Viernes, 23 Agosto 2019 14:45

“A mi me gusta narrar el país”

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Revive el recorrido que ofreció el arquitecto Jorge Rigau por su exposición “Posibilidades soñadas”, que aún está abierta al público en nuestra SalaFAR.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenege


Durante el recorrido en SalaFAR, el arquitecto Jorge Rigau compartió anécdotas sobre los proyectos presentados en la exposición
'Posibilidades soñadas". Foto / Javier del Valle

Hay sueños que logran ser cumplidos, mientras que otros se convierten en posibilidades futuras. De ambos habló el arquitecto Jorge Rigau durante el recorrido guiado que ofreció el pasado sábado 17 de agosto, con motivo de la exposición “Posibilidades soñadas”, que está abierta al público en nuestra Sala de Exposición de Arte Fundación Ángel Ramos (SalaFAR). El espacio está situado en el vestíbulo de nuestra sede, el Edificio Ángel Ramos, en Hato Rey, y el acceso es libre de costo.

Una veintena de personas acudió a la cita mañanera. La actividad, que contó con el apoyo de la Fundación por la Arquitectura de Puerto Rico, comenzó con el mensaje de recibimiento ofrecido por  Laura Mattei, oficial de programas de la Fundación Ángel Ramos, y Diana Hernández, directora del colectivo que agrupa a los arquitectos. Luego, Jorge Ramírez Buxeda, presidente de la junta de dicha fundación, presentó al público a su colega Rigau.

Arquitecto, historiador y académico, Rigau resaltó con orgullo que por primera vez SalaFAR destina su espacio al diseño e instó a que la muestra “sirva de estímulo para que otros diseñadores, no solo de arquitectura, sino de las muchas otras ramas del diseño que están en un buen momento en Puerto Rico -diseño industrial, diseño de moda, diseño gráfico- también estén aquí”.

“Posibilidades soñadas” muestra dibujos y algunas maquetas de proyectos públicos diseñados y propuestos por el arquitecto Rigau y su equipo de trabajo. Algunos se completaron y allí están las fotos que consignan su vida, otros nunca abandonaron el papel. Sin embargo, esos que se quedaron en propuestas, en algunos casos se convirtieron en la semilla de otros proyectos consumados.

“La realidad es que hay proyectos que no se hacen”, explicó Rigau a los asistentes.“Lo que van a ver aquí en su mayoría lo comisionaron y llegaron a diferentes niveles de desarrollo; en algunos se hizo el trabajo esquemático, en otros se hicieron planos y otros se empezaron a hacer. Siempre me ha interesado el tema de lo que no se hace”.


Laura Mattei, oficial de programas de la Fundación Ángel Ramos.
Foto / Javier Del Valle

El impulso de un alcalde por crear algo para lo cual no cuenta con los fondos económicos, el cambio de administración política o la negativa del gobierno central a autorizar la obra, son algunas de las razones por las que estos trabajos públicos no se hicieron o todavía están en remojo.

Rigau acompañó al público en un paseo por distintos municipios, por diferentes requerimientos y diversos tipos de estructuras para solucionarlos. “Siempre hemos pensado que la Arquitectura tiene la capacidad de narrar el país”, expresó el arquitecto.

Si interesantes eran los detalles especiales compartidos sobre cada proyecto como la solicitud de un espacio bajo un museo para albergar lingotes de oro, el reclutamiento de un ebanista al que llamaban “Polilla” quien restauró a la perfección, y a paso de hormiga, un antiguo trabajo en madera o los 18 años transcurridos entre la primera reunión con un cliente hasta el fin del trabajo, también lo fue descubrir cómo las ideas crecen en direcciones diferentes dando paso a nuevos proyectos.

“Las ideas dejan de vivir por los cambios de administraciones”, lamentó el arquitecto el final de muchos proyectos tras cambios de incumbentes en el poder.

Pero ni tan siquiera ese mal que se percibe como uno común en nuestra sociedad, evitó que los asistentes pudieran apreciar cómo “el proceso creativo tiene intersecciones inevitables”, según puntualizó Rigau para mostrar la forma en que una inquietud, la solución a un problema o el deseo de aprovechar mejor un espacio dándole poder a la comunidad, dieron pie a nuevas propuestas en Arecibo, en Hormigueros, Vega Alta o en Mayagüez, entre otros pueblos.

Las muestras del trabajo culminado conviven en SalaFAR con los proyectos modificados o los que nunca fueron construidos.


Laura Hernández, directora ejecutiva de la Fundación por la Arquitectura.
Foto / Javier del Valle

“Estos son ejemplos elocuentes, pero no quita que hay una obra entre medio de otros trabajos y siempre está la satisfaccion de ver las cosas hechas. Casi siempre es el mismo número de las cosas que se hacen y de las que no se hacen”, declaró Rigau en un aparte con Oenegé, al finalizar el recorrido.

“Nosotros hacemos una obra que habla sobre el país, a mi me gusta narrar el país. El predio donde estaba el zafacón en el Viejo San Juan (uno de los proyectos mostrados que marcaba el lugar donde los puertorriqueños esperaban la llegada del Situado Mexicano) puede evocar cómo tenemos las aspiraciones ancladas en otras cosas. Un predio vacío se convierte en un sitio para honrar a los inmigrantes, esa es la posibilidad que brinda la arquitectura y eso siempre está ahí, lo han hecho otras generaciones. La gente conecta primero porque los proyectos son en Puerto Rico y, segundo, porque se trata de anclar en unas visiones de lo que es o debe ser el país”, culminó Rigau.

Si quieres visitar la exposición en SalaFAR, comunícate al 787-763-3530.

 

Fotos: Javier del Valle

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