"El proyecto de la mochila es del 2008", explica Bernard, directora ejecutiva del Banco. "Comenzó con 223 niños más o menos. Cuando yo lo capturo en el 2013 pasó a 350 en el primer año y ahora tenemos 533 niños activos en 16 municipios alrededor de la Isla".

Se benefician de la iniciativas menores entre las edades de tres a doce años. Una de ellas es Noemí, tiene nueve años y junto a sus dos hermanos vive con su abuela en Cataño.

"Zuleyka me da la mochila, la mía es azul", explica la niña acompañada de sus hermanos, señalando a una de las representantes de la Asociación Pro Juventud y Comunidad del Barrio Palmas en Cataño.

"Siempre hay una sorpresa", dice Noemí sobre el contenido. Agrega que le gusta "todo" lo que allí encuentra y lo comparte con sus hermanos.

Hace seis años su abuela, Noemí Santiago, tiene la custodia de los tres hermanos. "La mochila es un resuelve, imagínate, los cupones no dan para el mes entero y con eso ellos se benefician mucho. A ellos les encanta todo lo que viene dentro y yo lo rindo haciendo malabares porque ellos son tres y a veces repiten", indica sobre la práctica que con su familia se ha mantenido por los últimos dos años.

Nina Ramírez, de la Asociación Pro Juventud y comunidad del Barrio Palmas en Cataño, afirma que en el caso de dicha organización, los niños participantes son identificados por los trabajadores sociales en las escuelas.

"Una vez al mes venimos aquí y se hace un recogido de compra y se distribuye una parte cada viernes con el trabajador social en las escuelas; se supone que dure toda la semana. El lunes traen de vuelta la mochila vacía y el próximo viernes empieza el ciclo de nuevo", manifiesta Ramírez.

Valerie Martínez es la coordinadora del programa La Mochila Alegre, en el Banco de Alimentos. Un cordón controla el acceso a los pasillos del almacén que cuentan con mercancía reservada para dicho programa. Martínez divide por cada centro los alimentos que irán en las mochilas de los participantes a lo largo del mes.

"Cada mochila tiene exactamente lo mismo", subraya Bernard, "como la transportación no siempre es fácil para las organizaciones, les damos los alimentos para todo un mes de la mochila".

Meriendas nutritivas y fáciles de abrir dominan el contenido. Hay desde cereales, leche, barras y batidas nutricionales hasta galletas y salchichas en bolsas plásticas.

"También incluimos material informativo nutricional para que vayan aprendiendo a través del juego sobre ese asunto y hasta de ahorro de dinero", añade la directora.

Algunos suplidores donan mercancía específicamente para el programa y cubre un año entero. Las fechas de expiración de los alimentos "no pueden ser cortas, mínimo dos meses", aclara Bernard.

"Kellogg's me dona cereales, Nestlé me dona la leche Klim, Salchichas Carmela el pouch. Así tenemos surtido todo el tiempo", expone.

Cabe señalar que en el mismo extracto del Censo 2010 antes mencionado se indica que a nivel municipal, el por ciento de pobreza en niños para el período 2006–2008 fluctuó entre 35.4% en Trujillo Alto y 77.8% en Orocovis.

Además consignó la realidad de que "la tasa de pobreza infantil para Puerto Rico es más de tres veces la tasa de los Estados Unidos como un todo (18%) para este mismo período de tiempo".

RIEGA LA VOZ Y AYUDA
Desde que comenzó en el 1988 su labor, el Banco de Alimentos de Puerto Rico ha pasado varios ciclos en los que ha ido formalizando su labor. "Hace 27 años me cuentan que simplemente se dieron cuenta los misioneros que había sectores marginados que no tenían acceso a alimentos, así que pedían donaciones y las repartían en las comunidades. Pero había que formalizar el proceso de forma responsable y cumplir con leyes locales y federales de manejo de alimentos y salud, así que se hacen miembros de Second Harvest que luego es Feeding America", repasa al regresar a los inicios de la organización, su directora desde el año 2013.

Ahora, gracias a un contrato colaborativo, cuenta con tres empleados senior citizen que laboran cuatro horas. "También vienen a trabajar personas de las organizaciones sin fines de lucro que apoyamos porque los hemos involucrado en la labor que aquí se hace y estudiantes de escuelas, los mayorcitos que están entre los 16 y 17 años. La labor de procesar alimentos aquí es continua, así que los voluntarios son muy importantes y apreciados".

Con las organizaciones sin fines de lucro firman un contrato. Éstas deben cumplir con varios requisitos como tener estatus 501(c)(3) y tener programas de alimentación en sus centros que atienden envejecientes, discapacitados, deambulantes, mujeres y niños maltratados, entre otros.

"También se pueden hacer compras de emergencia para familias que tienen una necesidad, ya sea por pérdida de empleo o enfermedad. Hay familias que entran en una situación que tienen que decidir 'pago la luz o hago compra', 'compro medicinas o pago la compra'. Nosotros los ayudamos a través de los programas que monitoreamos para saber si la información que ofrecen es fidedigna", indica y agrega que la media de ingreso anual en Puerto Rico para una familia compuesta por dos adultos y dos niños oscila entre los $17 y $18 mil.

ESFUERZO QUE SE MULTIPLICA
Todo se aprovecha en el Banco. Cuando en el 2013 ganaron una propuesta de Walmart a través de Feeding America, obtuvieron en donación un camión y el sueldo de un chofer por un año. Una vez concluido el incentivo, continuaron con la iniciativa gracias a sus actividades de recaudación. Así lograron recoger más donaciones y, en el mismo año, aumentaron de 900 mil libras de alimentos que se recibían de los supermercados a 2.6 millones de libras. "Que nadie se quede sin comer", es su consigna y adorna una camiseta que venden a un costo de $10 como esfuerzo de recaudación, entre otras iniciativas.


El próximo mes de septiembre ha sido designado como Mes de Concientización sobre el Hambre en Estados Unidos y Puerto Rico, y el día 25, se unirá a los esfuerzos de Hunger Action Month (HAM) con distintas actividades.

"Nosotros no paramos, mientras lleguen alimentos seguiremos ofreciéndolos al que lo necesita", asegura Bernard.


Fotos por Juan Carlos Álvarez Lara

Web Analytics