Su esquelético cuerpo contrasta con la alegría de su falda rosada, con la coquetería de su chal traslúcido, su gran sombrero que cobija y sus grandes flores de adorno. También, relaja la severidad que impone la arquitectura de lo que fue un fuerte militar en tiempos coloniales.

Cada año, un promedio de 42 mil visitantes llega hasta el museo que se especializa en el arte y la historia de las Américas, haciendo hincapié en Puerto Rico. En sus salas conviven lo mismo exhibiciones que documentan la vida de nuestros -y otros- indios del continente, así como en otras se captura la diversidad musical de la región o se consignan las relaciones de la Isla con distintos países de la zona. Mucho cabe en este museo cuando se quiere contar el pasado, el presente y hasta se echa un vistazo al futuro. Desde su inauguración se han realizado más de 475 exhibiciones temporales.

María Ángela Vilella López, directora ejecutiva del museo, está vinculada a él desde que era una idea que cobraba forma en una pequeña oficina del Centro Caribeño de Estudios Posgraduados en el Viejo San Juan, también fundado por Alegría.

"Estamos bien claros, según la misión y la visión del museo, en que queremos llegar a toda la comunidad, sobre todo a la inmediata aquí en el Viejo San Juan como es La Perla. También, nos interesa el visitante que no es conocedor de arte, la persona que teme -al ver el edificio- accesarlo porque dice 'yo no entiendo esas cosas'", expone Vilella.

Las colecciones permanentes con las que cuenta el museo, define su directora, "son más de carácter antropológico".

"Cuentan la historia de unos pueblos o el día a día, como por ejemplo la de artes populares, la de la herencia africana o indígena; son cosas con las que las personas se pueden identificar o decir 'ah, pero de esto yo sé y entiendo'", puntualiza y agrega que, también, se han convertido en "un espacio alterno para que los artistas locales presenten sus obras".

"No nos empeñamos en un tipo de arte conceptual particular, tenemos la oportunidad de escoger. La idea es estar continuamente cambiando y ofreciendo cosas nuevas que puedan impactar al público".

Como ejemplo menciona a IMALABRA, de Antonio Martorell, quien asegura "es un caso aparte", puesto que el artista conecta con puertorriqueños de todas edades.

"El año pasado hicimos Fashion Art y fue un éxito total en términos de asistencia y del público que vino, porque era totalmente distinto al de mis otras exposiciones", señala.

Entre otras que lograron respaldo del público menciona American Sabor y Así Somos. "Tratamos de ser más variados en el ofrecimiento temporal al público y refrescar las exhibiciones fijas", insiste.

Ese público que responde positivamente lo dominan las escuelas con estudiantes de primero a duodécimo grado, porque las exposiciones permanentes que poseen abarcan el currículo que aprenden en clase. "Y las maestras, gracias a Dios, las ven como una herramienta adicional para poder trasmitir esa información al estudiante de una manera más divertida", explica la directora.

Se unen al demográfico de los visitantes los turistas del Viejo San Juan. Algunos arriban en cruceros y disponen de poco tiempo, así que las exposiciones en el Museo de Las Américas les brindan un sabor general de nuestra historia. Entre el público general, destacan los integrantes de la tercera edad que aprovechan las exposiciones y los talleres al máximo y para quienes la transportación es lo más difícil de acceder y la audiencia cautiva conformada por los vecinos del Viejo San Juan, desde La Perla hasta La Puntilla y más.

El éxito al atender comunidades, revela, es mantener relaciones saludables con sus líderes. "Desde Cantera hasta Puerta de Tierra, incluyendo las de acá más cercanas a nosotros, habíamos hecho con ellas talleres gratis y cositas, pero ya llevamos dos años trabajando directa y formalmente con esas comunidades. Los llamamos, 'tenemos esto', y vienen", cuenta como quien cumple una tarea importante en su lista.

HUELLA DE COLORES

Con los vecinos de La Perla el Museo todavía califica su relación como nueva. Si bajas las escaleras que llevan a la comunidad frente al Museo de San Juan, podrás identificar una plaza pequeña con un inmenso almendro y, frente a ella, un mural logrado por David Zayas recoge el espíritu de la comunidad. El mural es protagonizado por una mujer recostada en una yola en cuya falda blanca alberga las casitas de colores características del lugar. El mural es una huella visible y colorida del joven lazo con la institución.

"Llevamos poco tiempo haciendo proyectos juntos. Ellos primero nos tienen que aceptar, ellos tienen otros problemas y preocupaciones que ir a un museo. Teníamos que llevarlos de la mano y dejarles saber que podíamos ayudarlos con muchas cosas. Contactamos personas que tienen un lugar que lo han convertido en un centro cultural allí y David Zayas nos hizo un mural como parte de su exhibición de murales urbanos en el Museo que también fue un éxito".

Mara Rodríguez mantiene el enlace con la comunidad, puesto que tienen planes de continuar impactando artísticamente, con distintos eventos, la placita frente al mural.

"Les presentamos el plan para que se integren, les tiene que interesar, porque imagínate tú que lleguen a tu casa y te digan cómo tienes que hacer las cosas. Tienen que aportar y en ese proceso vamos de la mano. Ellos vienen al museo, no tanto como queremos, pero están viniendo. Ese plan sigue y espero que rinda frutos en este semestre", indica.

También, trabajan con comunidades de confinados, tanto jóvenes como adultos.

"Prefiero que los jóvenes vengan acá", indica Vilella y recuerda el primer encuentro con ese grupo, "les dimos talleres de arte. Ninguno había pisado un museo en su vida y dos de ellos nunca habían venido al Viejo San Juan. Han venido de todas las instituciones juveniles. En esa primera experiencia pidieron verme y uno me dio la mano y me dijo 'gracias, salgo en dos meses y voy a volver'. Uno dice, al menos le estamos enseñando otro mundo, que hay otra vida. Agarrar un lápiz y un pincel para sacar tus frustraciones en vez de usar un arma o darle una paliza a otra persona es un descubrimiento importante para ellos".

Ocho personas integran el área administrativa del museo, incluyendo mantenimiento y montaje, y cerca de 15 trabajan a tiempo parcial como guías de exhibiciones. "Aquí todos hacemos de todo y eso es bueno, todos estamos integrados en el trabajo del museo y sabemos el valor que tiene. Aunque tenemos responsabilidades, no estamos encapsulados en ellas; además, tenemos muchos colaboradores que nos ayudan hacer el trabajo. Hemos aumentado las visitas increíblemente, el año pasado llegamos a 42 mil que para nosotros es muchísimo".

Vilella, quien estudió Historia del Arte en la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez y una maestría en Estudios Latinoamericanos con concentración en Museología en la Universidad de Nueva York, está consciente de que el trabajo de preservación es vital para la larga vida de las colecciones permanentes que poseen.

"Tenemos dos limitaciones grandes: el clima, ya que vivimos en el trópico, y que estamos en un edificio antiguo. El reto de la humedad y los hongos es bien difícil y el problema de comején en el Viejo San Juan es tremendo. No tenemos laboratorio de conservación, así que contratamos el recurso del exterior para la pieza que lo necesite. Pero con los recursos que tenemos le damos buen mantenimiento a las piezas".

Para celebrar en grande su 25 aniversario en el 2017, el Museo de Las Américas ya organiza una exhibición sobre la historia de la salsa en Puerto Rico y su importancia para nuestro pueblo. "Seguimos buscando, inventando, creando", cuenta inspirada.

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