Viernes, 25 Mayo 2018 00:09

“Esta es mi segunda casa”

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Directivos de la organización AARP en Estados Unidos y Puerto Rico, acudieron al centro El Remanso en Bayamón para ver los alegres rostros de la resiliencia tras el paso del huracán María.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé


La periodista María Elena Salinas documentó la visita de las directoras de AARP Estados Unidos al Centro El Remanso. Foto / Javier del Valle

El merengue dominicano suena sabroso. Los bailadores lo sienten y con pasos firmes, pero lentos, dejan sus mesas y acuden a bailar al espacio que conocen como pista. Solos. En pareja. En grupos. Tocando instrumentos musicales. Asistidos por andadores. Como sea.

Así calientan motores los participantes del Centro El Remanso que a diario atiende adultos mayores de 60 años residentes en zonas cercanas a su sede en el sector Los Frailes en Bayamón. Visten sus mejores galas porque esperan visita: Jo Ann Jenkins, CEO de AARP y Lisa Marsh, presidenta de la Fundación AARP, vendrán acompañadas de José Acarón, director del capítulo boricua de dicha organización.


Hace 18 años que Sister Teresita Rivera realiza su misión de amor en
la dirección del centro. Foto / Javier del Valle

Ellos (AARP) desean conocerlos y ver de primera mano cómo se han repuesto luego del huracán María, especialmente el impacto de la ayuda económica brindada,  junto a la Fundación Ángel Ramos.

En el caso de la Fundación Ángel Ramos, esta colaboró con AARP Puerto Rico para apoyar diez centros de cuido para adultos mayores en el país. Con el donativo, en El Remanso pudieron restaurar parte del techo que se había deteriorado en algunas áreas de la estructura, especialmente en la terraza.

La Fundación AARP en los Estados Unidos desarrolló una exitosa campaña de recaudación de fondos para ayudar en la recuperación luego del paso de los huracanes Irma y María. Todos los fondos recaudados irían dirigidos a organizaciones que prestan servicios a adultos mayores vulnerables afectados por dichos huracanes.

Laura López Torres, directora ejecutiva de la Fundación Ángel Ramos, expresó que: “Para nosotros en la Fundación esta ha sido una experiencia extraordinaria de colaboración con AARP. Fuimos contactados por su director durante la emergencia porque la Fundación AARP deseaba otorgarnos un donativo, puesto que apoyamos a muchas organizaciones que atienden a la población de adultos mayores alrededor de la isla. Vimos esta oportunidad como una forma más de estrechar alianzas, por lo que nuestra Fundación también realizó una aportación creando un fondo conjunto para apoyar en los proyectos relacionados a la recuperación de estas diez organizaciones donatarias ”.


"Me siento feliz de poder ayudar a todos los que me necesitan",
dijo Dominga Martínez acompañada de José Acarón, director
de AARP Puerto Rico. Foto / Javier del Valle

La música continúa y llegan más personas con camisetas rojas que los identifican como relacionados a la misión de AARP. Traen equipo fotográfico y fílmico para documentar la visita. La estampa de los participantes bailando sin esperar a que lleguen los invitados especiales les complace. Empiezan a filmar y a sudar envueltos en la pegajosa humedad que anticipa un aguacero mañanero. La periodista hispana radicada en Estados Unidos, María Elena Salinas, portavoz de AARP, observa a los bailarines con una sonrisa.

Arriban los visitantes en una guagua turística. Los participantes regresan a las mesas y aplauden cuando los recién llegados entran al salón en el que están reunidos desde la mañana. Acompañadas de una traductora, Jenkins y Marsh se dirigen a ellos.

“Estamos tan emocionadas de estar aquí para ver cómo ustedes han sobrevivido, ver su resiliencia en llegar más lejos desde el azote del huracán María y experimentar cómo es ser mayor de 50, 60, 70, 80 y ser tan resiliente en Puerto Rico”, dijo Jenkins.

La premiaron con aplausos.


Las sesiones de manualidades es uno de los componentes terapéuticos
del centro. Foto / Javier del Valle

“Y este joven tiene 98 y es miembro de AARP”, dijo señalando a don Ángel, incansable bailarín. “Para mí es un placer ver todo lo que ustedes han hecho y han logrado, esta alegría que tienen, lo que la comunidad ha hecho para ir mejorando y poder ver cómo ustedes como comunidad se han unido, han estado trabajando juntos y lo que han logrado juntos”.

“Buenos días, estoy tan contenta de estar aquí”, saludó con energía Marsh. “Este es el mejor regalo para darme la bienvenida en su comunidad. Ustedes son una inspiración para mí, la fuerza de su comunidad es un modelo para todos en la importancia de las conexiones humanas, de vecinos ocupándose de vecinos para levantarse. Gracias, muchas gracias”.

Sister Teresa Rivera, quien hace 18 años dirige el centro, se convierte en maestra de ceremonias y pide que se acerquen tres participantes quienes entregarán un sencillo obsequio a las damas visitantes.

“No voy a hacer nada porque ustedes ensayaron así que háganlo bien”, advirtió Sister Teresa orgullosa de sus oradores seleccionados.

Julio Vázquez fue el primero en hablar. “Buenos días, soy participante de El Remanso, doy gracias AARP por el favor que nos han hecho y la ayuda que nos han dado. Tengo 10 años aquí y me siento como en mi casa. Venir aquí es mejor que estar en mi casa, porque allí lo que hago es ver televisión y dormir, y aquí juego domino y nos entretenemos mucho. Y le damos las gracias a la Sister Teresa que ha sido muy buena con nosotros, es como una madre para nosotros…”.


Jo Anne Jenkins, CEO de AARP, juega domino con los participantes del
Centro mientras que Lisa Marsch, presidenta de la Fundación AARP,
(con sombrero) observa la acción. Foto / Javier del Valle

“Tampoco así”, interrumpió el discurso la líder del centro arrancando carcajadas entre el público.

Gloria González continuó los testimonios. “Llevo 22 años aquí y esto para mi es una terapia, estoy feliz de estar aquí. Yo juego domino, bingo, bailo, canto y ayudo en las actividades; soy voluntaria”, dijo micrófono en mano para luego añadir en un aparte con Oenegé, “esta es mi segunda casa, mi hogar”.

Dominga Martínez fue la encargada de culminar los testimonios. Vivaracha, su intervención parecía ser muy esperada.

“Buenos días y bienvenidos, estoy encantada de tenerlos aquí, dándonos una mano. Gracias mis hermanos por esas ayudas que tanto necesitamos. Veintiún años voy a cumplir ahora en este lugar y estaré aquí hasta que Dios diga porque verdaderamente me siento feliz de poder ayudar a todos los que me necesitan; estoy para dar, para amar, ayudar. Yo no digo de mí, yo no necesito, pero pienso en la gente que no tiene casa, una camita, que cuando llueve se mojan, yo no puedo estar tranquila tengo que estar dando la mano a todo el que me necesite.

Jenkins tomó el micrófono tan pronto entendió las palabras de Martínez, según le fueron traducidas. “A nombre de Lisa y el mío, agradecemos tanto. En realidad, no necesitamos un regalo, la sonrisa de ustedes es más que suficiente”, aseguró.

SER FAMILIA


Don Miguel Varela estaba de punta en blanco puesto que ese día
celebraba su cumpleaños 95. Foto / Javier del Valle

El bolero y la música con letras románticas y nostálgicas se apoderan de la segunda parte de la visita. Marsh y Jenkins se fueron a conocer el centro y a compartir con sus participantes en juegos de domino y sesiones de manualidades.

Vestido con gabán y corbata, Miguel Varela recibe atenciones de todos. Cumple 95 años. “Llevo tiempo (aquí), sí me gusta, hay un buen servicio aquí para los ancianos”, nos dice en un aparte.

“Mira, yo tengo 98 voy pa’ los 99 ya”, añade, de otra parte, Delia Ortiz Ortega.

Alguien canta En mi Viejo San Juan en un karaoke. Sister Teresa observa y sonríe.

“Esto para ellos es un lugar donde salen de su casa, los van a buscar a su casa todos los días, y hay actividades diferentes no es (venir aquí) a aburrirse. Yo les digo ‘yo no quiero aquí nadie que no participe porque para eso le mando la comida a su casa’. Aquí vienen a bailar, tienen manualidades, diferentes actividades de reconocimiento, ejercicio, terapia musical, se van al gazebo y cantan; aquí nadie puede estar sin hacer nada”, puntualiza la religiosa.

De lunes a viernes, a las siete de la mañana parten las guaguas del Centro El Remanso a recoger los participantes en comunidades como Bayamón Gardens, Sierra Bayamón y Barrio Piñas, entre otras. A diario reciben entre 65 y 70 personas. A partir de las 12:30 del mediodía comienza el viaje de regreso a sus hogares “porque no tenemos dinero para extenderlo más tiempo por los choferes”.


¡El alma de la fiesta! Don Ángel ya tiene 98 años. Foto / Javier del Valle

“Esta es la vida de ellos”, dice Sister Teresita confirmando con una mirada que los participantes están activos.

Describe su misión como “hacer lo que el Señor quiere que yo haga en este momento”. “Es algo bien necesario, la población de envejecientes es la que va en crecimiento cada día, son más los que están solitos en su casa. Cuando el huracán no les permitía venir porque no había carreteras disponibles para traerlos, íbamos a sus casas a llevarles comida y agua y preguntaban ‘¿cuándo abre el centro?’. Cuando vinieron aquí eso fue abrazos y cánticos, como una fiesta. Empezaron unos 45 a llegar y al otro día más y más hasta que llegaron todos. Ya soy mayor como ellos por eso conozco sus dificultades”, confiesa la hermana Teresita.

“Esta es una misión de amor”, dice por otro lado José Acarón, director de AARP-Puerto Rico. “A través de la Fundación AARP que ha dado fondos para apoyar a Puerto Rico en la respuesta y la recuperación hemos trabajado con fundaciones como Ángel Ramos o Foundation for Puerto Rico y hemos hecho el trabajo necesario para que Sister Teresita y otras organizaciones puedan seguir esa labor de amor con su gente, que sigan desarrollándose con una vida activa, que tengan felicidad y no se sientan aislados en sus casas”.

Acarón agregó que en los rostros de los participantes está “el valor de nuestra cultura, de nuestro país”. “Ahí está la riqueza de nuestro país en nuestra gente mayor. A través de organizaciones como esta mantenemos esa cultura y los valores de nuestro país vivos”, insiste Acarón.


El Centro El Remanso recibe a diario cerca de 70 personas mayores de
60 años de zonas vecinas a su sede en Bayamón. Opera hasta mediodía.
Foto / Javier del Valle

Ahora sí que se formó la fiesta. Un grupo de pleneros sorprende a los participantes con la fuerza de sus voces y de sus panderos. Al principio, los envejecientes toman el control de repertorio y entonan el coro: “¿Qué te parece Cholito?” y luego ‘temporal, temporal, allá viene el temporal”. Luego, solo bailan las piezas que interpreta el grupo.

Personal del centro disfruta con la alegría de los participantes. “Pienso que la labor que estamos haciendo es buena porque ellos están contentos”, opina la enfermera Luz Rivera mientras que la líder recreativa Yesenia Ríos asegura que “es importante que vengan todos los días porque se distraen y pasan un momento agradable diariamente”.

“Ellos son personas que viven solas, el centro es importante porque les da alegría, los llena, socializan con otros. Esas cuatro horas son importantes”, agrega Elsie Díaz.

Belaingelí López, quien funge como trabajadora social, destaca la importancia de la socialización en esta edad. “No solo es terapéutico para ellos, sino también para nosotros ver la alegría de ellos, la sonrisa, el ánimo”, dice López y agrega que además manejan etapas del duelo, vivencias tan frecuentes en la época.

“Tratamos de incentivarlos a que asistan (al centro) en esos momentos de tristeza. Trabajamos los duelos y las pérdidas con actividades recreativas, de estimulación cognitiva, con diferentes tipos de actividades. Tenemos un programa recreativo, una maestra de manualidades, los martes tenemos una Sala de Bienestar, que es un programa de estimulación cognitiva con nuestra enfermera. Somos pocas, pero nos unimos todas para hacer estas actividades que son las que recomiendan los neurólogos para este tipo de centro”, declara la trabajadora social.

“Ellos son una familia”, asegura satisfecha Díaz. “Cuando llega el fin de semana no les gusta y si tiene feriado no les gusta tampoco porque el lunes ya quieren regresar”.

Lo que ayer fue importante… ¡hoy sigue siéndolo! El amor, la solidaridad, el cariño, la amistad, la alegría y la compañía sazonan la vida en cualquier etapa.

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