La escuela especializada cumple 20 años transformando las posibilidades de niños, jóvenes y adultos autistas y con retraso mental. Lo celebran en grande.

"Para la persona que le apasiona esto es gratificante", explica Rodríguez sobre procesos educativos en los que la repetición es vital para lograr progreso.

"Aquí he pasado por todos los niveles: fui maestra de preescolar, después estuve en apresto, en apresto académico, en académico y en nivel intermedio. He tenido los nenes desde tres y cuatro añitos hasta ahora que tienen 18 y 19 años y puedes comparar cómo están, que están estables, afianzados, que tienen unas destrezas y dan ese paso al mundo laboral. Para uno es bien gratificante", confiesa.

Estimula saber que contribuyó "en cada paso que dieron en el colegio".

"Claro es duro, es extenuante porque trabajas con diferentes estudiantes con distintos niveles de condicionamiento", señala.

Esto implica que en una clase de matemática, en la que se aprende a manejar dinero, algunos estudiantes pueden estar identificando monedas por su nombre, otros por su valor y algunos haciendo cálculo. Si se trata del reloj, unos van leyendo análogo, otros en formato digital.

"Todo es bien individualizado y estructurado, que es la clave del éxito. Además están las tareas diarias, si tengo ocho estudiantes en tres áreas distintas, al día puedo hacer 24 tareas diferentes. Al hogar le mandamos tareas escalonadas de lunes a jueves e integramos a los papás para que integren esa formación con el feedback de los comentarios que le pido que me hagan. También, les doy orejitas: 'lo trabajas así o asá'".

FIESTA POR ESFUERZO

La insistencia y la paciencia rinden frutos. Cuando sucede el esperado logro, es motivo de fiesta en cada salón del colegio.

"Si estás dos o tres semanas aprendiendo algo y lo logras es '¡wao, sumaste!'. Ellos saben también que lo lograron y se emocionan, se paran, me abrazan, algunos no lo verbalizan pero te hacen un gesto, un cariño que te da a entender que tienes su aceptación, que está feliz porque lo logró".

Sin embargo, no solo se premia el logro, el esfuerzo es igual de aplaudido.

"Es bien importante para nosotros que me lo haga excelente o en un nivel de ejecución que yo espero, pero el proceso para llegar a donde se está también es premiado constantemente".

Los ojos le brillan a Rodríguez cuando habla de lo que significa para sus alumnos.

"Yo soy su segunda mamá", afirma sin dudas, "yo les digo 'mis nenes', 'mis hijos' y siempre encuentran mi apoyo. Hay cosas que ellos se acercan a mi y me expresan que no le expresan a papá y a mamá, hay una confianza especial con su maestra. Eso era lo que yo quería, que sepan que yo los puedo escuchar".

Reconoce que los días de logros son "a lágrima viva" pero advierte que nacen de la felicidad. Maestras y padres no pueden evitar emocionarse al presenciar el resultado del esfuerzo, el logro de pasar una etapa.

"Y los papás te caen a besos también", cuenta entre risas sobre las ceremonias de promoción que últimamente se celebran en el Teatro Emilio S. Belaval de la Universidad del Sagrado Corazón.

La maestra indica que realizan evaluaciones semanales y mensuales. "Algunas áreas son más densas como cocina o el área de vida independiente que necesitan más tiempo. También, trabajan lenguaje o matemáticas y para nosotros es bien importante poder comparar ese logro a las veinte, a las treinta y a las cuarenta semanas", dice sobre destrezas que se miden siguiendo el Programa Educativo Individualizado (PAE).

"Cuando vemos aumentar ese porciento de destrezas en dominio nos damos cuenta qué mucho trabajamos y qué mucho logramos", sostiene Rodríguez.

Es el mejor premio para la entrega desinteresada.


Fotos por Juan Carlos Álvarez Lara

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