"La verdad es que el proceso creativo no necesariamente es uno lineal o analítico de decir 'por aquí es que voy'. Es algo que va sumando cosas que uno va llevando desde siempre. Un eje en el trabajo mío han sido los azules y el mar como un espacio lleno de posibilidades", afirma la egresada de University of the Arts y de Pennsylvania Academy of the Fine Arts en Filadelfia, Pensilvania, así como de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras.

No solo los colores seducen su vista, sino que traen de vuelta memorias. Sus padres tenían una casa de playa en Dorado y la naturaleza siempre estuvo presente. Es fácil, entonces, amar el mar y todos sus tonos.

"Ese gusto se lo adjudico a esas distintas tonalidades de mar y cielo juntas, esos cambios en el agua de acuerdo a las profundidades. Pero no es solo el color sino experiencias vividas -como bañarnos en el agua al atardecer- lo que también fue una parte importante en nuestras vidas", propone.

Dávila revisa el camino que ha seguido su inspiración, manifestada en trabajos previos exhibidos.

"Viajeros todos es la suma de muchas cosas. Por ejemplo, por un tiempo trabajé abstractamente el concepto de los puentes, luego la sensación de los reflejos en el agua y a eso le sumamos que para el 2007 empezó a salir levemente la embarcación en las piezas. Eventualmente sale el rostro en el 2012", narra la artista con taller en Guaynabo.

Por eso le parece justo afirmar que "gráficamente, este viajero es un cúmulo de lo que ha salido poco a poco en mi quehacer artístico".

"Todo eso se casa con la parte conceptual", añade Dávila, "no solo el físico sino además el espiritual: de dónde somos, por qué estamos aquí, si hay vida después de la muerte, si hay guías espirituales, si el universo nos ayuda. Toda esa parte socio espiritual se junta con la imagen gráfica y se trata, entonces, de esta travesía por la vida; la gente con que coincidimos, nuestras metas, todo lo que conlleva este encuentro en este espacio".

Entonces todos somos viajeros.

PINTAR EL BARRO

El concepto del viajero surgió con dos piezas que Dávila trabajó en el 2014 para una colectiva que tuvo lugar en la Universidad del Turabo.

"El resto las hice con miras a exhibir y se dio en SalaFAR", un espacio del cual a la artista le halaga "su tránsito de gente tan diversa, lo que lo hace más rico".

"Para eso está el arte, para que lo disfrute todo el mundo y no todos tienen tiempo e interés de ir a galerías y museos. En SalaFAR puedes refrescar mente, espíritu y ojos de quienes transitan por la sala, eso la hace más relevante, efectiva e importante para uno porque quieres llegar a esas personas".

En Viajeros todos primordialmente predomina el barro entre los materiales utilizados. "Una vez ha sido horneado se llama cerámica. Uso el barro como medio escultórico, empiezo usando concreto en la escultura y luego el barro", menciona Dávila quien presentó la muestra Aguas en la Trienal de Santo Domingo, en República Dominicana, y Solo en barro, en el Museo de Arte de Bayamón.

Este material, a su juicio, es afín con sus intereses. Dávila se inició en el arte con la pintura, de modo que en estos trabajos combina ambas disciplinas que tanto le atraen.

"En una misma pieza puedo hacer las dos cosas", dice complacida, "porque la superficie de las esculturas se pintan con esmaltes y químicos".

Ese proceso lo define como "mágico". Dávila prepara ella misma los tonos que usa con una mezcla de barro con colorantes, minerales o metales como el cobalto, el hierro o el cobre.

"Esos polvos los encuentras en la tabla periódica, es pura química", indica quien fue alumna de Bernardo Hogan, entre otros maestros que le enseñaron a crear color.

"El proceso es mágico en el sentido de que cuando estás pintando tú no estás viendo realmente el color que sale al final; la experiencia y el tiempo te llevan a saber qué sale. Siempre hay un momento de sorpresa. El color está a merced del fuego, puede cambiar dependiendo de cuántas piezas haya en el horno o dónde las pusiste; todos los cambios son drásticos y las piezas muchas veces son quemadas más de una vez. Esa magia, esa intriga y esa sorpresa de saber que todo haya salido bien o qué más se puede hacer 'lo aclaro, lo oscurezco' es una conversación", detalla.

Crear desgasta, pero también encanta. "Por un lado sí es agotador física y mentalmente porque uno tiene que cargar las piezas, amasar el barro, yo uso el método de plancha para estirarlo. Pero a la misma vez el proceso te llena de energía, porque estás haciendo un trabajo que te gusta; uno no siente dolor hasta que llega a la casa", confiesa entre risas.

Viajeros todos bien funciona como narrador de lo que ha sido hasta ahora su carrera. "Entiendo que sí porque nada se da separado de las experiencias vividas anteriormente. En retrospectiva hoy puedo pararme y ver cómo todo se fue hilando, aunque en el proceso tú no te das cuenta. De aquí seguirá hilándose a otro espacio. Hay que ver el camino que sigue".

Si el agua continúa a la vista, mucho le queda por navegar.

SalaFAR abre de lunes a viernes en horario de 8:00 a.m. a 5:00 p.m.  Para más información, llame al (787) 763-3530, o visite fundacionangelramos.org.

 

Fotos: Juan Carlos Álvarez Lara

 

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