están necesitados de comprensión, que los escuchen, que les den la importancia que tienen y que no les han dado. Aquí sienten que son importantes y todo eso les sube la autoestima, les permite crecer y darse cuenta de lo valiosos que son".

En dicho municipio costero, Nuestra Escuela tiene casa en el Centro Tau, establecido por Fundación Ricky Martin para albergar el proyecto educativo fundado por Justo Méndez Arámburu hace quince años y que, en Loíza, ubicaba en el casco urbano.

Estudiantes de todas edades, -hay desde bebés hasta jóvenes que podrían cursar el equivalente a escuela superior en otro sistema educativo- se saludan con afecto. El mismo que reservan para sus líderes. Toparse con Justo o con Ana Yris es una fiesta. Hay camaradería. Los abrazos se reparten sin escatimar, igual que los alertas cuando algo no anda bien.

La realidad es que el sistema contempla que el estudiante que, en muchos casos ha dejado la escuela regular o no encuentra en ella modos de aprendizaje adecuados, esté acompañado desde que entra a Nuestra Escuela hasta que parte de la institución.

"Desde que el estudiante llega entra en el taller Esencia vital que le procura un acompañamiento. La brecha que hay entre estudiante y maestro aquí se rompe porque nosotros tenemos un contacto más humano y más cercano con ellos; según las distintas situaciones de sus vidas nosotros estamos ahí para apoyarlos y ofrecerles el servicio que requieren", afirma Jorge Vázquez, oficial informático de Nuestra Escuela y egresado del primer centro establecido en Caguas.

El especialista en sistemas de información lo comprobó de primera mano. Afirma que cumplir con el cuarto año es "un mero primer paso de la meta".

"Luego vienen unos tres años más de acompañamiento. Algunos regresan y dicen 'gracias por el apoyo, mira lo que logré' y esas palabras son las que le dicen a uno que está haciendo bien el trabajo", afirma el joven que al momento se certifica como entrenador con la compañía Google.

El proceso de acompañamiento les permite contestarse una pregunta fundamental: ¿quién soy? "En ese momento vas a ver que la respuesta tiene mucho que ver con las carencias y más con quién quiero ser", explica Guzmán. Agrega la directora ejecutiva que el proceso incluye a doce estudiantes y un adulto. El liderazgo es compartido.

"Las decisiones se toman en colectivo. Ese proceso incluye además un joven que hemos denominado 'acompañante en el camino', inspirado en el Camino de Santiago. Es una persona que conoce vida, obra y milagro sobre mí, que me puede decir 'bravo, lo estás haciendo bien' o 'necesitamos conversar porque no estás suficientemente enfocado', ese apoyo que a veces necesitamos cuando no tenemos metas definidas o noestamos atendiendo asuntos que nos lleven a lograr las cosas a las que aspiramos", añade Guzmán.

No todos los egresados tienen en la mira seguir estudiando y Nuestra Escuela diseña igualmente para ellos un programa educativo que les permita auto emplearse. Entonces encuentran una razón para aprender; años de sabotaje propio terminan.

"Ni siquiera es un proceso consciente el sabotaje porque no necesariamente es una decisión de auto destrucción pero ciertamente se convierte en un círculo vicioso por la falta de esperanza y de luz en el camino", señala la directora, "cuando llegan a Nuestra Escuela y ven que hay otras posibilidades comienzan a auto descubrirse, a ver que son talentosos. Quizás no exitosos académicamente porque no todos lo somos -afortunadamente está probado que hay múltiples inteligencias- pero comienzan a conocerse. Eso hace una diferencia en términos de que la escuela respete, respalde y promueva un espacio para que se potencien sus talentos".

 

ASUNTO FAMILIAR

Valores distintos -lealtad, amor, amistad, solidaridad, alegría- nombran los salones coloridos y con acertada distribución de espacio. Hay lugar para bebés, para niños que podrían estar en pre kinder o en kinder y de ahí en adelante aumentan las edades. Sigue siendo un edificio relativamente nuevo pero ya se percibe que lo hicieron suyo. Unos prefieren el huerto, el patio, la cancha y otros las escaleras. En esa escuela son como quieren y pueden llegar a ser mejores de lo que creen ser. "Justoooo" es un saludo que se repite con distintos tonos de voz, lo dicen los nenes y los grandes. Los resultados tanto del respeto como del amor son evidentes en los estudiantes. ¿Sería contagioso?

"Nos hemos propuesto compartir nuestras prácticas con escuelas del sistema público, con varias de ellas tenemos alianzas", declara Siri Rolón, coordinadora de Nuestra Escuela en Caguas, "hemos llevado parte de lo que es nuestro modelo -como el taller Esencia vital- a jóvenes de escuelas públicas y se ha visto el resultado. Además en viajes fuera del país hemos compartido el modelo y se ha demostrado que puede funcionar en la educación pública que es nuestro gran sueño".

No es imposible pero un estudiante no puede encaminar su vida sin apoyo familiar. La filosofía de Nuestra Escuela contempla que "no matriculamos estudiantes sino familias", según cuenta Yarelis Sánchez, coordinadora auxiliar y trabajadora social del centro educativo en Caguas.

"Recibimos practicantes en las áreas de pedagogía y en el área social que conviven con nosotros para saber cómo se trabaja en Nuestra Escuela. Ahí ven que los integramos a ellos y a las familias desde el proceso de matrícula. Por ejemplo, el taller Esencia vital que damos en Orocovis se da también a la familia del estudiante y hacemos actividades juntos para que sean parte de la educación de sus hijos".

En ese proceso los alumnos tienen voz y voto y no sucede en sentido figurado. Por ejemplo, enumeran los temas sobre los que quisieran aprender en el semestre y votan por ellos en asambleas. Así se desarrolla parte del ofrecimiento pedagógico.

"Ellos son perfectamente capaces de tomar decisiones", asegura Mariana Hernández, enlace pedagógico de Nuestra Escuelita y maestra de Los aventureros, equivalente al pre kinder y kinder en la escuela tradicional, "y las destrezas que aprenden ahora son para toda la vida. A veces ellos nos sugieren hacer una cosa distinta a la planificada en el salón y no hay ningún problema con eso, muchas veces tienen mejores ideas que nosotros. De verdad que tienen todo el potencial".

A largo plazo, la directora ejecutiva de Nuestra Escuela aspira a que algunas prácticas que han sido exitosas con sus estudiantes estén disponibles en el sistema público de enseñanza del país. Y todas nacen del ADN de Nuestra Escuela.

"El amor no cuesta un centavo y deben sentirlo desde que entran por esa puerta. Eso y el respeto a la diversidad, no todos aprenden de la misma forma ni somos iguales, hay que respetar la Constitución de Puerto Rico para que la educación potencie sus capacidades", insiste Guzmán con la certeza de haberlo atestiguado no como excepción, sino como una regla por los últimos quince años.


Fotos por Juan Carlos Alvarez Lara

 

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