“Los temas de cada congreso se seleccionan por consenso de las academias. El tema que se trabajará en Puerto Rico tiene como centro la creatividad poética, entendiendo el poema como la expresión de creatividad máxima. Por eso, el programa tiene en un homenaje a la poesía de Rubén Darío, de Pedro Salinas, de Juan Ramón Jiménez y de nuestro Luis Palés Matos”, explica José Luis Vega, autor y director de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española que junto a la Asociación de Academias de la Lengua Española figura como una de las organizadoras del evento. 

Vega destaca que de los seis congresos celebrados anteriormente, “este tiene el tema más sugerente por sus posibilidades de discusión y cómo se abre a la gente desde las artes hasta las ciencias”. 

También, Vega resalta que la creatividad “irradia en todas direcciones”, por lo que, se examinará el modo en que se ha pareado junto al español para impulsar piezas de literatura, música, cine y artes plásticas. 

Que casi 500 millones de habitantes alrededor del mundo puedan entenderse en español “una lengua tan expansiva”, a juicio de Vega se debe a que mantiene ciertos códigos unitarios -como la ortografía y la gramática- y, al mismo tiempo, convive y abraza los modos en que cada zona la maneja.

“La forma en que cada región habla el español es creatividad”, puntualiza Vega y agrega que “la creatividad está en la diversidad”.

“El hecho de que una lengua con tantos sonidos como el español tenga un código ortográfico relativamente sencillo es un elemento importante porque garantiza su permanencia y utilidad. Las riquezas dialectales son gasolina para la creatividad: las ocurrencias, los modismos de pueblo, esas expresiones son ejemplo de una creatividad infinita”, subraya Vega.

“El hecho de que la batata puertorriqueña en Cuba es boniato y la parcha nuestra es maracuyá en Suramérica enriquece el idioma”, apunta, por otra parte, el autor y artista Antonio Martorell.

Consciente de que aprovechar esa diversidad es el detonante de nuevas creaciones, Martorell señala que “no creo sea casualidad que en nuestro idioma saber signifique tanto conocimiento como gusto”.  

“Si uno tiene buen oído y lengua suelta se aprovecha de lo que venga”, anticipa el artista entre risas.

Vega, por su parte, identifica como una de las raíces de esta creatividad, asociada al español, a su contacto “con otras lenguas como el árabe, el francés, el inglés y las indígenas”.

“El español ha tenido la capacidad de asimilar dentro de la estructura gramatical esos préstamos de otras lenguas y normalizarlos; lo ha hecho a través de los siglos. Adaptarlos ha sido su fortaleza”, insiste Vega.

Traductor de emociones

Los poetas, los científicos, los novelistas, los dramaturgos y los cineastas, entre otros creadores, cuyo trabajo será resaltado en el CILE 2016, han usado el idioma español como traductor de emociones.

“Más que un filtro, es un abono indispensable para que crezca el pensamiento, la imagen y la palabra”, señala Martorell, “el idioma me sirve estupendamente, tanto como la imagen, para manifestarme; al menos vivo de esa ilusión. De hecho, confieso que me siento con muchos menos filtros cuando me expreso en palabras que cuando lo hago en imágenes porque hay menos mediatización”. 

Compara que si bien se formó “con unas estrictas disciplinas que me comunicaron mis maestros en las artes visuales”, en la escritura crea con mayor libertad.

“Como todos los que alguna vez escribimos”, propone Martorell, “nuestros maestros son todo lo que hemos leído, escuchado y lo que hemos visto y sentido; en algún momento eso se traduce en palabras. Mi lenguaje paterno, materno, de tíos, abuelos y todo lo que venga antes y después ha sido el español. Vivo, siento, padezco y celebro en español”.

CILE considera que es hora de celebrarlo.

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