Jueves, 26 Junio 2014 14:44

Tras un pasado de incertidumbre, graduados miran con esperanza al futuro

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Si felices estaban todos los estudiantes, la directora del Centro Sor Isolina Ferré en Caimito, María de Lourdes López, lo estaba más.

Por Sara del Valle Hernández

20 de junio de 2014

Las graduaciones son eventos muy comunes para estas fechas. Tras varios años de estudios, jóvenes, y a veces no tan jóvenes, desfilan sonreídos y satisfechos ante la mirada orgullosa de sus familiares para recibir un diploma que acredita que culminaron un grado. Año tras año, esta historia se repite con pocas variantes.

Sin embargo, este viernes se celebró una graduación bien particular, en la que 59 estudiantes del Centro Académico Psicosocial Alternativo (CAPA) de los Centros Sor Isolina Ferré en Caimito lograron terminar su cuarto año. Sus historias hacen de su logro uno doblemente importante.

Tal es el caso de los estudiantes Selena Benítez López, Andrés Cartagena Camacho y Zinnializ Figueroa Dávila, quienes se encaminaban a convertirse en desertores escolares al igual que el resto de sus compañeros de estudios.

Benítez López no quería estudiar y había abandonado la escuela. Su entorno no ha sido el más fácil. La noche del jueves, su hermano Ricardo Vázquez López, fue asesinado de múltiples impactos de bala en un hecho ocurrido en Guaynabo. Sin embargo, con lágrimas en los ojos desfiló y le dedicó su logro a su hermano.

"Esta graduación significa mucho para mí. Es un gran logro en mi vida, si no hubiera sido por el Centro no lo hubiera podido terminar", declaró con una mezcla de tristeza y esperanza en su mirada.

Entretanto, la joven de 17 años manifestó que ahora entiende la importancia de los estudios y mira con mucho optimismo su ingreso a estudiar a la Universidad de Puerto Rico, recinto de Carolina. Allí estudiará trabajo social especializado en confinados.

Por su parte, Cartagena Camacho es el primer miembro de su familia que se gradúa de cuarto año. El mayor de cuatro hermanos ahora es ejemplo para su familia.

"Me siento bien orgulloso de mi logro. Le doy gracias al Centro y a mi familia que me apoyó", expresó Cartagena Camacho.

El joven contó que antes de llegar al CAPA, era bien "malcriado" y no le gustaban los estudios "para nada. Ni la escuela tampoco".

"Pero aquí en el Centro me aconsejaron y me prepararon para una carrera. Le puse mucho esfuerzo y motivación. Ahora voy a estudiar mecánica diésel, que me gusta", agregó.

Su mamá, Vilmarie Camacho, declaró que se sentía emocionada "porque él es el único que se ha graduado. De mis hermanos, de toda la familia, es el único", reiteró.

En el caso de Figueroa Dávila, con tan sólo 17 años es madre soltera que ve en su hija de año y medio el motor que necesita para seguir hacía adelante.

"Yo soy su ejemplo. Yo quiero que ella vea que su mamá luchó para que ella lo haga también cuando crezca", dijo sobre su hija Ziomarie Martínez Figueroa.

"Yo me siento súper contenta porque esto (su graduación) era un logro que yo quería. Quiero terminar mis estudios para trabajar y sacar adelante a mi hija. Además, tenía que terminar por mi papá, que murió en febrero y él quería que yo estudiara. Esto es para él también, yo estoy aquí por él", agregó la chica que aceptó que cortaba muchas clases y que tuvo muchos problemas en la escuela.

Ahora, su próximo paso es estudiar terapia física. "Para allá es que vamos", dijo con aplomo.

Vidas marcadas

Si felices estaban todos los estudiantes, la directora del Centro Sor Isolina Ferré en Caimito, María de Lourdes López, lo estaba más y puntualizó que ver esta graduación era una "experiencia maravillosa".

"Esta es mi primera graduación en los Centros, pero ha sido una experiencia maravillosa porque los he visto desarrollarse. Uno sabe que cada uno de ellos trae una vida marcada, otros con experiencias e historias que cuando uno las escucha, se da cuenta de que es un logro que estén aquí", dijo.

López explicó que el CAPA es un programa de educación alternativa en el que se desarrollan planes individualizados con los estudiantes en los que se les brinda educación, ayuda emociona, espiritual, y orientación vocacional. La escuela va de noveno a cuarto año.

Según datos suministrados por el CAPA, desde 2006 han graduado de cuarto año a 1,554 jóvenes que había abandonado la escuela o estaban en vías de hacerlo. Este año 156 jóvenes recibieron su diploma en los centros de Caimito, Guayama, Villa España y Ponce.

"Aquí se le da un énfasis bien grande al desarrollo social y emocional para que se puedan insertar ya sea en sus estudios universitarios o vocacionales para que puedan entrar al mundo laboral", señaló López.

 

 

Lea la historia aquí.

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