“Mi propósito principal al presentar mis piezas en SalaFAR es que el público comprenda que con la caligrafía se logran obras de arte, va más allá de hacer diplomas, invitaciones y sobres”, afirma.

 

Hace tiempo la caligrafía abandonó los papeles y hoy se utiliza en superficies variadas. Piense un momento en camisetas y bolsos con mensajes, en cristales o paredes con frases, en lienzos enmarcados y comprobará que los diplomas y tarjetas fueron por mucho tiempo camisas de fuerza para un arte que bien se lleva con otras superficies.

“Se puede hacer casi cualquier cosa con caligrafía y más hoy día que se combina con el arte digital. Pero todavía, la caligrafía sigue siendo a mano”, declaró.

“La caligrafía es pura práctica y puedes trabajarla donde sea: en tela, en papel, en madera, en la pared, en el piso”.

Fascinada con la clase de Caligrafía que tomó en sus años escolares, Feliciano se enamoró más de ésta cuando su profesor en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, el artista Carlos Marichal, les asignó comprar una plumilla. El romance con el trazo siguió creciendo y cuando en la década del 80 tomó un taller en la Liga de Arte de San Juan, decidió que ya no sería solo un pasatiempo. Guillermo Rodríguez Benítez, que en ese tiempo estaba considerado unos de los cinco mejores calígrafos del mundo, fue su maestro hasta el 1989 en dicha institución sanjuanera. Formó parte de un selecto grupo de doce alumnos.

Luego Feliciano se convirtió en profesora de Caligrafía en la Universidad del Sagrado Corazón. En la Isla trabajó la caligrafía de los pergaminos entregados a cuatro Premios Nobel que nos visitaron: Oscar Arias, Desmond Tutu, Jody Williams y Mario Vargas Llosa.

“La caligrafía es pura práctica y puedes trabajarla donde sea: en tela, en papel, en madera, en la pared, en el piso. Hay un vídeo en Internet de un calígrafo en Moscú haciendo letras sobre hielo con una tarjeta de crédito; cualquier superficie puede perecer. ¡Nos tienen que coger miedo!”, cuenta entre risas la calígrafa.

Sin embargo, Feliciano lamenta que quienes se interesen por dicho arte tengan poca paciencia, virtud fundamental para desarrollar estilo y dominar técnicas.

“No puedes desesperarte. Tienes que pensar que estás empezando a escribir, hay que seguir unos ejercicios y unas reglas y solo después que dominas eso puedes llegar a donde sea. Esto no es tan fácil”, puntualizó.

 

EL ORIGEN DE LA LETRA

Para “Mi vida en letras”, Feliciano seleccionó piezas trabajadas con tinta, acuarela opaca o acrílico.  Con entusiasmo adelanta que un tejido incluido en la muestra presenta palabras “de mi querido amigo Ángel Darío Carreras”, dice sobre el fenecido sacerdote y poeta boricua, y otra pieza incluye versos de Rudyard Kipling. De igual modo, la audiencia reconocerá frases y citas populares en nuestra cultura, entre otras propuestas.

“Además presento el desarrollo de seis alfabetos: el romano, el rústico, el uncial, el semiuncial, el carolingio y el gótico. Incluimos también una vitrina con plumas de ganso, de metal, un cortaplumas, tinta de barra y distintos papeles. La idea es que los asistentes entiendan cómo se hace un alfabeto”, mencionó la artista.

Varios talleres y demostraciones con Feliciano están en agenda para el disfrute del público.

“Espero que las personas que pasan por la sala se den cuenta de que, si se fijan, esas piezas que ven ahí es caligrafía y no están montadas como un diploma”, destacó.

“Mi vida en letras” continuará abierta al público hasta el 24 de marzo.

El acceso a SalaFAR es gratuito para visitantes de todas las edades. La galería abre de lunes a viernes en horario de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. Para más información, llame al (787) 763-3530.


 

Fotos y vídeo: Juan Carlos Álvarez Lara

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