En estos “cartapacios” imaginarios, el artista recrea los rostros, las figuras y las abstracciones que trabajó durante el pasado. Además, integra nuevos conceptos y “detalles”  a las composiciones y sus texturas. La novedad en  las piezas queda plasmada a través de grandes brochazos que, según el artista, transforman el ritmo de sus obras. Para el pintor, los brochazos son ese toque que necesitaba para “darle vida propia a los detalles”.

Cada obra esconde detrás de sí  sentimientos y emociones que no se ven a simple vista y que no se pueden explicar. “Como artista, entiendo lo que hay dentro de las piezas. Hay leyes ocultas, hay balance y hay fuerzas que se pelean las unas con las otras”, compartió. Es por eso que para el pintor, en ocasiones, lo que no se puede verbalizar va haciendo del proceso de creación uno que habla desde otro escenario, como la mente y el constante bombardeo de emociones, lo que define como ‘un choque de pensamiento, un choque mental’”. El artista señala que, muchas veces es en el choque entre la realidad y la imaginación que se crean los detalles que hacen falta.

Velázquez inició su trayectoria artística en 1971 como dibujante en blanco y negro. Años más tarde, decidió incorporar el color a sus piezas y adoptar la pintura como nueva vía de expresión. Por décadas, su trabajo se ha visto marcado por posturas estéticas como el surrealismo, la abstracción y el realismo, siendo las formas y los paisajes indefinidos los elementos que predominan en su obra. 

Sobre Archivo imaginario, el artista explica que las imágenes de cada pieza en la colección  están “en cierto punto indefinidas en un plano de abstracción”.

“Se tiene una idea, se tiene una intención pero no están totalmente claras como si vieras una foto. Para llegar a esto, se propone una idea pero cuando comienzas a trabajar comienzan a surgir cambios y esos cambios  o se desarrollan o se descartan o a veces son el mismo camino para llegar a donde uno quería llegar”, detalla.

Durante los pasados seis meses, Velázquez estuvo ideando en su taller y pintando las piezas. Entre los círculos, figuras, rostros, cilindros y ondas, que están presentes en las obras en tonos pasteles, el artista pretende establecer una comunicación directa con el espectador.  Para él, las ondas por ejemplo, además de ser un hilo conductor para hilvanar la pintura, estas se convierten en ese vínculo que le permite identificar en su mente las ideas, los pensamientos y, a su vez, crear una atmósfera en la que el artista y el público se unan en un solo sentido, aun cuando el juicio del espectador este dirigido hacia una dirección. Según el artista, los movimientos de los pinceles, también, tratan de buscar nuevas formas de comunicar. 

“Lo principal es que el espectador trate de hallar una comunicación directa, que no sea que mire y no encuentre nada y se pregunte ‘qué habrá querido decir el artista’. Para mí, mientras más directa es esa comunicación, más efectiva es. En algún momento del camino, el que observa la obra se encuentra con lo que el artista quería proyectar”.

Cuando Velázquez siente que su trabajo está estancado, va incluyendo otros materiales a sus obras. Esto significa que las técnicas dominadas por el pintor se van desarrollando y, por su parte, esto le permite sumergirse “proceso continuo de exploración”. “Uno no se queda fijo, se incorporan nuevos materiales, nuevos tratamientos. Este trabajo es como si fuera una pintura de la pintura misma”.

El arte, al igual que los pensamientos y los juegos mentales, hacen que una idea al momento de materializarse tome rumbos opuestos. Desde que Velázquez comenzó a pintar, explica que la composición de una pieza, en ocasiones, lo obliga a irse por otras áreas, lo que describe como una “atracción dinámica que te lleva por otras formas”.

El artista lleva más de 40 años de carrera y ha presentado sus obras en numerosas salas en Puerto Rico, Estados Unidos, América Latina y algunas ciudades europeas. Al momento, Velázquez asegura que seguirá disfrutando de la comunicación directa que logra con el público mediante la pintura y que continuará utilizando la fuerza de su mente y su imaginación para crear piezas nuevas. Dice que, hasta ahora no quiere experimentar “algo digital”.

De la misma manera en que la imaginación y las ideas llegan a su mente, así se van... y es que a su pintura la dominan fuerzas cósmicas de tal profundidad que estas se alejan de repente, como un pensamiento fugaz.


Fotos: Welmo E. Romero Joseph

 

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