Miércoles, 06 Marzo 2019 15:15

PROYECTO ENLACE: Programa de Prevención de Violencia

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La violencia familiar, callejera, de género o ambiental se convierte en tema de conversación en los talleres previos a las clínicas deportivas que se ofrecen en el Caño Martín Peña.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé


Recursos del Programa de Prevención de Violencia, desde la izquierda, Juleyska Vázquez Cardona, Vanessa Uriarte Centeno,
Marangely Torres Morales y Lymaris de Jesús. Foto / Javier del Valle

Nada cambiaba y todo pesaba; las secuelas climáticas de contar como vecino con un Caño Martín Peña sin dragar, la falta de oportunidades, el ocio destructivo y la violencia que este provoca. En medio de la desazón surgió la pregunta: “¿Y nosotros qué podemos hacer?”.

De las ideas que nacieron para responder a esta interrogante, nacieron varias iniciativas dirigidas a prevenir violencia familiar, de género, institucional, callejera y hasta ambiental, las cuales impactan niños y jóvenes residentes de las comunidades Barrio Obrero Marina, Barrio Obrero San Ciprián, Parada 27, Las Monjas, Cantera, Buena Vista Hato Rey, Israel Bitumul y Buena Vista Santurce.


Cerca de 250 niños y jóvenes residentes en las comunidades aledañas
al Caño Martín Peña aprovechan los ofrecimientos del Programa de
Prevención de Violencia que ofrece el Proyecto ENLACE.
Foto / Javier del Valle

“La idea siempre es reforzarles que se conviertan en protagonistas de la situación y que, cuando llegue el momento, los proyectos los sigan ellos”, describe Lymaris de Jesús Piñeiro, coordinadora de los programas de prevención del Proyecto ENLACE, organización adscrita al Fideicomiso del Caño Martín Peña.



El Programa de Prevención de Violencia es uno de ellos, posibilitado por la alianza con los residentes de las comunidades, sus líderes agrupados bajo la organización denominada G8, el Proyecto ENLACE y el Municipio de San Juan.

“Los programas de violencia del Caño Martin Peña son una iniciativa que surge con el interés de trabajar esta temática en los niños y jóvenes de nuestras comunidades. Impactamos sobre 200 a 250 niños de las comunidades aledañas al Caño Martín Peña y es un programa integral, holístico. En el mismo se trabaja que esos jóvenes vayan después de las clases a las diferentes canchas y espacios comunitarios y allá se le imparte lo que es la asistencia educativa. Así que están primero recibiendo un apoyo, una asistencia educativa en lo que tiene que ver con las tareas escolares, y luego pasan a las clínicas deportivas”, explica de Jesús sobre el programa instaurado hace poco más de trece años. De Jesús va un poco más atrás en la historia a los inicios del Fideicomiso del Caño Martín Peña, cuando el dragado y atajar la violencia dominaban las discusiones en el Programa de Participación Ciudadana. Sin embargo, como notaban que los jóvenes no se involucraban en las discusiones acerca de temas cruciales para la comunidad, decidieron atraerlos y desarrollar cualidades de liderato en ellos. El deporte se convirtió en un imán.

En el Programa de Prevención de Violencia se trabajan tres deportes por temporadas, con equipos de ambos sexos, en las categorías 8 a 10 años, 11 a 13 y 14 a 16. Baloncesto se practica de abril a junio y cuenta con 23 equipos para el torneo “Basket Comunitario”, que fue la primera propuesta y nació en el 2005. “Kileando la violencia machista” es el nombre que los participantes escogieron para el torneo de volibol que tiene 27 equipos y transcurre de agosto a noviembre. “Balonmano Comunitario” tiene 23 equipos y tiene lugar entre los meses de enero a marzo.


La práctica deportiva es precedida por una sesión de asistencia académica
en la que se revisan tareas escolares. Foto / Javier del Valle

Previo a las prácticas, y por dos horas, ocurre la asistencia educativa en la que se revisan tareas y conceptos académicos. Son requisito para luego disfrutar de las prácticas deportivas que en promedio duran dos horas más. En la mayoría de los casos, un entrenador deportivo es provisto por el Municipio de San Juan.

Antes de cada torneo, los jóvenes reciben un taller sobre distintos temas relacionados a la prevención de la violencia. En la temporada de baloncesto se aborda la violencia de país que abarca desde la criminalidad hasta la violencia institucional; en la de volibol se estudia la violencia de género -tanto hacia mujeres como hacia hombres- y el acoso callejero; en el ciclo de balonmano se refuerza la participación ciudadana. Los talleres son brindados estudiantes de Trabajo Social de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, entre otros.

“Trabajamos tres componentes: el educativo, el deportivo y, muy importante, el de prevención de violencia, que fue por el que se originó”, explica de Jesús.

“La manera en que nosotros podemos medir esa efectividad es justamente así”, añade, de otra parte, de Jesús, “viendo la evolución de esos participantes desde que están en edades tempranas a lo que tiene que ver ya con su ejercicio dentro de las comunidades. De igual forma hacemos, pre y post prueba en cada uno de los torneos y lo que tiene que ver con la asistencia educativa, para ver si de alguna manera estamos impactando positivamente a estos jóvenes”.

La rueda sigue girando y, en muchas ocasiones, niños y jóvenes que crecieron bajo los programas se convierten en técnicos deportivos, asistentes educativos y en talleristas.

¿Y SI NO SON DEPORTISTAS?


Lymaris de Jesús, coordinadora del programa de Prevención de Violencia,
exhorta a otras comunidades a pensar que "el cambio es real, es posible".
Foto / Javier del Valle

Los líderes del futuro no solo son atraídos por el deporte en los acercamientos preventivos del Proyecto ENLACE. El programa Líderes Jóvenes en Acción (LIJAC) y Líderes Jóvenes en Acción Profesionales (LIJAC Pro), que reúne jóvenes desde los 11 años hasta universitarios, trabaja distintos temas vinculados al empoderamiento comunitario, social y personal. Se reúnen los viernes en la tarde en la sede santurcina del Proyecto ENLACE.

Marangely Torres Morales, residente de Parada 27, es una veterana de LIJAC Pro y explica que en las reuniones desarrollan distintos aspectos de justicia social, violencia o pensamiento crítico. “Yo no sabía nada de mi comunidad”, reconoce la joven vivaracha sobre su vida antes de integrar el programa de liderato.

Ahora no solo ha crecido como líder brindando talleres en las comunidades sino que se esmera en contagiar a otros con su espíritu curioso. “Los impacta porque ya te conocen y ellos dicen ‘diantre, Mara me va a dar un taller’ y eso los atrae un poco más”, cuenta en torno a la reacción de los jóvenes cuando un residente convertido en líder les brinda una charla.

“A otras comunidades que quieran hacer esto les recomiendo que no esperen por nadie. Lo primero sería actuar y las decisiones las tienen que tomar ellos. Tienen que apoderarse de su proceso”, invitó Torres.

“Esto es más cualitativo que otra cosa”, retoma el tema de la medición de Jesús, “hay un proyecto llamado “Valor y cambio” y había un grupo de jóvenes de aquí participando. El recurso me dijo ‘yo he estado en otras comunidades y, aunque estos nenes son bien calle, bien honestos y sinceros, se ve que hay un producto del trabajo que han hecho por la forma en que contestan la pregunta ‘qué tú valoras de tu comunidad’. Hablaron de este proceso de talleres que les damos. Le dije al recurso ‘qué bueno que me lo dices’ porque para nosotros es bien difícil verlo en el día a día; nosotros estamos compitiendo con un montón de factores familiares y comunitarios y si no es por relatos así no tienes idea del impacto”

EL AMBIENTE DICE PRESENTE

Vanessa Uriarte Centeno y Juleyska Vázquez Cardona trabajan el programa de Concienciación ambiental en la escuela superior Albert Einstein en Barrio Obrero, en la escuela elemental Emilio del Toro Cuebas en Las Monjas, y en la escuela intermedia Manuel Elzaburu y Vizcarrondo en Cantera.

En el nivel superior, se reúnen con estudiantes que pertenecen al “Club Edra” durante su hora de almuerzo. En el nivel elemental, los participantes de los talleres integran el grupo “Patrulleros del ambiente”. En los clubes se fomenta el respeto a la naturaleza que incluye protección y desarrollo máximo de ésta. Huertos escolares se convierten en un triunfo compartido al igual que participar en el mercado de la comunidad.

“A otras comunidades yo las invito a pensar que lograr cambios es posible, es real y que empiecen a trabajar con sus niños en edades tempranas”.

“Muchos de los nenes que están en los Edras están en otros proyectos comunitarios. Ahora mismo la mayoría son niñas y nosotras las llevamos al proceso de que ellas decidan, a ver cómo solucionan dificultades, cómo implementan soluciones y empiezan a negociar con la facultad y los directores para tener mas tiempo”, dice Uriarte.

Además, en las escuelas se han formado grupos denominados “Guardianes de prevención”, convirtiendo a sus integrantes en educadores pares en el tema de la violencia.

“Cada comunidad conoce sus problemáticas y saben qué medidas tomar”, resaltó Uriarte el conocimiento privilegiado y, en ocasiones, ignorado que posee cada zona.


Marangely Torres Morales, residente de Parada 27, empezó en el grupo
Líderes Jóvenes en Acción (LIJAC) durante su adolescencia y ya funge
como líder comunitaria activa. Foto / Javier del Valle

“A otras comunidades yo las invito a pensar que lograr cambios es posible, es real y que empiecen a trabajar con sus niños en edades tempranas”, finalizó de Jesús.

Más de una década llevan creyendo en el cambio estas comunidades, pero ya no solo sueñan, ahora protagonizan las transformaciones que quieren.

Fotos y vídeo: Javier del Valle

Read 802 times Last modified on Miércoles, 09 Octubre 2019 12:37
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