“Es una conversación con mi ser y una eterna búsqueda de quién soy yo y dónde me encuentro en este mundo, en este momento de mi vida. Yo pinto o creo lo que siento. Sí, mi obra es para observar, pero también para sentirla”, propone Arsuaga, egresada de la Universidad del Sagrado Corazón en Santurce y del neoyorquino Instituto Pratt.

Esa plática con su interior por momentos es un proceso divertido, aunque a veces también puede ser angustiante. “Es ambas cosas. Al ser una meditación y un encuentro conmigo misma es un proceso que a veces, es doloroso pero también es gratificante porque yo salgo más fuerte a raíz de mi producción artística. Hay un crecimiento espiritual, hay un encuentro conmigo para entender cosas que de otra manera no las entendería. Es una creación muy corporal porque mi cuerpo es la herramienta y tengo diferentes maneras de expresarme”, revela la artista que además ha trabajado la escultura en barro, el grabado y el baile.

“Por eso digo que mi obra es muy personal porque es a través de ella que yo me conozco, que yo crezco y entiendo lo que siento; no es hasta que termino y evalúo mi obra que entiendo dónde estoy. A través de mis creaciones artísticas he podido encontrarme, crecer, ser mejor madre y artista”, señala Arsuaga quien al momento se desempeña como artista residente y curadora de exhibiciones en el Ritz Carlton Reserve en Dorado Beach, complejo turístico situado en Dorado.

Realizados en acrílico y medio mixto, los lienzos son testimonios de la evolución espiritual de su creadora y cada uno inspiró un texto que lo acompaña. Este es uno de ellos:

Solo brilla el alma que se deja ser.

Solo renace el espíritu que valiente es,

amando su vida,

brillando por siempre, alza sus alas a fuerza de ser en silencio,

echa el alma a volar.

“Es un proceso dual donde escribo y pinto, uno va a la par con el otro y no puede existir sin el otro. Todas mis obras siempre han tenido un escrito que voy escribiendo en la medida en que voy creando. Mi obra es una meditación; no trabajo con una obra preconcebida, voy trabajando en el momento con lo que voy sintiendo y voy dejando que lo que hay en el canvas me vaya hablando. En ese proceso voy observando y la misma pieza me va guiando hasta que la llevo al punto que quiero”, cuenta la creadora.

ESPEJO DE EMOCIONES

En el silencio del alma, Ando o vuelo, Diosa de mí, Libre, A fuerza de ser y Alas al viento son las seis obras que Arsuaga muestra en esta exposición. La artista resume el significado de sus imágenes abstractas como relatos de diversos momentos de su vida que marcan un crecimiento espiritual.

“Mis obras son un espejo de mi ser, de mi alma, de mi esencia. Tiene que ver con cómo las experiencias de la vida impactan, quedan plasmadas en el alma y día tras día uno las lleva con uno. Es cómo tu experiencia con otros seres te moldean hasta convertirte en lo que uno es hoy”, afirma la creadora.

Arsuaga está convencida de que “todos estamos destinados a ser la mejor versión de lo que podemos ser” e igualmente cree que “todos somos dioses creadores porque tenemos un Dios dentro”. “Parte de lo que necesito es darme fortaleza y amor propio para llegar a ser esa gran persona que Dios quiere para mí. No puedo pretender llevar un mensaje pero sin querer ocurre y no es solo para mí si no también para mis hijas Sara y Paula; que también ellas entiendan lo que pueden llegar a ser”, dice entusiasmada.

“Mi obra no existe sola, existe por las experiencias con las personas a mi alrededor: las que quiero y con las que he tenido experiencias buenas y malas, no importa.Viene siendo algo tan personal y espiritual que para mí es un regalo poder compartirlo”.

Cuatro de las seis obras de Alzada en vuelo fueron creadas específicamente para esta muestra en SalaFAR, mientras que las restantes dos fueron culminadas meses previos a la invitación a exponer.

“No hay satisfacción mayor que poder compartir mi obra con las personas que yo quiero y con las que no me conocen. Mi obra no existe sola, existe por las experiencias con las personas a mi alrededor: las que quiero y con las que he tenido experiencias buenas y malas, no importa. Viene siendo algo tan personal y espiritual que para mí es un regalo poder compartirlo”, menciona Arsuaga sobre las obras que a diario son apreciadas por decenas de personas que atraviesan el espacio expositivo donde cuelgan, ubicado en el vestíbulo de la sede de la fundación en Hato Rey.

“Siempre pasa que, sin querer, las personas se sienten identificadas y reciben algo positivo de mi trabajo. Pues qué mejor que eso. Si puedo recordarle a alguien que somos grandes, que tenemos un valor intrínseco y que podemos ser la mejor versión de nuestras vidas porque hay un dios en ti y en mí, pues voy a hacerlo”, culmina la artista.  

SalaFAR puede ser visitada de forma gratuita por visitantes de todas las edades. La sala abre de lunes a viernes en horario de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. Para más información, llame al 787-763-3530.

 Fotos Juan Carlos Álvarez Lara

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