Desde el año 2000, la misma facilita a niños y jóvenes alternativas para el desarrollo de su potencial emocional y social a través de las artes y la recreación, fomentando el compromiso con el aprendizaje. Poseen la escuela Alternativa 3C especializada en Ciencias Ambientales, Arte y Tecnología y el Centro de Desarrollo Integral Montessori que atiende niños entre 2 y 5 años. Brindan servicios de estudios supervisados, terapias educativas y del habla; procuran la formación a través del Arte utilizando las artes escénicas, la bomba y el teatro, entre otras disciplinas, y ofrecen apoyo socioemocional con sicólogos, trabajadores sociales, consejeros y coach de vida.
“Tuvimos que reenfocar todo lo que somos”, rememora aquellos días difíciles tras el temporal, “primero era cómo podíamos sanar parcialmente para poder funcionar y luego era mirar y reaccionar ante unas necesidades humanas que iniciaban en nosotros mismos. Lo que provocó María fue mirar más allá. El objetivo era lograr que la gente comiera y lograr que la gente recibiera apoyo emocional y servicios médicos”.
Durante la emergencia establecieron un Centro de Servicios Humanitarios que laboró por seis meses, establecieron unidades de ayuda en las comunidades de Yabucoa en alianza con otras organizaciones y fundaciones para suplir artículos de primera necesidad, apoyo emocional, orientación e identificar materiales de construcción y enseres eléctricos que pudieran donar. Mediante el programa de Enlace comunitario unificaron esfuerzos para maximizar el apoderamiento y las redes de colaboración de las comunidades. Así lograron servir 8,000 personas y atrajeron 15 voluntarios.
“En teoría uno dice ‘vamos a crear una civilización de amor’, ‘tenemos que trabajar con la justicia social’, eso no es decirlo, eso es hacerlo. Lo que pasa con esto es qué mucho nos falta por aprender”. |
Dos semanas después del huracán comenzaron a recibir participantes porque, según Santos, “era la única garantía que nosotros teníamos para que nuestros muchachos y nuestros niños hubiesen comido”.
Los servicios especiales no interrumpieron los ofrecimientos regulares.
“La inserción por el servicio ha sido la huella creada en los participantes de CREARTE. Yo creo que una cosa es decir que somos un proyecto comunitario o que promovemos el servicio a la comunidad y otra es vivirlo y vivirlo desde sus propias necesidades, es decir, yo tengo mis propias heridas, pero voy a servir a mi gente. Yo creo que la herramienta mayor que los muchachos tienen hoy día es saber que la vida es mucho más allá de lo que vemos o de lo que vivimos”, explica emocionada Santos.
Opina la directora también que otro regalo para los estudiantes y para todo el pueblo fue saber “que nuestras comunidades no son tan ricas ná’ como nos dicen, como nos convencieron, que todo esto es artificial, que hay muchas cosas mucho más profundas a lo que todos los días hacemos”.
Para Santos la apreciación de lo sucedido es fundamental. Insiste ante los estudiantes y empleados que “si no tenemos esa reflexión, aquí no ha pasado nada”.
“Si mi vida es igual que antes de María, no pasó nada”, insiste.
“Yo soy una madre distinta, una esposa distinta, yo soy una líder distinta, soy una hermana comunitaria distinta. En teoría uno dice ‘vamos a crear una civilización de amor’, ‘tenemos que trabajar con la justicia social’, eso no es decirlo, eso es hacerlo. Lo que pasa con esto es qué mucho nos falta por aprender. Tocando duro el suelo uno se hace consciente de cuán humanos somos y cuánto nos hace falta humanizarnos”, reconoce Santos para acabar.
Las semillas del servicio ya fueron sembradas; que los frutos sean dulces y abundantes.
Fotos: Alberto Bartolomei